Fuegos fatuos


No puedo estar más de acuerdo con esta carta de D. Carlos Carretero, un señor de Madrid. Me da en la nariz que la carta que D. Carlos envió al ABC era más larga pero que, as usual, «la dirección se reserva el ¿derecho? de «resumir y extractar» todas las cartas que excedan de «20 líneas»». O parecido. Sea como sea, les dejo aquí el contenido publicado de la carta:

Resulta que durante siglos el ser humano ha limpiado de broza los montes y bosques, separando los árboles lo suficiente como para que no se estorbasen en su crecimiento unos a otros. Esto traía una serie de ventajas, como son: obtener energía gratuita y desde el propio lugar y, sobre todo y principalmente, evitar que cuando haya un incendio las llamas puedan arrasar con todo el bosque, saltando de árbol a árbol.

Pues bien, ahora los señores ecologistas (me refiero a los que viven en las ciudades) y los políticos que les hacen caso, dicen que esto ya no vale, incluso ante mis propuestas de presionar para que se limpien los bosques con el mencionado criterio, me han llamado «arboricida». Según estos mal llamados ecologistas, los montes y bosques no se han de tocar. Ya que siguiendo con su visión de la conservación los bosques se limpian ellos solos. CARLOS CARRETERO MADRID

Después de leer esto, uno ya no sabe si se trata de desidia administrativa o de acción consciente en contra de lo que podríamos llamar nuestro patrimonio ambiental. Si tomáramos el primer párrafo de la carta, la primera pregunta que surge es ésta: «¿Y quién se encarga hoy de esa tarea?». La respuesta debería ser sencilla, pero no lo es. Es una respuesta de ida y vuelta. «Que lo organice el Ayuntamiento», dicen el propietario del monte o los vecinos, si es un monte comunal. El Ayuntamiento, que no quiere esa patata caliente, dice a su vez: «Que lo organice la Comunidad», a veces añadiendo «no tenemos suficiente dinero». La Comunidad Autónoma, por su parte, tampoco está interesada en un verdadero plan de prevención, así que dice: «Que lo organice Madrid, que son los que tienen el dinero».

Por fin, al más alto nivel, pueden ocurrir tres cosas: que la ministra García Tejerina esté concienciada del problema y urja a sus subordinados de la correspondiente Dirección General para que hilvanen un «plan nacional»; que lo esté pero llegada al Consejo de Ministros, el gran hermano Montoro le diga que «no hay dinero para eso» y «que piense en algo menos estúpido y que dé votos»; o que ella misma, haciéndose el mismo razonamiento y pensando «para lo que me queda en el convento…», lo ignore por completo.

Total: que, como dice el dicho, los unos por los otros y la casa sin barrer. ¿Plan Nacional? Claro que lo tenemos: de extinción de incendios. Dado el férreo control de agenda, no se habla de otras cosas que debería hablarse. Y no se habla de la prevención. Se habla de los efectivos de extinción, de la «falta de medios» y etc. ¿Pero no sería más barato organizar brigadas de limpieza de matorral bajo, formadas por gente del lugar (que es la que conoce el terreno sin lugar a dudas)? O incluso, ¿podría usarse para esa tarea a la población penitenciaria y ofrecerles un sistema adecuado de redención de penas por trabajo? Posibilidades hay. Es más: eso es algo que en otros tiempos no hacía falta que lo mandara la Administración. Los propios pueblos tomaban la iniciativa, porque a fin de cuentas, era por su propio interés. Y además, no lo hacían en junio: lo hacían en noviembre, que es cuando debe hacerse. Hoy en día se entienden las cosas de otra manera. Claro: en noviembre hace un frío de mil pares de narices. Y todos, desde el lugareño hasta el presidente de la Comunidad piensan: «¿Desbrozar en noviembre? Va a ir su señora madre». Y lo de formar brigadas con desempleados del lugar y/o población penitenciaria… ¡vamos! ¡Qué fascista —cómo no— y cosificador es usted, oiga!

Pero claro: intente usted tomar una decisión con un poco de sentido común y verá usted cómo los ecolojetas (los fatuos, por supuesto) le ahorcan en efigie por el cargo terrible de «arboricida», como a D. Carlos. Me gustaría saber si entre esos ecolojetas hay algún ingeniero de Forestales. Pero sobre todo, me gustaría saber qué interés —desidia aparte— tendrán unos y otros en que no se lleven a cabo esas tareas. Y que encima lo justifiquen con esa sandez de que «los bosques se limpian solos». A todo esto… ¿es casualidad que en Vascongadas, tierra siempre verde, hace décadas que no se produzca un incendio?

2 comentarios en “Fuegos fatuos

  1. Si los tontos volaran, los que dicen mirar por buestro entorno natural serían ministros del aire.

    En mi localidad, estoy esperando a que se produzca una gran riada para ver el bonito espectáculo de ser arrastrados por la corriente del río, toda la maleza, que digo maleza, matogrosso, que se ha acumulado en el cauce y que estos imbéciles impiden limpiar porque es el hábitat del pato. Concrétamente unos 20 o 30, no mas. Lo mas triste es que dicha maleza acabará estancándose en los arcos de un famoso puente medieval, y no se yo si soportará la presión.

    Si alguna vez tiene oportunidad de visitar la ciudad de León, pase por el puente de San Marcos y sabrá de que hablo.

    Buenas noches, aguador.

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