Por su interés, reproducimos este artículo. Original aquí.
Este jueves próximo podría ser decisivo para el futuro del Partido Popular. Quien fuera su gerente durante lustros, Luis Bárcenas, está llamando a comparecer junto con su esposa, también imputada en la causa, ante el juez que instruye su caso. Que es el caso de los millones de euros encontrados en Suiza, provenientes de no se sabe dónde y que pertenecen ¿a quién?
Hay miedo en Génova 13. Tanto que ni tan siquiera Javier Arenas enreda. Temen todos que el cabrón, como lo llamaban en las grabaciones Correa y los suyos, desmoralizado y acosado –le han tocado la familia y hasta ahí podíamos llegar, dicen que afirma en privado– pueda acabar por contarlo y cantarlo todo, llevándose a medio PP por delante. O que se anime a facilitar al juez, ya se lo habría entregado a otros, la contabilidad del partido. Contabilidad que existiría manuscrita pero no se correspondería con las fotocopias que publicaron los del diario independiente a primeras horas de la mañana y luego siervos del consenso socialdemócrata el resto del día.
Y ahí se habría acabado la historia del PP, porque lo mismo podría resultar que figura importantes del centro-derecha hubieran estado cobrando sobresueldos cuando no podían hacerlo. ¿Declarándolos? Bárcenas –ya quisieras, Alfredo–, lo sabe todo y de todos. De todos.
Si a eso le sumamos el otro escándalo, posiblemente derivado de este primero, que afecta al centro-derecha y que está igualmente fuera de control, que es el caso Gürtel (del cual sólo se conocen ligeras pinceladas, porque como salga el cuadro completo algún ayuntamiento podría tener que tirar de suplentes de la lista con la que concurrió a los comicios), las cosas se presentan complicadas, muy complicadas, para el sucesor digital de José María Aznar. Un Aznar que anda muy molesto porque considera, no sin razón, que los suyos lo han dejado tirado. Álvarez Cascos, por su parte, observa y calla desde Asturias.
Y a todo esto, Mariano que lee y relee el Marca mientras la todopoderosa y sonriente Soraya nos vende la enésima cortina de humo.