Poème de l’amour et la mer, op. 19, de Ernest Chausson

Después del reconocimiento de plano de Txusito Egiguren en el sentido de que las coyundas de este ¿Gobierno? con ETA vienen de lejos, comprenderán ustedes que a uno se le quede un mal cuerpo de narices. No tanto por el hecho, que ya sospechábamos; sino por la confirmación de nuestras sospechas.

Por eso, de vez en cuando damos un descansito en esta casa a la porquería política. Para ello y sugerido por el amigo Noatodo, les propongo un interludio musical. Continuar leyendo «Poème de l’amour et la mer, op. 19, de Ernest Chausson»

Cova

(Original aquí)

Covadonga Sanz tiene 16 años y muchos amigos hechos en las últimas horas a los que ella aún no conoce.  El sábado pasado Cova, como la llaman familiarmente, tuvo un terrible accidente de tráfico a la altura de Ventisquero de la Condesa en Madrid. En el mismo fallecieron dos amigos suyos, de 19 y 20 años. Ella y otro amigo también de 20 años de edad resultaron gravísimamente heridos. Además, también resultaron heridas leves una mujer y su hija que viajaban en el vehículo contra el cual chocaron.

Cova lucha en estos momentos en La Paz por su vida. Las redes sociales también.

Su familia ha creado el twitter @aupacova, a través el cual van informando del estado de salud de la joven y piden se ore por ella.  El hashtag que usan es #iprayforcova y #animocova.

Son centenares los tuiteros, de todas las partes del globo terráqueo, desde Alabama a Canadá, pasando por Chile, Rusia, México, El Salvador o Suecia, los que rezan por ella. Ya tiene más de mil seguidores.

Yo me sumo. A los que seáis creyentes os pido que recéis por ella. Y los que no lo seáis que apoyéis a su familia.

¿Quién dijo que las redes sociales no tienen nada de positivo?

Interactivo

Tenía pensado hoy hablarles de política, que es de lo que suele tratar este blog. Pero hoy es uno de esos días en que la climatología no acompaña y, además, ¿para qué voy a hablarles de política, que hoy se tiñe de números? Lo único que nos queda claro a los profanos es que saldremos del pozo en que nos han metido nuestros políticos casi ad calendas graecas. Por eso hoy, que es uno de esos días que apetece sentarse, tomar un whisky (o licor espirituoso que sea de la preferencia de ustedes), poner un disco del gran Miles y dejarse llevar, quiero hablarles del penúltimo libro que ha caído en mis manos (el último es Los mitos hebreos, de Robert Graves y Raphael Patai, que por cierto también recomiendo a ustedes).

Dicho libro reza por título Interactivo y su autor es mi amigo Andrés García-Carro, una presencia no sé si «inteligente», pero sí presencia que intenta mantener la cabeza sobre los hombros en esta vorágine de emociones que se ha convertido nuestra vida pública diaria. No en vano residir fuera de España proporciona una perspectiva distinta (tal vez más amplia) de lo que ocurre en nuestras (por ahora) desventuradas Batuecas y evita la sobreexposición a esa vorágine con la que algunos pretenden dirigir nuestros pasos.

Si vamos a lo formal, el libro es una recopilación de comentarios y respuestas que el autor ha suscitado y recibido en su «muro» de Facebook, la red social en estos momentos. Comentarios en general políticos, pero no solamente políticos, sino de lo más variado. Por eso el libro se llama así: porque de algún modo, los que hemos comentado en el muro de Andrés somos coautores del libro (esté tranquilo Andrés, que no le pediré yo derechos de autor por el comentario que incluye en el libro).

Mientras lo leía me vino a la memoria otro experimento literario, que ése sí ha sido un «bombazo de ventas» (luego trataremos de ese aspecto): Contra viento y marea y su secuela Cada siete olas, del autor austríaco Daniel Glattauer. Glattauer adapta (no sé si realmente «actualiza») el género epistolar a las convenciones del e-mail, con sus emoticonos, a veces con sus brevedades y otras ateniéndose al formato epistolar tradicional, que permite una mayor expansión intelectual. Entiendo que existe un cierto paralelismo entre ambos, pues en ambos casos se trata de trasladar a un «universo 1.0» una vivencia de un «universo 2.0». Para entendernos, intentar reflejar en dos dimensiones algo que posee tres. Y creo que ese punto está perfectamente conseguido. Por lo demás, también es un libro ágil, en el sentido de que al conformarse como retazos de conversaciones se lee rapidito e incluso los produtos LOGSE podrán con él.

