Si creían ustedes que con el veranillo de San Martín íbamos a poder descansar de la cosa nacional, van ustedes más que dados. Este verano, que climatológicamente no ha sido verano, ha sido pródigo en cambio en hechos que nos han sobresaltado las vacaciones en algún momento. Centrándonos solamente en lo de aquí, resulta que prácticamente no ha habido partido político que, por sí o por alusiones no haya tenido presencia en el panorama nacional. Curiosamente el único que se ha salvado un poco ha sido el PP, si bien a través de las actuaciones gubernamentales podemos incluirlo en ese barullo.
Empezando más o menos cronológicamente, tenemos al PSOE, del que definitivamente podemos decir que se le han caído las letras O y E. Constatación que acentúa la inanidad de su discurso actual, cuyas ideas más sólidas son dos: «cómo conseguir el poder» y «cómo retenerlo una vez conseguido». Pedro Sánchez, el recién elegido Secretario provisional de la cosa, está pasando de ser Pedrito Guapo a ser el monstruo de Sánchezstein. ¿Por qué? Por una curioso encadenamiento. Verán: Sánchez, que sin el apoyo de la poderosa Federación Socialista Andaluza, sería hoy una cara bonita y nada más, resulta que está agarrado por donde no suena por Susana Díaz. Poco importa lo que dijera en primarias y poco después, en que se «comportaba como un futuro presidente». La cosa pudo haber ido telefónicamente así:
—Hola, Pedro.
—Hola, Susana. ¿Qué te cuentas?
—No mucho. ¿Qué tal te sienta la Secretaría General? ¿Estás cómodo?
—Bueno… —Sánchez se esponja—. Tengo grandes proyectos para el Partido. Quiero que el PSOE se vuelva a convertir en referente de la política nacional. Quiero que los socialistas se sientan orgullosos de serlo. Y para eso he decidido que hay que limpiar el nombre del Partido. Que hay que hacer limpieza y…
—Epera, ¿cómo dise? —le corta en seco Susana Díaz.
—Sí… ehhh… —Sánchez se azora un poco por el corte—. Hay que acabar con eso de los EREs porque va a resultarnos una sangría de votos de narices. Es mala imagen para el Partido y…
Susana Díaz inspira profunda y fuertemente, aparentando calma.
—Un momento, quiyo. Amoavé lo que tá diciendo. ¿Acabar con los EREs? Ehto no lo sabe naide, pero como hagamos limpieza con lo de los EREs y los cursos de formación en el PSOE no quedará nadie que te apoye. Los pondrán a todos caminito de Jeré, porque la jaca galopa y corta el viento que é un primó. Hasta a mí me podrían poner caminito de Jeré porque mi marío empieza a salir también en los papeles. O sea, que tú no vá a tocá er tema si quiere seguir de Secretario. ¿T’ha enterao?
Al otro lado del hilo telefónico, Susana Díaz puede percibir la cara de soufflé aplastado que se le ha puesto a Pedrito Guapo.
—¿Pero cómo me haces esto, Susana? —intenta quejarse Sánchez— Si precisamente eso era el punto principal de mi campaña y quería recuperarlo para las elecciones generales y…
Susana Díaz empieza a ponerse nerviosa.
—Quiyo, ¿los de Mojácar soi todo asín de cortitos o ejque a tí t’ha dao er só má de la cuenta? Que no puede tocar ese tema. Que como lo toque, vamo a hacer tó la romería de la reja en Alhaurín el Grande. Y tú delante con el cirio.
Gran suspiro de resignación desde Madrid.
—Está bien, Susana. Te debo el puesto y vamos a hacer las cosas a tu manera, aunque no me gusta, ¿eh?, no me gusta.
—Me da iguá si te guhta o no ─se impacienta Susana Díaz─. Yo también me debo a mi hente. Y te ví a decí argo má, mi arma. A los paraos les da iguá que les hayan robao er dinero y la diznidá. Que les den. Y a lo andaluce y andaluza tú le pone dó partío de fúrbo der Beti y er Sevilla y un programa de copla y se les han orvidao el orgullo, la rabia y er Jezú der Gran Podé. Y si ademá de lo que se roba tú deha una partida pa paguita, bufanda y otra gabela, tós contentos.
Ante una exposición tan abrumadora de dominio de realpolitik, Pedro Sánchez termina reconociendo a la maestra que tiene en Sevilla.
—Tienes razón, Susana. Haremos como dices. Eres toda una maestra en estas lides —dice Sánchez, con sorna—.
—Quiyo, aprendí de lo mejore: Chaves, Griñán, Zarríah…
—¿Pero ésos no están ya caminito de Jeré, o sea, del Supremo?
Susana Díaz suelta una carcajada.
—Mira que ere arma de cántaro, Pedro. Cúshame. Lo delito por lo que quieren jurgá a esos tres compañeros han prescrito en su mayor parte. ¿Y quién cree tú que le espera en Madrí? Nuestro amigo Conde-Pumpido. Para cuando lleguen ar juisio orá ya habrá precrito tó er paquete. Así que no leh pasará ná: una semana de pena de telediario y yahtá. Y cuidao que la otra parte tenga que pagá la costa der juisio —Susana Díaz se vuelve a reír con ganas—.
Pedro Sánchez sigue con los ojos como platos.
—¿Y Moreno Bonilla? ¿No te va a dar problemas?
—¿Juan Manué? Ná, hombre. Me llevo muy bien con él. Que sí, que tá en la oposisión. Pero cada vez que hay una cueztión no agendamo una comía y lo solucionamo como lo bueno amigo que somo.
—Veo que lo tienes todo atado y bien atado. Me rindo, mujer. No se hable más: los EREs desaparecerán de mi discurso y asunto terminado.
—Ea, asín me gusta. Tó obediente er niño.
—A quién tiene razón hay que dársela, Susana. Bueno, cuelgo ya que voy a empezar a poner en práctica lo que hemos dicho.
—Bien disho. Sigue asín y en octubre tú va a ser Secretario nasioná.
—Gracias, Susana. Hasta luego. Saludos a los compañeros y compañeras.
—De tu parte, Pedro. Con Dió.
El tema es que, con todos estos manejos, Susana Díaz da la impresión de ser la administrativa que los jefes han dejado a cargo de la tienda mientras ellos están ocupados en otros y altos menesteres… porque a ella también la tienen agarrada por donde no suena. A pesar de que ella tiene sus propios planes y aún no haya soltado mucha prenda acerca de ellos. Política batueca. Nivel excelso.
Ea!!!!
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Arsa y ole!! 😛
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