De Malaya a M. Alaya (y II)


Y vamos con la segunda parte de la entrada que se prometía en el título de la primera, sin movernos de Andalucía y olé. Un servidor de ustedes intuía que no era momento de continuar la entrada anterior, que ya iba bastante larga y que era bueno esperar. Y la espera ha tenido premio: las novedades en el caso de los EREs andaluces son de aúpa. Pero vamos por partes, que dijera Jack el Destripador.

Sin duda, la ideología produce miopía…

Que Andalucía sea el país de las maravillas ya no debería sorprender a nadie; más bien lo que ocurre es que uno se maravilla de cómo es posible que una pifia de tamaño XXXL haya sobrevivido tanto tiempo, concretamente a dos Presidentes de la Junta. No obstante, conforme van apareciendo las noticias en la prensa (no adicta), resulta que nos enteramos de que hay toda una organización. Es un saqueo organizado de las arcas del Gobierno andaluz por el propio Gobierno andaluz con ayudantes y beneficiarios varios, durante poco menos que veinte años. Y aquí sí vamos a enmendar la plana a Carlos Gardel: veinte años no es que no sean nada, es que son una enormidad.

Y si recuerdan, todo empezó como en aquella célebre aria de Rossini: el venticello della calunnia fueron los prolegómenos del llamado entonces caso Mercasevilla. Ya entonces sorprendió la rapidez de actuación de la entonces desconocida juez de instrucción Alaya, que actuó antes de que se pudieran llevar dos ordenadores con información muy sensible. Esta información fue el hilo del que tiró la juez para encontrarse con un pastelazo de dimensiones sencillamente indigeribles. A partir de ahí empezaron a salir ramas, ramitas y ramificaciones de ramificaciones de ramificaciones… hasta ponerse al descubierto que alguien había montado un sistema para vivir cojonudamente del cuento. Lo que en principio podría haber sido un asunto menor de corrupción sindical se convirtió en un asunto de corrupción generalizada. Por si faltara algo, resulta que la inefable Maleni (o Mandatela, como la conocían en sus tiempos de Delegada Territorial en Málaga) está metida en el ajo por haber proporcionado cobertura normativa al saqueo. Tó atao y bien atao, que hubiera dicho quien ustedes se imaginan, si en vez de nacer en el Ferrol hubiera nacido más abajo de Despeñaperros.

Pero lo más curioso fue ver los movimientos de los enemigos de S.Sª. Que lo inaudito –pero normal en las Batuecas– es que se acose a un juez por hacer su trabajo y hacerlo bien. Así, pues, se inició el ataque con sucias insinuaciones relativas a su vida privada, intentando relacionarla con el nuevo alcalde pepero de Sevilla, Juan Ignacio Zoido. Como esas insinuaciones no dieron resultado (afortunadamente para los españoles de a pie, S.Sª los tiene bien puestos), pasaron a otra fase: desde el CGPJ intentaron apartarla, en plan orchestral manoeuvres in the dark. Tampoco lo consiguieron.

Mientras tanto, S.Sª y su equipo, que merecen todos un monumento, seguían escarbando y profundizando… por elevación. Los niveles meramente administrativos de la Junta iban quedando atrás y ya la cosa se acercaba a Directores Generales y otros cargos de confianza. Las noticias que iban apareciendo en el Mundo iban señalando vías de investigación… y culpables. También empezaron a aparecer nombres de sindicalistas… pero ahí los sindicatos adoptaron la estrategia –y se equivocaron de medio a medio– de negarlo todo. Más o menos como hiciera Rajoy respecto del caso Bárcenas, intentando desviar el juicio de honorabilidad del Partido hacia su persona. Empezaron a aparecer facturas contrahechas de los sindicatos a diversas empresas, algunas de ellas pertenecientes a su holding. ¿Pero qué dice usted, buen hombre? ¿Sindicatos propietarios de empresas? Pues sí, mire usted. Y además, que aplican a rajatabla la reforma laboral de la derecha.

Pero ya hemos llegado al nivel político de la cosa. Dos presidentes, dos (Chaves y Griñán) han puesto tierra de por medio para conservar el aforamiento, porque ya sentían el aliento de la Justicia en el cogote, dejando a Susana Díaz a cargo de la tienda. Ahora incluso se contempla que a Gaspar Zarrías se le podría caer el pelo que no tiene y que a lo mejor ni sus hermanos pueden protegerle de la imputación y posterior condena.

Obviamente, por consiguiente, los ataques han ido subiendo de tono, y la última en sumarse ha sido la Afusiladora a lo Grandes. Ha perpetrado la obispa (laica) un artículo en el que entra como un Miura contra el «exceso de feminidad» de S.Sª… o algo así. A los demás que lo hemos leído (y que no somos de la cuerda) nos ha parecido una deposición en la que lo más evidente es la envidia que la Afusiladora muestra hacia una persona que es capaz de mantener buen tipo con la carga de trabajo que tiene y cuatro hijos. Algo a lo que la obispa laica, vistas sus últimas imágenes, no puede aspirar ni de broma (quizá ahí radique el problema y su entronque con la neurastenia resultante del complejo de Fourier). Todo ello recuerda a las reticencias en conceder el voto a las mujeres por parte de las féminas del PSOE de la república (Victoria Kent y Margarita Nelken frente a Clara Campoamor, que lo defendía) y al más rancio machismo. Lo que la Afusiladora a lo Grandes subraya y denota en su deposición es que «la juez Alaya es demasiado guapa para ser juez». Muy progresista, sí señor.

Pero el premio gordo, como les comentaba a ustedes en el primer párrafo de esta entrada, estaba por llegar. No contentos con atacar a S.Sª por «guapa», anteayer se juntaron unos cuantos sindicalistas y parientes de los mismos para protestar. ¿Y qué decían? Oigan, oigan:


Prodigio de coherencia: la atacan primero por «guapa» y luego por «fea». Y por si fuera poco, la comparan con la Brigada Político-Social franquista (échale guindas al pavo). Uno se pregunta por quién iba la referencia. ¿Quedará alguien en Andalucía tan corto de inteligencia y memoria que pueda asimilar el cumplimiento estricto de la ley a la actuación de la temida policía política franquista? Y no olvidemos un detalle: si de verdad la juez Alaya actuara como la BPS franquista, estos sinvergüenzas hubieran salido por piernas de Andalucía y no hubieran parado hasta Caracas. La broma no acaba aquí: hasta la presidenta de Andalucía les deja con las posaderas al aire cuando dice que han recuperado dinero pagado indebidamente a UGT-A y Toxo, por la parte que le toca, sigue emperrado en negarlo todo.

Y en medio de todo este circo, los perjudicados por el asunto de los EREs: los parados andaluces. Parados que, extrañamente, no han dicho ni mú. No se les ha visto escribir furibundas cartas al director, o contestando en directo a llamadas desde la televisión. Ni mucho menos se han atrevido a manifestarse frente a las sedes de esos sindicatos que presuntamente defienden sus intereses. Parafraseando el dicho gallego, «les han meado encima y siguen diciendo que llueve». Se han reído de ellos, pero «no están ni se les espera» en el sainete. Mejor ya ni pregunto por su «dignidad».

Gotas que me vais dejando...

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