En cuanto a lo sustantivo, las opiniones de Andrés se muestran con toda su franqueza. Tal vez ésa sea la razón de que se haya tenido que pagar él mismo la edición del libro y no se lo haya editado, un suponer, Planeta o algún sello «menor» apto para francotiradores como él. Son opiniones que por regla general suscribo. Por ejemplo, debo agradecerle el haberme abierto los ojos respecto de Arturo Pérez-Reverte y enseñarme a mirar más allá de la prosa (periodística) de brocha gorda que practica D. Arturo. Merece un respeto quien tiene en su haber novelas como El Maestro de Esgrima, El club Dumas o La tabla de Flandes; pero periodísticamente he tenido que ponerlo en cuarentena.

Una afirmación con la que sí estoy plenamente de acuerdo: comentando el libro Sin mordaza y sin velos, de Josep Anglada: «(…) explica muy bien el porqué de la connivencia entre la Izquierda y el Islam, connivencia que básicamente obedece a su común propósito de erradicar el cristianismo para imponer sus respectivas cosmovisiones totalitarias» (p. 39).

Opiniones como ésta, nada políticamente correctas en un país que poco a poco se va quedando ciego gracias a la educación y a la televisión (razón por la cual los tuertos ordenan y mandan y a su vez son mandados y ordenados por otros), son muy de agradecer en el chato panorama político que nos toca sobrellevar como mejor podamos.

Pero Andrés opina de otros varios asuntos, como por ejemplo, el terrorismo y su tratamiento desde el lado constitucionalista. Opiniones que le valdrían su expulsión fulminante de cualquiera de los dos partidos mayoritarios (caso de que militara en ellos, extremo que desconozco) porque chocan frontalmente contra esa especie de idiotez complaciente que se ha extendido en las cúpulas dirigentes (acaso sea en realidad miedo, pero eso puede ser materia de otro post).

En cualquier caso, las opiniones de Andrés son las de un «señor de derechas español de vanguardia», en el mejor sentido del término: respetuoso con la tradición, sobre todo con la tradición griega de filosofar, de usar la cabeza para algo más que para dar bien en la foto (preocupación máxima de nuestros mandamases). No del acollonado y políticamente correcto centro reformishta que casi con seguridad alcanzará el poder el próximo día 20. Tal vez Mariano, en vez de tanto leer el Marca y pedalear, debiera leer este libro desde la primera página hasta la última. Y tomar nota. Así los demás sabríamos si el horizonte político del casi próximo presidente del Gobierno es el Partido o hay algo más allá. Quizá por eso no lo ha publicado Planeta (nadie quiere problemas con un Gobierno que se va, y menos aún con un Gobierno que está a punto de llegar). Eso no quita para que lo lean ustedes y tomen también nota para el día 20…

Actualización

Ha comentado mi amigo Andrés que no le termina de convencer eso de que le clasifiquen como «un señor de derechas» (que no sé si lo que no le gusta es lo de «señor» o lo «de derechas»). Así que lo dejo en «un español de vanguardia», que probablemente le gustará más y no denota la diferenciación  con los maricomplejines que yo pretendía resaltar.

Mi lugar, mi pequeño sueño

Ya saben ustedes que en esta casa, a pesar de que los últimos tiempos son muy moviditos y casi no queda espacio para hablar de otra cosa que no sea de política, rompemos a veces el curso normal de los acontecimientos para introducir alguna variación, algún desvío en esa highway to hell que parece ser la vida pública española.

Es el caso, pues, que quiero traerles a colación la última lectura de la que hemos dado cuenta, tomando buena nota del aforismo de Groucho Marx («Nunca agradeceré lo bastante a la televisión lo que ésta ha hecho por mi cultura: la cierro y me pongo a leer»). En esta ocasión el libro se titula Mi lugar, mi pequeño sueño, de don Luis Anguita Juega, editado por el sello Nostrum. Y como le prometí al autor un breve comentario (o mejor dicho, «comentario en breve»), allá vamos.

