El autobús (y II)


Siendo malpensados, como hay que serlo respecto de toda falsa polémica, uno se pone a analizar y piensa: ¿con qué coincide en el tiempo esta falsa polémica? Y uno se encuentra con dos tipos de sucesos —al menos, de los que han salido en los papeles—, que son candidatos a ser tapados por la polémica:

a) Por un lado, los recientes escándalos judiciales, que afectan tanto a los delincuentes por ser quienes son (ex-miembros de la Casa Real y delincuentes white-collar de partido), como a miembros de la propia Administración de Justicia, que, olvidando su papel de defensores de la legalidad, se han puesto en algún caso a defender a alguno de los delincuentes. Con el consiguiente descrédito para las instituciones a las que esos delincuentes dizque representaban y de la Administración de Justicia, para quien corresponda. La sombra de Campechano I es alargada aún.

b) En segundo lugar, la tragicomèdia catalana d’en Quico i en Fregonet. Conviene poner sordina a lo que el Gobierno debería hacer y no hace en relación a todo lo que rodea al prusés, que no es solamente el mismo prusés sino el hecho de que están destrozando a través del adoctrinamiento nacionalista otra generación de niños y jóvenes… con el dinero que Montoro, generosamente, les regala porque no es suyo, sino nuestro. Cabría citar aquí la foto del masaje, que yo no sé si es verdaderamente masaje o esfuerzo de Junqueras para contenerse de estrangular a Soraya Umbridge.

c) En tercer lugar, la reciente marea anti-ISD. Muy puesta en razón porque el ISD, como impuesto directo que es, castiga la capacidad ahorrativa del contribuyente y le dice: «A la salida te espero». Es el desvalijamiento legalizado de los muertos y sus deudos. Como resulta que, además, es un impuesto de tramo autonómico, las autonosuyas cargan las tintas en ese impuesto, a excepción de Madrid, que aún resiste a Montoro (no sabemos por cuánto tiempo, visto lo visto). En Andalucía el asunto es sangrante (hay que pagar una Administración «oficial» y dos «paralelas»); y en Asturias ha comenzado la rebelión fiscal. Nadie quiere que de la herencia que dejan a sus deudos los caciques-chorizos regionales se queden para ellos un buen mordisco.

En Andalucía empiezan a aprender que para manifestarse no hace falta ir de la manita de un partido o un sindicato. Y eso es peligrosísimo para la casta de los cuatro. El antídoto frente a las esporádicas manifestaciones de coraje cívico es conocido: poca cobertura informativa y un trozo de carnaza para que miren a otro lado. Ése es el respeto que algunos tienen por el respetable. De cualquier forma, me encanta que la gente salga a la calle para algo más que protestar por el descenso de categoría de un equipo de fúrbo. Ya era hora y está bien.

Por último, concluiré con una afirmación y un ruego. Los mismos que berrean ahora defendiendo la transexualidad infantil son los mismos que berreaban hace tiempo contra la «pederastia sacerdotal». El ruego: que esta gentuza pro «derechos de los trans», que tanto critica a la Iglesia, quite sus sucias manos de los niños. Y que dejen a los niños ser niños en el ámbito protegido de una familia normal, en vez de intentar robarles su infancia, como pretendía el exministro socialista Maravall en 1983.

Gotas que me vais dejando...

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