A las barricadas

Hace tiempo que no escribía sobre «asuntos mexicanos» y creo que ya toca. El título es lo bastante expresivo de la situación que se vive especialmente en el D.F. López Obrador, convencido de que la razón suprema no está en los tribunales ni en las instituciones, todas ellas vendidas al PAN, por supuesto), se lía la manta a la cabeza y corta nada menos que el Paseo de la Reforma, una de las arterias principales de la ciudad. Como si en Madrid levantara su campamento en medio de La Castellana.

La verdad que los propios del lugar están hasta las narices de tanto manifestante. Tengan o no razón los manifestantes, lo que no les parece justo es que tengan que cerrar porque unos zarrapastrosos se han plantificado delante de sus comercios en apoyo de AMLO para pedir justicia. Que no. Que están teniendo muchas pérdidas, oiga. Y que como esto siga así se acabaron las vacaciones en Acapulco. Y ellos, que tan religiosamente votaron a Felipe Calderón y-no-joda, pues que les están jodiendo a base de bien.

Los medios de comunicación están bombardeando a la población con la idea de que «ya está bien». Sin embargo, parece que efectivamente hubo juego sucio por parte del PAN. En otras latitudes eso hubiera significado la anulación y consiguiente repetición de las elecciones. Aquí, de momento, «no pasa nada». Apenas nada, porque el ruido se siente en la calle. Pero la otra pregunta que uno, como extranjero, puede hacerse, es la siguiente: ¿qué presidente es preferible? ¿Aquel cuyo partido lo escoge como candidato porque es el menos pringao de todos?¿O aquél que aparece más limpio, pero que se ha peleado con todas las instituciones y de haber habido más burocracia se hubiera peleado igualmente con toda esa burocracia extra?

Sabremos la respuesta en unas semanas. Mientras tanto, AMLO sigue vociferando que tiene razón (pero en la calle). Que Dios guarde al mexicanito de a pie, porque Fox ya tiene pie y medio fuera del Gobierno. Y de los que vienen, al menos uno ya sabe los intereses a los que se debe. Y no son precisamente los del pueblo.

Solidaridad

Me entero tarde, muy tarde del percance ocurrido en un acto de Ciutadans de Catalunya y sobre el que escribe Victoria Prego en su blog. Es lo que tiene estar fuera de casa: las noticias, buenas o malas, siempre llegan más tarde.

El hecho en sí llama la atención; pero no sólo por sí mismo, sino por su encaje en una estrategia de eliminación física de disidentes. Todo ello en la mejor tradición de la izquierda. Dejemos bien claro aquí que el hecho de que un partido concurra a unas elecciones no lo convierte automáticamente en «democrático». Si fuera así, cabría considerar que el NSDAP alemán fue un partido «democrático» porque concurrió y «ganó» las elecciones de 1933 (después de una intensa campaña de amedrentamiento de los adversarios políticos, cuando no de su eliminación).

Si miramos del lado comunista, nos percataremos por fuerza que el PCUS no se presentó jamás a unas elecciones. De hecho, obtuvo el poder gracias a un golpe de Estado. Por lo demás, allí donde el Partido Comunista tuvo facultades de gobierno, la democracia brilló (y brilla: véase en Cuba) por su ausencia, aunque la parafernalia oficial usaba con profusión los tópicos habituales: «pueblo», «patria», «obrero», «campesino» o «revolución».

Establecido, pues, que la izquierda tampoco puede alegar una tradición democrática, vamos al meollo del asunto.