El fondo

La novela comienza in medias res, presentando a uno de los protagonistas en la peor (por lo menos en nuestra opinión) en que un personaje se puede encontrar: postrado en la cama de un hospital, en estado de coma tras sufrir un atropello. La línea argumental va desgranando sus idas y venidas coast-to-coast entre Cataluña y Galicia, cómo va encontrándose en el camino a personas que adquirirán una relevancia fundamental en su vida y, sobre todo, cómo aquellas personas que parecían un sueño inalcanzable van acercándose progresivamente.

Lo interesante de la novela, a nuestro entender, es que el autor habla a través de dos personajes, no de uno. No solamente nos cuenta lo que piensa y siente uno de ellos, sino que también nos habla de las peripecias, pensamientos y emociones del otro. Y a través de estos dos personajes se van añadiendo capas (y páginas) a la historia, que verdaderamente ha de entenderse conseguida, pues debo confesar a ustedes que una vez empecé a leer no fui capaz de soltarlo hasta enterarme de cómo terminaba la novela.

Más allá de lo puramente novelístico, la novela también habla de verdades (no sé si llamarlas «eternas» en este mundo relativista en el que estamos inmersos), de las cuales la que quizá sea más evidente se halla escrita en las primeras líneas de la dedicatoria:

«A lo largo de tu vida te vas a encontrar con objetivos que pueden ser muy difíciles de superar. Si sólo te fijas en el camino que te queda por recorrer y la multitud de puentes que hay que cruzar para alcanzarlos, seguramente te venza el desánimo; pero si mantienes la confianza en ti mismo, el compromiso en lo que quieres, la constancia en tu lucha diaria y el coraje para cuando comiencen las dificultades, seguramente podrás conseguir que se cumpla tu sueño».

También nos gustaría destacar el hecho de que el autor apela a principios morales. Sobre todo cuando el protagonista principal va a cambiar de rumbo en su vida. Cuestiones que éste nunca se había planteado seriamente emergen en un momento determinado de la novela y provocarán un cambio fundamental en la misma.

En resumen, una novela optimista, que nos muestra cómo prácticamente todos los personajes consiguen esas «tres cosas que hay en la vida» porque nunca se olvidan de su objetivo, porque ponen el empeño necesario y porque en su caminar se encuentran con las personas adecuadas. En ese punto, incluso los que en un primer momento parecen haber equivocado la elección corrigen el rumbo o la vida les presenta una segunda oportunidad.

Y una novela que gusta porque en todo momento hay la posibilidad de identificarse con alguno de los personajes en las situaciones que esté viviendo en ese momento. Desde ambas perspectivas cabe recomendar la novela total y absolutamente.

La forma y estilo

En este apartado no hay gran cosa que señalar. Hay, sí, un par de puntos que nos gustaría remarcar. El primero de ellos es que nos hemos encontrado con una falta de ortografía (p. 104: «Hay Andresillo, para eso hay que ser madre»). No hemos observado que haya ninguna más; en todo caso, como se suele decir, «dedúzcase el tanto de culpa a quien corresponda».

El segundo de los puntos que citábamos es harto resbaloso, pues se trata de la puntuación. Y decimos resbaloso porque aquí nos encontramos con un problema: ¿dónde termina la «licencia de estilo»? No es, ni mucho menos, un problema de esta novela. Lo pueden encontrar ustedes en los periódicos, en las revistas… Lo que entendemos aquí que se produce es una especie de confusión entre agilidad y prisa. Confusión muy de nuestra época, por dos motivos: primero, la vida parece que está sometida a breves plazos (señaladamente los plazos judiciales, como el autor sabrá bien); por ello, parece también que no hay que entretenerse en detalles. Segundo, parece que para que una novela se venda es necesaria esa sensación de velocidad, algo así como de que «no cuesta leerla porque se lee rapidito». Pero este segundo motivo no tiene que ver con el autor, sino con las editoriales. No quiero imaginar los problemas que hubiese tenido Cervantes si hubiese querido colocar hoy su obra maestra en alguna editorial mayor.

