Las casualidades las carga el diablo; y en política, que no existen, mucho más. Ha querido, pues, la casualidad, que el PP de Madrid estallara un 20 de abril. La referencia a Celtas Cortos es inevitable…
Ya no queda casi nadie de los de antes
y los que hay han cambiado…
Un servidor quitaría el «casi» porque Esperanza Aguirre acaba de dimitir como concejal. El cerco sobre ella empezó a cerrarse el 17 de septiembre de 2012, cuando dimitió (o fue cesada y lo hicieron pasar como dimisión) de la presidencia de la CAM y colocaron a su brillante segundo, el hoy recluso Ignacio González, que viene a engrosar la nómina de altos cargos del PP madrileño a la sombra, junto a Paquito Granados y otros. Y otros que han sido pero que al lograr «un pacto con el Fiscal» se van de rositas.
Al margen de otras consideraciones que puedan hacerse, hay una que para mí es evidente: ha saltado por los aires la doctrina en boga en el PP de que «Todo el mundo quiere vivir muy bien. Y en política uno puede hacer de todo siempre que no le pillen. Eso sí, si te pillan nadie te va a conocer». El problema en Madrid es que la hipótesis más benevolente deja a Esperanza Aguirre como una idiota que no se enteraba de lo que pasaba a su alrededor. Por ello, un servidor piensa: una persona como Aguirre, de su edad y experiencia, sabiendo que la política es —desgraciadamente— oficio de tiburones, ¿cómo pudo estar rodeada de tantos pringados sin enterarse?
Y así, le asaltan a uno las dudas: ¿no sería que ella también conoció y consintió, aunque no metiera la mano en el cesto? Las lágrimas que dejó caer hace un par de días, así como las que dejó caer cuando la dimitieron de presidencia del PP parecen cada vez más de cocodrilo. Mucho más significativa es la frase de Ignacio González: «Este marrón no me lo voy a comer yo solo». Veremos si tira de la manta y a cuántos se va a llevar por delante al hacerlo. Mientras tanto, Aguirre y él, cada uno por su lado, pueden ponerse a recordar «aquella noche en la cabaña del Turmo (pongan ustedes cualquier chalet en la Moraleja o restaurante 5T)» y «las risas que nos echábamos todos juntos»…
Hoy exhala Génova, 13 un perfume cadavérico. El PP parece una de esas salas multicines. En una de ellas se está proyectando Der Untergang. En la otra, Kill Bill y Sé lo que hicisteis el último verano a días alternos…