Lo leo y no lo creo. O sí, miren ustedes. Parece ser que al final la propuesta de los indignaos, aparte de decantarse en un partido (EQUO), que parece haber desaparecido de la escena, es la de presentar candidatos a ministros, nada menos. Teniendo en cuenta que ha resultado ser un movimiento más de izquierdas que otra cosa, hay que tener en cuenta el dogma de que «para ser ministro vale cualquiera», como lo prueban las indocumentadas Aído, mi Maleni o la Pajina en un Ministerio que está absolutamente fuera de sus capacidades.
En esta España «de charanga y pandereta» que hemos vuelto a ser tras ímprobos esfuerzos de nuestra casta política (no sólo de ella, pero primera y principalmente de ella), como los partidos tradicionales ya no nos convencen, queremos otros. Pero somos generaciones pasadas por la LOGSE, así que ya no buscamos gente de mucha altura. Nos bastan personas que den bien en la tele aunque no den la talla donde debieran. El caso es que la propuesta se va pareciendo mucho a aquella del «Nuevo gobierno japonés». Y si eso, ya que el trabajo falta, en España nunca ha faltado la guasa. Vean, vean….
Presidente Dinio
Vicepresidente Económico Dioni o Fèlix Millet (por la cuota catalana).
Vicepresidente Segundo y Portavoz Belén Esteban
Ministro de Agricultura Jorge Javier Vázquez
Ministro de Industria Fernando Alonso
Ministro de Defensa Pedro Zerolo
Ministro de Interior Carlos Navarro, El Yoyas
Ministro de Trabajo e Inmigración Juan Luis Fabo (liberado sindical)
Ministro de Asuntos Exteriores Willy Toledo
Ministro de Educación Mª Antonia Iglesias
Ministro de Cultura Teddy Bautista (bueno, cuando salga del maco).
Ministro de Justicia Baltasar Garzón
Ministro de Sanidad Luis Montes
Y no se ponen más, porque estamos en crisis y hay que ahorrar. Pero no me dirán ustedes que no es una propuesta atractiva, visto lo visto en estos últimos tiempos. Quizá Garzón canta un poco en la lista, pero es que han tenido una deferencia con él: después de la afrenta que supuso que el Ministerio de Justicia fuese a las manos del cochero de Drácula, Juan Alberto Belloch (afrenta doble porque reunió en sus manos Justicia e Interior), y después de que nuevamente el Ministerio se le escapara a manos del gallego Caamaño, que hoy parece tener los días contados («lo que importa no es el Caamaño, sino lo que haces con él»).
En fin. Riámonos un poco que para cabrearse aún queda tiempo…