La aludida confusión, con las connotaciones mencionadas, provoca que el autor abuse de la coma («la coma que sirve para todo») o que a veces incluso prescinda de ella (p. 105: «María que me vas a preocupar de verdad»; p. 217: «¿Xavier me permites una pregunta?»). En alguna ocasión también prescinde de signos de interrogación; si bien, como decimos, son detalles que se ven también en la prensa, marcada –en estos tiempos más– por la inmediatez y la velocidad. No hay tiempo para dedicarse, como el antiguo artesano, a pulir esos pequeños detalles.

En resumen: mi valoración de la novela es muy positiva y recomiendo su lectura. Es fácil que otros vean como un defecto el «exceso de moralina»; pero particularmente a mí me parece correcto que se recuerden estas cosas, en esta época en que a veces hay que recordar lo obvio. Espero no haber revelado mucho de la novela y espero también que si ustedes deciden adquirirla, la disfruten como se merece.

Norwegian Wood

Acabo de terminar de leer la novela Norwegian Wood, de Haruki Murakami. Murakami es un autor al que por lo menos medio mundo adora, como una especie de Dan Brown de ojos rasgados. Por consejo de un amigo, al que expresé mi curiosidad, adquirí la novela (en cuanto a libros, aún soy bastante anticuado), que en castellano se ha titulado Tokio Blues, título (algo) menos críptico que el original japonés.

Tras leer la última página, la impresión que me ha dado es que debería llevar un subtítulo algo así como «El suicidio considerado como una de las bellas artes». La muerte autoinfligida está presente siempre, de una forma u otra: a veces muy directa, en los suicidios; otras, aunque no esté ahí, uno lo está percibiendo. Personajes siempre al borde del precipicio, colección de egos frágiles, no terminados de formar, como crisálidas fallidas. Quizá el único más «estable», aunque pueda parecer tontería, es Tropa-de-Asalto y su manía por la limpieza.

Me comentó mi amigo Dani que la novela me iba a gustar «si me gustaban los temas de la condición humana, la historia (en especial de la Segunda Guerra Mundial) y los gatos». Tal que así, yo me esperaba una Gatomaquia en pictogramas; pero finalmente el único tema que yo veo relevante es precisamente el de la condición humana, pues la Segunda Guerra Mundial es personificada y de modo ridículo por Tropa-de-Asalto y sus anécdotas. En cuanto a los gatos, no aparecen hasta la página 300 y pico (de 383 que tiene la novela, es un buen porcentaje) y ni siquiera mucho, así que no me puedo quejar.

Mucho más interesantes, a pesar de lo que me comentó Dani, son las referencias literarias. Y pesan, en mi opinión mucho más que el jazz o la música en general (otro tema recurrente en la obra de Murakami, según Dani). Sí que es verdad que uno de los personajes (Reiko, ex profesora de piano) se pasa el día tocando a la guitarra canciones diversas; pero me impresionó mucho más el juego de espejos que se provoca entre Ami, el sanatorio atípico en que vive la novia del protagonista Watanabe, y La montaña mágica, libro que lleva Watanabe en una de las ocasiones en que va a ver a Naoko, su novia o «persona muy especial». En ambos casos se produce una niebla que a veces apenas recubre el autismo maquinal de los personajes.

La novela termina de forma abierta. Reiko sale del sanatorio poco después del suicidio de Naoko. Watanabe y ella se acuestan; lo que visto desde el punto de vista de él, es una forma de cerrar la etapa para poder enfrentar sin ataduras otra relación que estaba gestándose (con Midori Kobayashi, compañera de clase e hija del viejo librero aquejado de un tumor, que se nos aparece muriendo en el hospital).

Mientras leía la novela no podía impedir el recordar la fascinación por el suicidio que recorrió Japón hace unos años entre los jóvenes. No sé si habría que verlo con ojos distintos de los occidentales (pareciera normal en una cultura donde el sepukku es un acto honorable). Sin embargo, que esos jóvenes decidieran quitarse la vida, citándose incluso en un bosque… Curiosamente, la novela es de 1987 y, si no entiendo mal, al asunto le faltaba aún tiempo para convertirse en la moda macabra que fue varios años más tarde.