Vuelven los fantasmas de los años 30. Una parte de la juventud, inculta pero adoctrinada para reconocer al enemigo, la emprende a golpes, gritos e insultos contra personas que haciendo uso de la libertad de expresión y reunión, tratan de llevar a cabo un acto. Culpable es la juventud por lo que hace, de acuerdo; pero más culpable es aún una educación histórica insuficiente y falsa, que deja espacio al adoctrinamiento y a la incitación lisa y llana a la violencia. Más culpables son los ideólogos a quienes no les importa atizar el fuego con proclamas incendiarias. Más culpable es un gobierno que pretende «reescribir la historia», aun a costa de la verdad (y ganar de paso guerras que se perdieron). Hitler reclutaba a sus seguidores entre las masas de parados y otras gentes de malvivir. Hoy parece que el fascismo de izquierdas hace lo mismo.

«Cuando reflexionemos sobre nuestro siglo XX, no nos parecerán lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas».

Martín Luther King.

Eso es precisamente lo que debiéramos evitar. Solidaridad con Victoria Prego, Arcadi Espada, Ciutadans de Catalunya y que el peso de la ley caiga sobre los energúmenos que los agredieron (y sobre los energúmenos que adoctrinaron a los agresores, más energúmenos aún).

Furioso

A pesar de la distancia que me separa de la madre patria, desde aquí puedo oír la «virtuosa indignación» del inefable secretario de Desorganización del PSOE, Pepiño Blanco, por el famoso video del PP vasco, en el cual se funden la serpiente de ETA y la rosa socialista. ¿Pero por qué se enfada, hombre? Se conoce que el señor Blanco tiene memoria selectiva. Se le olvida el famoso «video del doberman» de la campaña de 1996, en la cual y de hecho se comparaba al PP con una jauría de perros rabiosos. El PP soportó estoicamente ésa y otras humillaciones, haciendo de tripas corazón y con la mente puesta en el «pasar página», mientras el PSOE se deshacía en luchas internas por los pedazos que quedaron después de la «dulce derrota».

También se le olvida al señor Blanco la pantomima del comando Dixan, en que un sonriente Jesús Caldera prácticamente comparaba en una rueda de prensa a los supuestos elementos terroristas con niños haciendo experimentos con un juego de química y dando a entender que «en realidad, no representaban ningún peligro». Ya sabemos a qué jugaban esas personas: lo comprobamos de sobra el 11 de marzo de 2004.

Dejando aparte el hecho de que nuestro glorioso «presidente por accidente» ZP se empeña en ganar la guerra que perdió su abuelo rojo, a estas alturas de la legislatura queda claro que a ZP no le importa lo que tenga que hacer para mantenerse en el poder. Lo que aparece en el video del PP, probablemente amplificado por la fuerza de las imágenes, es el hecho de que el PSOE pacta con ETA desde una posición claudicante, mientras quiere hacernos creer al resto de los españoles que es el Gobierno quien domina la situación. Aunque sea muy dramático dicho así, a ZP no le importa «romper España» con tal de mantenerse en la poltrona.

Pues eso es lo que le enferma al señor Blanco. Que «el enemigo» utilice las mismas armas para poner de manifiesto una verdad objetiva que se pretende sustraer al conocimiento de los ciudadanos. Es como si el señor Blanco estuviera diciendo: «Nosotros podemos usar un bazooka si nos apetece, pero ustedes sólo pueden ir armados con un tirachinas. Y si no, no jugamos». Y hasta ahora, el PP había respetado esa infame regla; mucho más al gobernar, puesto que se encontró prácticamente «tierra quemada» en 1996. Pero finalmente y como se dice en «El amor brujo», se puede ser más tiempo martillo que yunque. Y el PP se cansó de ser yunque y empezó a responder. Eso es lo que le causa «rabia» e «indignación» al señor Blanco: que estos «fascistas» no agachen la cabeza y empiecen a responder a la provocación permanente por parte de las fuerzas de la izquierda. Que los esfuerzos por expulsar al PP de la vida pública no den el resultado apetecido.

