Dónde estamos
A estas alturas ya es palmaria la absoluta inepcia de este ¿Gobierno? Ni pueden, ni saben (y a lo mejor tampoco quieren) gestionar la crisis. Esto nos devuelve a la distinción que mencionamos en este blog con alguna regularidad: la distinción entre «mandar» y «gobernar». En estos últimos meses, particularmente desde el 12-13 de enero, hemos sido testigos de una esplendorosa demostración de lo primero. A este ¿Gobierno? lo único que le ha importado es aparecer en el BOE: me refiero a que aparezca el nombre del ministro que se trate en el real decreto que se firme. Del resto que implica esa aparición, no saben o no quieren saber nada.
Sabemos de dónde venimos. Recordemos que es gracias a Mariano, que hoy no es más que un señorito de provincias, de los de purito y partida en el Casino, el mismo que se echó unas risas con Felipe tras salir de Moncloa, el que nos encaró a la situación en la que estamos: un presidente que sólo quiere figurar y al que no le importa echarse en brazos de los enemigos de España (básicamente los mismos que en 1936: separatistas y comunistas) para poder seguir haciéndolo. Y todavía le da más igual si debido a ello la casta política está podomizando al país. Si Mariano hubiera dimitido los españoles hubiéramos ido a elecciones y hubiéramos podido decidir que no queríamos a Sánchezstein. Pero sin duda, a alguien no le convenía que los españoles pudiésemos decidir. Por eso se montó el artilugio de la «moción de censura»; y la casta política, a la que un servidor cada vez más considera HMV,
cambió un presidente plasmático por otro sencillamente plasta y malvado. Tampoco cabe olvidar la responsabilidad (irresponsabilidad, cabría decir) de la vicetodo, ese arácnido completamente desarrollado, la que llamaba a los programas para poner y quitar tertulianos. Fueron sus actos los que permitieron el control total por parte de la izquierda del espacio mediático, cuando menos el televisivo. La cosa tiene su gravedad si consideramos que Soraya acabó convirtiéndose en la chica de los recados del Bilderberg. Pero de ello ya hemos hablado, así que lo dejaremos aquí.