Finalmente, una palabra sobre las opciones. Murakami plantea varias «opciones al suicidio». La primera, la soledad consciente y buscada, que hace tomar una cierta distancia de los demás porque se vibra en una onda distinta Un estoicismo muy a la japonesa, en fin. En segundo lugar, el desenfreno de otro personaje, Nagasawa, niño rico embarcado en una loca huida hacia adelante, atiborrándose de placer para no sentir el vacío interior que sienten los demás y para no verse arrastrado al borde del precipicio, como ellos.

No es una mala novela. Más bien es una novela para leer en días lluviosos, saboreando un whisky y dejando que el gran Miles nos cuente alguna que otra historia al oído…

Vote Dinio for president

Lo leo y no lo creo. O sí, miren ustedes. Parece ser que al final la propuesta de los indignaos, aparte de decantarse en un partido (EQUO), que parece haber desaparecido de la escena, es la de presentar candidatos a ministros, nada menos. Teniendo en cuenta que ha resultado ser un movimiento más de izquierdas que otra cosa, hay que tener en cuenta el dogma de que «para ser ministro vale cualquiera», como lo prueban las indocumentadas Aído, mi Maleni o la Pajina en un Ministerio que está absolutamente fuera de sus capacidades.

En esta España «de charanga y pandereta» que hemos vuelto a ser tras ímprobos esfuerzos de nuestra casta política (no sólo de ella, pero primera y principalmente de ella), como los partidos tradicionales ya no nos convencen, queremos otros. Pero somos generaciones pasadas por la LOGSE, así que ya no buscamos gente de mucha altura. Nos bastan personas que den bien en la tele aunque no den la talla donde debieran. El caso es que la propuesta se va pareciendo mucho a aquella del «Nuevo gobierno japonés». Y si eso, ya que el trabajo falta, en España nunca ha faltado la guasa. Vean, vean….

Presidente                                                      Dinio

Vicepresidente Económico                     Dioni o Fèlix Millet (por la cuota catalana).

Vicepresidente Segundo y Portavoz    Belén Esteban

Ministro de Agricultura                             Jorge Javier Vázquez

Ministro de Industria                                  Fernando Alonso

Ministro de Defensa                                     Pedro Zerolo

Ministro de Interior                                    Carlos Navarro, El Yoyas

Ministro de Trabajo e Inmigración       Juan Luis Fabo (liberado sindical)

Ministro de Asuntos Exteriores             Willy Toledo

Ministro de Educación                               Mª Antonia Iglesias

Ministro de Cultura                                      Teddy Bautista (bueno, cuando salga del maco).

Ministro de Justicia                                     Baltasar Garzón

Ministro de Sanidad                                    Luis Montes

Y no se ponen más, porque estamos en crisis y hay que ahorrar. Pero no me dirán ustedes que no es una propuesta atractiva, visto lo visto en estos últimos tiempos. Quizá Garzón canta un poco en la lista, pero es que han tenido una deferencia con él: después de la afrenta que supuso que el Ministerio de Justicia fuese a las manos del cochero de Drácula, Juan Alberto Belloch (afrenta doble porque reunió en sus manos Justicia e Interior), y después de que nuevamente el Ministerio se le escapara a manos del gallego Caamaño, que hoy parece tener los días contados («lo que importa no es el Caamaño, sino lo que haces con él»).

En fin. Riámonos un poco que para cabrearse aún queda tiempo…

Palabras para el 15-M

«Si lo que deseáis abolir es una ley injusta, debéis saber que esa ley fue escrita con vuestras propias manos sobre vuestras propias frentes.

No la borraréis quemando vuestros Códigos ni lavando la frente de vuestros jueces, aunque vaciéis todo un mar sobre ella.

Y si es un tirano el que queréis deponer, tratad primero de que su trono, erigido en vuestro interior, sea destruido.

Porque ¿cómo puede un tirano obligar a los libres y a los dignos sino a través de un sometimiento en su propia libertad y una vergüenza en su propio orgullo?»

