Tras unos asuntillos que me han retenido, vuelvo otra vez a escribir en mi blog. El asunto, como siempre, es el del procés, al que ahora se ha dado una vuelta de tuerca más con unas elecciones legítimas, por cuanto autorizadas por el Gobierno esta vez. No, por tanto, como la astracanada del refotèndum, dentro de la astracanada general del procès.
Contemplando los acontecimientos ocurridos desde el 17 de agosto, bien parece que poco a poco se va construyendo el ataúd del régimen que ha gobernado España durante los últimos 39 años. Un régimen que los aduladores varios que ha tenido la jefatura del Estado saludaban poco menos que como «lo mejor que le había ocurrido a España en todo el siglo XX». Un régimen basado en un turno de partidos más o menos evidente —repitiendo el esquema Cánovas-Sagasta— y que ahora ha saltado por los aires porque uno de los partidos se ha echado al monte con quienes odian a España y el otro no ha hecho nada por proteger a quienes por ello se han quedado desprotegidos.
Coincido con Federico Jiménez Losantos en que esas elecciones que se celebraron un 21 de diciembre —día laborable, por lo demás—, nunca debieron haberse celebrado. Uno tiene la sensación de que en Génova, además de a los brujos visitadores, consultan a algún astrólogo o así que les diga cuál es la mejor fecha… para dispararse en el pie. Porque ese astrólogo debe ser separatista, pues los resultados no han podido acompañar menos al partido en el Gobierno. Es decir: las elecciones sí podrían haberse celebrado, pero no antes de barrer la basura en la educación, la cultura y la comunicación catalanas. Ai las! El problema catalán se ha dejado pudrir prácticamente desde que estamos en «democracia» y ahora, a ver quién es el guapo que vuelve a meter a la fiera en la jaula. La aplicación del famoso 155 debió haber servido para eso, para fer dissabte; pero oigan: ni sábado, ni Lunes de Pascua. Los separatistas y quienes les dan apoyo siguen controlando esas tres áreas. ¿Han de sorprender los resultados? Lo único que ha detenido a alguno de ésos que dan su apoyo vergonzante es que le han dicho que «peligraba su grandeza de España».
Total: un sainete que nunca debió haber permitido el Gobierno. Permitir ese sainete le ha costado muy caro a García Albiol, alcalde de la única ciudad grande que le quedaba al PP en Cataluña, Badalona. Lo han quemado (a pesar de que a mí no me disgustaba como candidato) y posiblemente irá a Génova a poner la cabeza para que se la corten, con el beneplácito de… bueno, ¿quién quería su silla o a quién estorbaba? El PP está próximo a desaparecer en Cataluña si en Génova no hacen nada (y me temo que con la actual dirección no va a pasar nada). Un partido constitucionalista menos allí.
En cuanto al bailongo del Baix Llobregat, la yenka que pretendió bailar con los dos bandos le ha salido también cara. Quiso bailar con los dos bandos, el constitucionalista y el separatista, y los votantes constitucionalistas le han abandonado sin que por ello haya podido rebañar votos separatistas. Si Javier Fernández dirigiese el PSOE, quizá la sensatez que demostró en la gestora hubiera recompuesto un poco las cosas; pero lo dirige el monstruo de Sánchezstein, que ha dado en llamarse podemita sin serlo y está dispuesto a ser tragado por las fauces de la formación violácea, que se ha merendado sin pestañear a IU. Así, pues, Iceta seguirá donde está gracias a sus hermanos de logia y el PSOE (y antes de éste el PSC) se irá a la eme cantando alegremente la Internacional.
Finalmente, tenemos a los vencedores morales de esas elecciones, casi contra todo pronóstico: Ciudadanos. La formación naranja ha sido la lista más votada, pero… gracias a las martingalas que permite la LOREG, resulta que esa victoria no le sirve para gobernar. Resulta que los pactos postelectorales acaban con la alegría en la casa del pobre. En mi opinión, los pactos deberían ser pre-electorales, para que los votantes supiéramos a qué atenernos. Pero la Ley está como está y resulta que se unen dos partidos separatistas después de resultados y le roban a Inés Arrimadas la posibilidad de ser la primera presidenta de la Generalitat. Es legal, sí; pero es un robo. Con otra circunstancia: quienes están contra España siempre han encontrado espacio para unirse, mientras que a quienes defienden España lo único que les vale es la mayoría absoluta porque deben ganar en solitario.
Se puede calificar de misión imposible, realmente. Si Iceta no hubiera hecho el gilipollas con sus bailoteos y a García Albiol se le hubiera permitido elevar el perfil —estatura tiene para ello—, quizá se hubiera dado la posibilidad de un Tripartito constitucionalista. Pero, nuevamente, las cosas han ido como han ido y a Soraya —virreina de Cataluña— le ha importado más que Arrimadas no llegase al Palau de la Generalitat, aunque fuera a costa de joder a su propio candidato. Claro que con el desamparo que sufren los cuadros directivos del PP por parte de la directiva ¿nacional?, eso tampoco podría extrañar.
Aparte, en Génova 13 hacen también una lectura nacional de estos resultados. Ven cómo la estrella de Albert Rivera va ascendiendo con seguridad y sin prisas, mientras que la del PP se apaga, a rebufo de la de Rajoy y Soraya. Claro que lo de Albert Rivera no es flor de un día, sino que llevan ya 11 años: aparecieron en 2006 en el panorama político y se hicieron sitio en la política catalana porque Rivera se atrevió a salir en pelota picada en un cartel electoral. Y ahora en Génova she hacen todosh mishtosh ante la posibilidad de tener que pactar con Rivera, que no tiene hipotecas ni corruptos que se le puedan echar en cara. Con el PSOE ya estaba bien, porque cada uno tenía sus esqueletos en el armario y ninguno iba a abrir el armario del otro, entendiéndose entre ellos muy bien.
Señores, esto es (hoy) España: pasen y vean.
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Hi nice reading yyour post
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