Comprendemos su «furia», señor Blanco. Pero le recomendamos seriamente que se lo tome con calma. Podría ser recomendable incluso que antes de cada rueda de prensa se tomase un chupito de oruxo as herbas, a ver si así desciende la cantidad de tonterías que dice por minuto. Y que mire de su lado antes de «atacar» con esa indignación virtuosa, que además no acabará en los tribunales, que sería lo más atinado. Si realmente cree que se trata de «difamación», puede denunciarlo ante la justicia, que para eso está. Pero es obvio que no llegará la sangre al río. También nos dirigimos a la atenta dirección del PSOE para que consideren una sustancial reducción del sueldo del señor Blanco: cada vez que abre la boca, la c… Otro motivo por el cual el señor Blanco se pondría rojo de furia, suponemos…

¡¡Galicia, sitio distinto…!!

Acabo de darme una vuelta por el blog de Úrsula y… está en gallego (que manda carallo), pero hay cosas que sí las entiendo, desde luego. Y después de ver su último artículo, se me vino a la mente este título de canción de Os Resentidos, nada menos (movida viguesa 100%). Como siempre y en todo, los años no perdonan y Antón Reixa, que era el alma mater del asunto, ni sé por dónde anda, pero le tuve por persona intelectualmente inquieta, así que vaya usted a saber en qué tiros se metió.

Pero a lo que voy, que como siempre me despisto en el primer párrafo. Galicia, efectivamente es un sitio distinto: no sólo porque parece haber más gallegos fuera de su tierra que dentro; recordemos a O Abuelo yendo a buscar votos nada menos que a… Argentina (manda carallo por segunda vez). Algún día hablaré de México, que aquí más bien hay poquitos; y aquí, gallegos con asturianos allá se van… Pero no sólo por eso es distinta Galicia. Galicia es un sitio distinto porque además de facer un sol de carallo (tercera vez), se ha merecido con los años, los accidentes y la imprevisión de los gobernantes de turno, el dudoso honor de ser la primera zona radiactiva de España.

No importa si fue más grave el accidente del Prestige en 2003 que el del Casón en 1992: el hecho es que en los últimos lustros, buena parte de las costas gallegas se convirtieron por un breve lapso en costas da morte para la pesca, y para las pesquerías gallegas. Tapadas generosamente con indemnizaciones en su caso por iniciativa propia de la Administración y en otro caso, debido a la presión de plataformas ciudadanas «espontáneas» (tanto como lo fueron las «movil-izaciones del 12-M-2004), de las que ahora nunca más se supo (que les pregunten a los de Nunca Máis dónde está el dinero).

Y ayer, como hoy, como siempre, el gallego calla y emigra cuando las cosas se ponen feas. Tanto es así que es probable que el primer español que uno se encuentre allá donde vaya padezca de morriña e saudade. Y con suerte, ese gallego amorriñado les pueda invitar a una queimada casera y compartir las penas con el viajero que acierte a pasar por su vera. Manda carallo na Habana! Decididamente, Galicia es un sitio distinto.

"Concientizar", "concretizar" y similares

Probablemente, éste sea un articulo que quedaría mejor en el blog de un lingüista; pero es que no me resisto a comentar el uso de ciertos barbarismos que algunas personas usan en el entendido de que parece que hablen «más cultamente».

Es el caso de los vocablos que van en el título, Sinceramente, no sé de dónde han salido; pero por las trazas, bien parece que hayan salido de la boca de un tertuliano (o «tertuliana»: seamos políticamente correctos) de programa del corazón, que quiere dárselas de culto y te enchufa uno u otro vocablo, sin tentarse el diccionario ni encomendarse a Dios o al diablo. La suerte que tuvo ese tertuliano (o tertuliana) es que «el tuerto es el rey en el país de los ciegos». Por eso esas palabras hicieron fortuna y ahí quedaron como «cultas» cuando en realidad, como decía en el párrafo anterior, son verdaderos barbarismos.