Khalil Gibran, El Profeta

Éramos pocos, pero la abuela no parió

La tarde era soleada y primaveral en Barcelona. Un marco incomparable, que hubiese dicho Miguel de los Santos de haber escrito él la crónica. Como la escribe un servidor de ustedes, les diré que a eso de las 17.30 horas llegué al lugar de la concentración, Plaça de Sant Jaume, con mi americana, mi camisa negra y mi cartera, hoy especialmente cargada debido a mis obligaciones: sudando como un orondo ejemplar de Sus scrofa domestica.

Para quienes no hayan oído hablar de la Plaza de Sant Jaume, les diré que no solamente es el lugar donde los culés celebran los triunfos. Es también la ubicación del Palau de la Generalitat, en donde se hace política catalana de la buena, de la de Diari Oficial, y donde se cocinan los famosos recortes de Sanidad entre otras historias que estos días son noticia en Cataluña, por desgracia para las personas normales como ustedes y yo.

El caso es que se preguntarán qué hacía un servidor a esa hora, en ese sitio y sudando la canícula gorda. Pues es sencillo: ante la imposibilidad de desplazarme a Madrid para estar junto a Francisco José Alcaraz y Voces contra el Terrorismo, decidí que podía aportar mi granito de arena apoyando con mi presencia esta mini-concentración. No me imaginaba que sería tan «mini»; pero en fin, no adelantemos acontecimientos.

Debo decir también que la concentración transcurrió prácticamente en famille ou petit comité. No había muchos más de los que se ven en la foto y se presentaron también un par de cadenas de televisión para cubrir el evento. Tras un minuto de silencio en memoria de las víctimas del terremoto de Lorca, habló y muy bien la delegada de AVT. Habló sobre la vergüenza de que Bildueta tenga el permiso de ese «Alto Tribunal» que ya saben ustedes cómo se llama, para presentarse a las elecciones del domingo que viene. Y habló sobre la vergüenza de ningunear a las víctimas: los hunos porque no les bailan el agua y les molestan sobremanera para sus orchestral manoeuvres in the dark, y los hotros porque «han dejado de serles útiles políticamente» (aunque eso sí: para salvar la cara permiten que vayan destacados miembros de los mismos «a título personal»). Y qué quieren que les diga: no puedo estar más de acuerdo con ese planteamiento de la delegada.

También debo decir que no faltó un pequeño incidente: una indocumentada y descerebrada joven, al vernos allí coreando «ETA fuera» y otros lemas, nos llamó (más propio sería decir que berreó) «¡Fascistas! ¡Fuera, fuera!». Pero deduciendo que es una persona que no se mira al espejo por las mañanas, comprendí que sería inútil intentar razonar con ella. No debe de ser de las que entiendan la noción de razonamiento pacífico.

Y así, entre el trabajo de la prensa videográfica y demás, terminó la concentración. Luego fue curioso el observar que a unos pocos metros un grupo de personas, que vestían el traje típico de gallegos, empezaron a tocar la gaita y el tambor. El corrillo que se formó era más numeroso que el que había sido el nuestro. Da que pensar que el público allí presente prefiriese prestar más atención a unos soplagaitas (dicho sea con respeto por los gaiteiros, pero también con amargura) que a la noble causa de la AVT.

Y da pena pensar que los señores de la ACVOT, la versión catalana de la AVT, no se presentaron cuando es algo que pudieron haber apoyado perfectamente. Quizá haya influido que reciban subvenciones de la Generalitat. No lo sé y no puedo afirmarlo categóricamente. Pero es significativo. Tampoco podíamos contar con que el mismo día (¿casualidad?) se organizara una manifa contra los recortes sanitarios del señor Mas-o-menys, que ésa al parecer sí ha sido un éxito de público.

En cualquier caso, hay que recordar que todos nos acostamos, tengamos señora o no, con nuestra conciencia (los que la tengan). Y ahora mismo la mía está tranquilísima.

«Santa» República

De la Constitución de 1931:

Artículo 26.

Todas las confesiones religiosas serán consideradas como Asociaciones sometidas a una ley especial.

El Estado, las regiones, las provincias y los Municipios, no mantendrán, favorecerán, ni auxiliarán económicamente a las Iglesias, Asociaciones e Instituciones religiosas.

