Ayer asistimos al despliegue de una operación llamada Púnica, que al parecer estaba centrada en la persona del señor Francisco Granados (pues punica, -ae es el nombre de la granada en latín), pero en la que han resultado detenidas unas cuantas personalidades más. Con gran bombo y platillo, todo hay que decirlo.
Pero sepan ustedes que en todo este espectáculo pirotécnico hay algo que me tiene with the fly behind in my ear. A saber: las disculpas. Primero de Esperanza Aguirre. Y después nada menos que de nuestro ínclito y plasmático Presidente, que esta vez ha ido al Senado, a pecho descubierto, solo ante el peligro, a «pedir perdón a los españoles». Y en ambos casos por lo mismo: «por haber nombrado para esos cargos a personas que traicionaron su confianza». Pero vayamos por partes, que dijera Jack el Destripador.
Las disculpas
Empecemos por lo evidente, que como hemos dicho son las disculpas. ¿Por qué se disculpa Esperanza Aguirre? En mi modesta opinión, hay dos cualidades que un líder debe poseer: primera, la de saber juzgar a las personas. Importante en la vida, pero mucho más importante en la política, dado el bajísimo nivel en que ésta se halla hoy en día, cuando el lobo más amigo te ejecuta con una sorpresiva dentellada a la yugular. Y segundo, enterarse de lo que pasa a su alrededor (en este caso, en el sancta sanctorum del partido o delegación regional de éste). Es decir, si esa lealtad que les hizo merecedores de un cargo en primera instancia sigue siendo igual in ambulando.
Por supuesto que la teoría queda muy bonita y que en la práctica es harto difícil distinguir a las personas de confianza de esos lobos con piel de cordero que quieren tu puesto, aunque sólo sea como trampolín hacia otro más importante. Pero asumido que un líder tiene esas dos cualidades, a la vista está que un señor como Francisco Granados no hubiera llegado más que a ensobrador de primera durante los procesos electorales y poco más.
Cabe otra posibilidad más: que Granados fuera honrao como alcalde de la villa de Valdemoro, pero que al ir escalando puestos en la estructura del partido y en la Administración se fuera dejando la honra por el camino. No es un fenómeno infrecuente y lo ha explicado muy bien mi admirado profesor Alejandro Nieto en varios de sus libros. Perdonen ustedes la extensión de la cita (La «nueva» organización del desgobierno, p. 65):
En estas condiciones, sin otro combustible que la libido del poder, aparece a la vuelta de la esquina la gran tentación, a la que es tan vulnerable: la económica. Por las manos de los gestores públicos pasan miles de millones, enriquecen y arruinan con el rasgo de una firma y todo ello por un sueldo más bien modesto. Pero han salido de la nada y a ella pueden retornar al cabo de unos años sin otra compañía que unos recortes de periódicos y un puñado de bandas y medallas de chatarra, con pocos agradecidos y muchos enemigos. Un día se quedarán sin coche oficial y sin secretarias y tendrán que volver a mirar los precios en las cartas de los restaurantes y organizarse un veraneo barato lejos de las residencias y de los yates donde antes tenían invitación habitual. No es fácil regresar al punto de partida porque han conocido —y disfrutado— otra forma de vivir. Y sobre todo, ven a derecha y a izquierda antiguos compañeros que, descolgados del cielo político, se mantienen en la altura económica y social. Individuos que ya no se limitan a tratar con millonarios sino que ellos mismos lo son; que ya no ayudan a los demás a hacer negocios porque son ellos quienes los hacen. Hormigas que han acumulado amistades e influencias para el invierno. Así las cosas, ¿cómo resistir a la tentación, si los políticos de hoy no son precisamente ascetas?
Segunda cuestión: los delitos que han justificado la redada (obsérvese el nada inocente uso del término: como si los detenidos fueran unos manguis de poca monta) ocurrieron, al parecer, hace 10 años, es decir, durante el gobierno de Aznar. Tomando el Código Penal, resulta que la prescripción (causa de extinción de la responsabilidad criminal) señalada para los delitos cometidos por estos bergantes es la general de 5 años (art. 131.1 CP, pfo. 4º); con lo cual la Justicia, de hecho, ya no podría alcanzarles. O lo que es lo mismo: les alcanzará si las conductas delictivas se han producido sólo desde 2009. Lo cual convertiría toda esta operación pirotécnica en un paseíllo con pena de quiosco y telediario, en la que sólo restarían la aplicación de las responsabilidades «moral» y «política». Y la pena accesoria de «inhabilitación especial para cargo público» sería la única efectiva, realmente. Claro que si uno conserva los contactos, «las penas (accesorias), con pan, son menos».
El fondo
Lo cual nos lleva a preguntarnos qué hay detrás de todo esto. En mi modesta opinión —con la que ustedes, naturalmente, pueden discrepar— deben distinguirse los siguientes planos:
- La publicidad. Dado que el respetable está muy cabreado con lo que sucede en España y que no entiende el manejo de los tiempos del Presidente plasmático, era necesario dar un puñetazo en la mesa y sacar a los mastines (o podencos) de la Justicia a pasear. Máxime cuando la encuesta sobre intención de voto del respetable en elecciones generales señala a un Pablemos por encima de Pedro Sánchez. Debe darse la impresión de que «el Gobierno se ocupa de la corrupción»… pero sólo por motivos electorales. Operación jaleada por editoriales como el de hoy de ABC, que parece más escrito desde Génova, 13, que desde la redacción de ABC.
- En segundo lugar, curiosamente la operación se ha centrado en Madrid. O hasta donde llegaban los tentáculos del corruto de Francisco Granados. Podría equivocarme —y lo acepto si es así—; pero todo suena a Tag den langen Messer. O sea, a operación limpieza del Partido en Madrid y posterior reconstrucción del mismo con unos cargos más «afines», como ocurrió en el PP vasco (y así les luce el pelo). Lo que no termino de ver es por qué quieren cargarse su partido. Operación que, curiosamente también, coincide en el tiempo con la descomposición de la pesoe. El único que sale ganando con todo este lío morrocotudo es Pablemos. Y no arriendo la ganancia a sus votantes, entre los que desde luego no me voy a contar.
Fino y agudo, señor Aguador. No puedo estar mas de acuerdo con usted, en todas y cada una de sus palabras, en esta ocasión.
Sólo hay un matiz que señalar a día de hoy. Según dijeron esta mañana, una encuesta hecha antes de la penúltima conocida, es decir, las tarjetas black, da como primer partido en intención de voto al «futuro-todopoderoso» Podemos. No me extrañaría que al final ganasen, y mas, viendo el bochornoso espectaculo protagonizado por los totolabas del presidente y ese otro chico joven teledirigido desde Sevilla. Que pena. ¿No le parece?
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Amigo Pablo: es justamente lo que yo comentaba al final de la entrada. Que me llama la atención de que el bipartidismo tradicional (en realidad, partido único PPSOE) se vaya al garete y que el único beneficiario claro de ese derrumbe sea Pablemos. VOX, C’s, UPyD… simplemente no existen para la mayoría del electorado. Nada en medio de esos dos. Se pretende repetir la opción de 2011: «Yo o el caos», atribuyendo al otro ─proyectando en el otro, en realidad─ el «caos». Sólo que esta vez a muchos ya no nos pilla desprevenidos como entonces.
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