Y pregunto yo: ¿qué les cuesta a esos señores (o señoras) echar una ojeadita diccionario y comprobar que ya existen las correspondientes palabras correctas, a saber, concienciar y concretar? Pues no. Un señor que se supone «culto» no consulta el diccionario, qué horror. Eso es sinónimo de «duda» y de «incultura», lo que debe ser por todos los medios evitado. En este perro mundo traidor, la imagen lo es todo.

En fin, dejemos a los pedantes que sigan su curso natural. A ver si alguna vez se «concientizan» y «concretizan» una mejora más que sustancial en su vocabulario. A los demás, que somos del montón, palabra arriba, palabra abajo, sí nos queda claro que es mejor concienciarnos y concretar nuestras dudas lingüísticas a través de la consulta del diccionario. Que eso no le hace daño a nadie, oiga…

¡¡Que viene AMLO!!

Ya he especificado muchas veces que al ser español no tengo mucha idea de lo que se cuece en la política española, aunque ésta conserve algunos rasgos comunes con aquélla (entre otros, el divorcio entre la clase política y el pueblo llano). No obstante ello, me atreveré a terciar en la cuestión política que en estos días se debate en toda la República: ¿QUIÉN ES EL GANADOR?

Por lo poco que yo entiendo, aquí no hay una distinción tan clara entre «izquierdas» y «derechas» como en España. Es verdad, como hemos denunciado en este blog alguna vez, que el PSOE hace mucho que ha dejado de ser de izquierdas. Que a estas alturas es un partido socialdemócrata, sí, pero de derechas (ni socialista, ni mucho menos obrero). Y, al menos en España, soy capaz de situarme y decidir que si bien Aznar y sus aspavientos no me acaban de convencer, menos me gustan ZP y sus «niños bien» disfrazados de izquierdistas de chaqueta de pana (que además y con el objetivo de mantenerse en la poltrona, pactan con terroristas y otros que «no quieren saber nada de España», pero que le exigen que siga pagando sus aventuras independentistas).

Pero bueno, volviendo al tema que tratamos en este chorro, el caso es que aquí la cosa está que arde. De los tres partidos que aspiraban a la presidencia de la República, uno ha sido literalmente borrado del mapa, que bien podría decirse “menudo madrazo le han dado al PRI”. Quedando la contienda polarizada entre dos partidos, el grito unánime del los panistas y simpatizantes de Felipe Calderón y su partido es: ¡QUE VIENE AMLO! Y eso ya ha tenido consecuencias: el peso se ha apreciado frente al dólar y, según parece, el dinero está haciendo las maletas hacia destinos más «tranquilos».

No deja de recordarme la situación española 1982-83, cuando al ganar el PSOE sus primeros comicios, muchos millonarios empezaron a mandar frenéticamente dinero a Suiza y a otros paraísos fiscales. Incluso se dio el caso de que la policía desarticuló una cierta «red de evasión de capitales», en la que se vio implicado hasta todo un jurista de reconocido prestigio en el campo administrativo. No obstante, el PSOE no tardó mucho tiempo en convencer y en ser convencido de que no tenía que haber peligro para los grandes capitales. Y así fue como la Banca obtuvo los mayores beneficios de su historia hasta ese momento, gobernando un partido supuestamente de izquierdas.

En cuanto a lo que los candidatos traen en su pasivo, veamos despacio. Sobre Felipe Calderón pesa mucho el escándalo del FOBAPROA, del que al parecer jamás dio explicación razonable y eludió otras preguntas «comprometidas» sobre su relación con el matrimonio Fox. Sobre López Obrador, de momento, no hay más que el ruido mediático que el PAN ha generado a su alrededor con el objeto de desacreditarlo; y a pesar de eso, la acusación más grave que pueden formular contra él es la de «populismo». Tratan obviamente de acercarlo a personajes como el «bolivariano» (léase «iluminado») Hugo Chávez y alinearlo así con Fidel Castro, usando el argumentario tradicional de la extrema derecha que identifica «izquierda» con «desorden».