Una ley especial regulará la total extinción, en un plazo máximo de dos años, del presupuesto del Clero.

Quedan disueltas aquellas Órdenes religiosas que estatutariamente impongan, además de los tres votos canónicos, otro especial de obediencia a autoridad distinta de la legítima del Estado. Sus bienes serán nacionalizados y afectados a fines benéficos y docentes. (golpe a los Jesuitas).

Las demás Órdenes religiosas se someterán a una ley especial votada por estas Cortes Constituyentes y ajustada a las siguientes bases:

1ª. Disolución de las que, por sus actividades, constituyan un peligro para la seguridad del Estado.
(WTF?????)

2ª. Inscripción de las que deban subsistir en un Registro especial dependiente del Ministerio de Justicia.

3ª. Incapacidad de adquirir y conservar, por sí o por persona interpuesta, más bienes que los que, previa justificación, se destinen a su vivienda o al cumplimiento directo de sus fines privativos.

4ª. Prohibición de ejercer la industria, el comercio o la enseñanza.

5ª. Sumisión a todas las leyes tributarias del país.

6ª. Obligación de rendir anualmente cuentas al Estado de la inversión de sus bienes en relación con los fines de la Asociación.

 Artículo 27.

La libertad de conciencia y el derecho de profesar y practicar libremente cualquier religión quedan garantizados en el territorio español, salvo el respeto debido a las exigencias de la moral pública.

Los cementerios estarán sometidos exclusivamente a la jurisdicción civil. No podrá haber en ellos separación de recintos por motivos religiosos.


Todas las confesiones podrán ejercer sus cultos privadamente. Las manifestaciones públicas del culto habrán de ser, en cada caso, autorizadas por el Gobierno.
(Qué actual)…

Nadie podrá ser compelido a declarar oficialmente sus creencias religiosas.

La condición religiosa no constituirá circunstancia modificativa de la personalidad civil ni política salvo lo dispuesto en esta Constitución para el nombramiento de Presidente de la República y para ser Presidente del Consejo de Ministros.

Sobre estas bases se orquestó la persecución religiosa durante la República. Ésta era la parte legal del iceberg. Lo de la quema de iglesias y conventos, y la tortura y asesinato de religiosos (y otros) ya se imaginarán ustedes: «cosa de incontrolados», etc., etc. Pero ya conocen ustedes la querencia de la izquierda por jugar con las dos barajas: cuando sea posible, con «tácticas legales». Allí donde no lleguen las «tácticas legales», llegará la ilegalidad promovida desde la sombra por la izquierda. Y lo mismo que los comunistas «no tienen nada que celebrar» el 9 de noviembre (aniversario de la caída del Muro de Berlín), los católicos y gente de bien en general no tenemos nada que celebrar hoy. Acaso recordar a quienes la barbarie republicana se llevó por delante y actuar para que aquello no se vuelva a repetir.

Crisis

Dicen que España está pasando la peor crisis de los últimos 30 años. Por lo general, si ustedes hacen un recorrido por la prensa se encontrarán con los lugares comunes habituales: la burbuja inmobiliaria, Madoff, la codicia bancaria (de la cual últimamente tenemos una buena muestra con Botín apoyando a ZP sólo porque le conviene a él y no a los 5 millones de parados)…

Sin embargo, yo creo que las causas y orígenes están en un período bastante anterior. Quiero decir que esta crisis no se gestó de hace cuatro días, como podría decirse. La crisis empezó apenas terminado el franquismo, cuando se dijo que «todo lo que representaba el franquismo debía ser eliminado», al modo fernandino. La obra de Franco, estuviese bien o mal hecha, debía ser desmantelada para dar paso a los nuevos modos. Que los «nuevos modos» han sido un fracaso no necesita de mayor encarecimiento.

