Concurso nacional


Tal vez no sea ésta la última vez que me lean algo sobre Grecia. El control de agenda manda sobre todas las cosas y nos dice de qué podemos hablar. Así que ahora, en la «agenda» no parece haber más que dos temas: «GreciaGreciaGrecia», luego los propios del verano (los «incendios», las «olas de calor» y de cómo los indígenas las solucionan), las famosas «serpientes del verano» y al final, algún personaje nacional o foráneo que es noticia del momento por lo que ha hecho o dicho (hace dos años, el camará Sánchez Gordillo; este año, Casillas). Todo relleno, oigan.

Pero ya que estamos hablando de Grecia y de los trileros que la desgobiernan, permítanme recordar que éstos no tienen nada que ver ni con Pericles, ni con Temístocles ni con ninguno de los grandes personajes de la historia griega. También es bueno recordar que la democracia de la que ellos y algún tonto más se reclaman como «inventores» era un régimen que funcionaba a pilas… de esclavos, naturalmente. Y en la que —al menos durante la etapa helenística— se consideraba que el matrimonio era para los esclavos y para perpetuar la especie… de los esclavos, mientras que en las clases altas lo suyo era el amor socrático o platónico, mucho más espiritual, decían. Curiosamente, la misma dicotomía que se da en Die Zauberflöte, aunque a algún melómano le ofenda. Claro que para que la analogía fuera completa, el amor espiritual debía darse entre Tamino y Pamino o Tamina y Pamina o así. Seguro que no faltará algún director de escena tronado que perpetre algo parecido.

Volviendo al tema, a mí se me ocurre una solución. O por lo menos, algo que sería una solución si hubiera narices para aplicarla. Solución que tiene dos inspiraciones. La primera interna y la segunda internacional. La primera es el concurso de acreedores, que conforme el art. 2.2 de la Ley 22/2003, Concursal, «se encuentra en estado de insolvencia el deudor que no puede cumplir regularmente sus obligaciones exigibles». Es decir: ante la imposibilidad del deudor de pagar lo que debe, todos sus acreedores se organizan para poder recuperar parte del dinero que se les debe. Podría aplicarse también como garantía el art. 630 LEC, que habla de la puesta en administración de la empresa embargada en tanto en cuanto es capaz de seguir produciendo. Es lo que hacen nuestros Juzgados todos los días y nadie se rasga las vestiduras. La segunda tiene raigambre internacional y se refiere a la administración por parte de la ONU de determinados territorios, vista la incapacidad de sus dirigentes de llevarla a buen término. Aunque es cierto que no se ha aplicado mucho.

Sé que alguno leerá esto y saltará como si le hubieran pinchado. Sí, alguno de los de «Todos somos Grecia» y «Onomaseté Syriza» y otras sandeces hoy de mal recordar. Otros, más sensatos, podrían objetar: «La solución podría ser buena; ¿pero qué pasaría si esa hipotética administración internacional o europea fuera tan corrupta como aquella a la que se ha sustituido?». Es ciertamente un problema y podría ocurrir; pero la situación actual es insostenible. No sólo nos deben ya 26.000 millones de euros, sino que vamos a tener que aportar 10.000 más. Y encima hemos de soportar al tahúr del Peloponeso tildándonos de «ladrones» lo más bonito y asegurándonos con toda la desfachatez además «que no nos va a pagar».

2 comentarios en “Concurso nacional

  1. Leyendo esta entrada no he llegado al punto de saltar del susto, señor aguador, pero casi.

    Yo creo que una cosa es que estén en la ruina y otra muy distinta es ocupar el país con una fuerza de «ocupación» para tenerlos controlados. Pienso que, ante las ineviables elecciones que se les avecinan, el pueblo griego, que una vez eligió un gobierno que encarrilaba la situación, pueden volver a hacerlo de nuevo. Tienen que darse cuenta del paso atrás que dieron al elegir a Syriza y elegir de nuevo si quieren salvarse o termunar de perderse. En este último caso, quizá haya que optar por intervenirles.

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    1. A eso me refería, amigo Pablo. A nivel individual, cuando una persona muestra demasiada «prodigalidad» y es por tanto incapaz de gobernarse a sí misma, se la incapacita judicialmente y se le nombra un curador o persona a la cual tendrá que pedir permiso para usar un céntimo siquiera. Las empresas, a su vez, pueden ser objeto de administración judicial porque vale más su mantenimiento mientras rinden que malvenderlas por dos duros. No veo por qué con Grecia no puede hacerse lo mismo, habida cuenta de que si se tambalea nos tambaleamos todos. En caso de que persistan en el error, no veo que la intervención sea algo «descabellado».

      Otra cosa es ver quién pide esa intervención. Aunque de hecho, todos los que estamos en la zona euro, debido a la cesión de soberanía, ya se puede decir que estamos intervenidos.

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Gotas que me vais dejando...

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