Por eso mantengo una cierta desconfianza hacia AMLO, a pesar de que buena parte de la intelectualidad bebe los vientos por él. Que una cosa es lo que se dice y promete en campaña, al calor del aplauso y el ánimo de los militantes y otra muy diferente lo que se hace una vez se toman las riendas del poder. Si se confirma el triunfo de AMLO, éste deberá ir con sumo cuidado porque lo que haga en estos seis años, bueno o malo, se lo van a recordar siempre. Habrá que esperar los cien días de rigor para comprobar a quién se debe López Obrador.

Arreglos dentales

Todavía no sé si debo alegrarme de no ser mexicano de pleno derecho o no. Claro que ser español todavía cuenta en el mundo, a pesar de que ZP y sus conmilitones, amigotes, racaneros y demás gente de buen rollito se van cargando España al paso alegre de la paz (en otros artículos de nuestro blog hemos hablado de lo extrañamente fascista que resulta ZP según se le mira de través).

Pero bueno, a lo que voy. Decíamos en el artículo anterior que se iba a inaugurar una etapa bien mexicana en el blog y así lo vamos a hacer. Retomando el tema del orgullo patrio, enlazo con el título. Como no entiendo mucho de la política mexicana, aparte de los consabidos tópicos, tengo que fiarme de mis sentidos y de lo que veo y oigo. Y lo primero que veo son los carteles de la ciudad de Morelia, estado de Michoacán. En la mayoría de ellos los candidatos salen retratados con una sonrisa de anuncio. No tanto los candidatos federales, puesto que parecen más discretos y muestran apenas una media sonrisa (el único que sonríe un poco más amplio es Roberto Fu-Manchú Madrazo, aunque uno no sabe si es que sonríe o es que en realidad aprieta los dientes).

Volviendo a los que sonríen, alguna vez he oído por la radio un anuncio electoral de algún candidato local de Morelia y al fundir la foto con la voz resulta chocante, pero en vez de decir lo que dice, uno parece oírle decir algo así como: «Hola, soy Fulano de Tal y Tal, y justo antes de sacarme la foto me hicieron el arreglo dental». Eso sí, junto con la fraseología propia del caso sobre el amor a la tierra que lo vio a uno nacer, la supuesta futura accesibilidad del candidato ante las demandas de los paisanos y el cumplimiento estricto del programa electoral, que (ya es cosa sabida), suele ser un conglomerado gaseoso de promesas que el candidato no siente deseos de cumplir una vez logrado el objetivo de su campaña: el escaño.

Sinceramente, yo les pediría a los candidatos de las próximas generales que no enseñaran tanto los dientes. Diríase que por el tamaño de la dentadura se pueden medir las ganas que tienen de hincarle el diente al maltratado erario público mexicano. Parece precisamente que antes de salir en la foto sufrieron una especie de puesta a punto: blancos, relucientes, marfileños y listos para echarle una mordidita al bolsillo del sufrido contribuyente, del mexicano corriente (los ricos ya tienen su dinero a buen recaudo en Nassau, Bahamas, Suiza, Montecarlo, Liechtenstein, etc.).

El mexicano corriente, ese gran olvidado. Sí, ése del que prometen acordarse melosamente en campaña y se olvidan vilmente en escaño. Ése que les vota porque así le han dicho que es la democracia. El mexicano a quien amparen Diosito y la Virgen de Guadalupe si un mal día cae gravemente enfermo o se queda sin trabajo. Ése a quien los políticos mexicanos han perdido el respeto atiborrándole de fútbol, telenovelas, programas del corazón e infocomerciales para que no piense ni tenga memoria. Ése mexicano que tiene que vivir adaptándose al hecho de que la corrupción es algo normal porque hasta la judicatura está alcanzada y asume que lo que no se consigue a derechas se puede conseguir a tuertas y que engrasando un poco la máquina administrativa o judicial no hay favor que se resista.