Pero sobre todo, donde se incidió especialmente es en lo que esta progresía de medio pelo, que hoy milita en los dos grandes partidos, dio en llamar nacionalcatolicismo. O por mejor decir: un cierto sentido de la moral pública, derivado de una fuerte conciencia como nación. Los «nuevos modos» educativos insistieron en romper esta especial vinculación de la persona con la nación (entre otras razones porque eso era fundamental para que algunos pudieran montar su chiringuito). A la par, inauguraban una ciudadanía sin límites morales, que aquí se entendía como católico y, como tal, «rancio», «pasado de moda», «cavernario», etc. Se estaba educando a una nueva ciudadanía para que pudiera ser «gobernada a través de sus vicios», en expresión de José María Carrascal.

Con estos mimbres, la crisis política no tardaría en llegar. Personas curtidas en los escalafones de los partidos (en rigor del PSOE porque, como muy gráficamente decía Alfonso Guerra, «no tenemos oposición») eran las que llegaban a algún puesto de responsabilidad pública y daban un pelotazo porque las habían educado sin escrúpulos de ningún tipo. No en vano quienes tengan una edad recordarán al exministro Solchaga decir que «España es el país donde uno se hace rico más rápidamente». O esta otra lindeza de un cierto ministro de Industria, un tal Luis Carlos Croissier: «la mejor política industrial es la que no existe».

Llena, por tanto, la política de aquellos años de trepas, mediocres, lameculos y otras hierbas, la crisis económica estuvo a la vuelta de la esquina. Fue anunciada por el resacón olímpico y el aviso más claro fue la introducción en 1993 (¡y de la mano de Pujol, nada menos!) de los contratos-basura, contra los que nadie protestó (sabido es que las manifas son organizadas por la izquierda, no contra ella). Despojada así la ciudadanía de su dignidad colectiva y adscrita ésta a la variante churra o merina de nuestra antaño rica cabaña ovina, sólo algunos periodistas levantaban la voz contra ese campo de Agramante en que se habían convertido España y la política.

Los gobiernos de Aznar trataron de invertir el signo de la marcha. En algunos casos no se hizo porque no se pudo o no hubo tiempo material. En otros, según la expresión consagrada, no hubo voluntad política de realizar el cambio necesario: por ejemplo, el de la ley del aborto socialista (si bien déjenme decir que ésa tal vez no hubiera sido una mala ley si se hubiese cumplido a rajatabla), de la LOREG (popularmente llamada «ley electoral») para reducir el peso de los nacionalismos, enemigos de España ahora sin careta…

Y con ZP… bueno, «ése que se ha ido pero sigue ahí»… hemos vuelto por donde solíamos y con más fuerza. Decidido a destrozar conce(p)tualmente a España y a los españoles para convertirnos en aldeanos estúpidamente orgullosos de nuestro lugarcito, que diría monsieur Brel, ZP ha impulsado un proyecto que ha supuesto aplicar a un trozo de carne una dosis masiva de ácido sulfúrico. Así nos estamos quedando: pobres como ratas, divididos entre pobres y ricos (toma «lucha de clases»… propiciada además desde la izquierda) y un abismo cada vez mayor entre unos y otros. Pero sobre todo, nos estamos quedando moralmente inermes ante lo que se nos viene encima: la invasión silenciosa de los musulmanes. Y ante ésos no cabrán medias tintas, ni dudas, ni nada de nada. ¿Tomas nota, Mariano, o necesitas un croquis más completo?

Pensamientos al vuelo

Ideas, intuiciones y otras cosas que se me pasan por la cabeza

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Las cuatro esquinas del mundo

Nadie entre sin aumentar la entropía

Mirando hacia arriba...

Reflexiones sobre cosas que pasan en los cielos

El vuelo del albatros

Pensamientos diversos a vista de pájaro

Cuatro amiguetes y unas jarras

Ya que no podemos arreglar el mundo, hablaremos de lo que nos interesa: la política y los políticos, el fútbol, el cine, y todo lo que nos molesta, acompañados por unas jarras de cerveza. Bien fresquitas, por supuesto

General Dávila

Nada hay como el soldado español y mi única aspiración siempre ha sido estar a su altura

VIA LIBRE

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Verdades Ofenden

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C Y K L O S

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La Imagen Reflejada

El Patito se vió reflejado en el agua, y la imagen que ésta le devolvía le cautivó por su hermosura: era un magnífico Cisne

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"Los dogmas del quieto pasado no concuerdan con el tumultuoso presente." (Abraham Lincoln)