Así que, señores políticos, repito mi petición: la próxima vez no enseñen los dientes. Y ya que sabemos que nos van a robar de todos modos, les pedimos un tiempo para poner a buen recaudo nuestro dinero, como hacen los ricos, aunque nosotros tengamos que hacerlo en el colchón, la baldosa o el calcetín de lana de la abuela. Dennos un respiro, por favor. Y muchas gracias por robar un poco menos que los anteriores.

Novedades diversas

Prometido que en estos días voy a coger el cilicio y darme unos latigazos, como ese personaje de El código, que lo mismo es capaz de rezarle entera una novena a la Virgen y cien rosarios durante dos semanas que darte una manta de hostias ad maiorem Dei gloriam sin pestañear. Es imperdonable que no haya podido ocuparme del blog, pero la verdad, se pusieron las cosas algo complicadas. Ahí les va una mera explicación…

A lo primero estaba en un sitio donde había mucho trabajo y tenía Internet, pero no tenía tiempo de nada más que de trabajar. Ahorita, por el contrario, alquilé con mi pareja una casa y, coño, ahora que tengo espacio propio y tiempo, no tengo internet y tengo que acudir a un cyber. Son las «casualidades» de la vida. Pero a pesar de todo, estoy contento puesto que todavía hay buenas perspectivas y el cambio sigo pensando que será para mejor.

Casi me daba apuro aparecer, por tantos buenos amigos que me han deseado tantas cosas buenas; pero, pues, ahí estamos, que todavía no nos hemos desaparecido del todo (con el permiso de la PGR, desde luego).

Así que, sepan que no me he ido aún, que sigo aquí en pie de guerra y aprovecho para dar la bienvenida a todos los nuevos/as amigos/as que se han acercado a mi blog y han disfrutado con él. En próximos días, más novedades. Gracias a todos, amigos, por vuestra fidelidad y sobre todo, por vuestra paciencia.

Abrazos y besos muchos a repartir.

¡Viva México, c…!

Iniciamos esta nueva etapa del blog desde México lindo y querido. El tema es que siempre que cojo el avión (mira, como si lo cogiera tantas veces, jeje) ha de ocurrir algo. Esta vez fue que se averió el avión que nos tenía que llevar y nos embutieron en otro más pequeño, con menos autonomía y etc. etc… (explicaciones de la compañía: decididamente, viajar de pobre tiene sus desventajas). El caso es que en vez de tardar las 10 horas de rigor, llegué a Toluca a las 5:30 de la mañana (unas 6 horas más tarde de lo previsto). Sin contar con que en Toluca la «cinta de transporte de equipaje» es completamente manual: y con qué cariño trataban los maleteros el equipaje. Y luego el perro, que olisqueó por si había costo. Y a las 7 de la mañana, por fin, me pongo en camino hacia Morelia, estado de Michoacán, ciudad a la que llego 3 horas más tarde.
Pues lo dicho: ¡Que viva México, cabrones!

Glamour rojo

(Traducción libre del artículo de Jeff Jacoby aparecido en el Boston Globe de 30 de abril de 2006 y corregido el 15 de julio de 2007)

En enero de 2005 se pudo ver al príncipe Harry de Inglaterra yendo a una fiesta de cumpleaños disfrazado de nazi. Cuando el diario londinense The Sun publicó las fotos del príncipe embutido en un uniforme del Afrika Korps alemán y una esvástica en el brazo, hizo estallar la indignación y la repugnancia de todo el mundo. En crueles editoriales, los periódicos tildaron al príncipe de “capullo ignorante e insensible”; meses después, todavía se está disculpando por haber llevado ese disfraz de tan mal gusto. “Fue algo muy estúpido”, dijo en septiembre. «He aprendido la lección».
La pandilla del Príncipe Harry: los polémicos amigos que le acompañaron  durante su salvaje juventud
Un ejemplo más reciente de esta moda totalitaria lo tenemos en Tim Vincent, corresponsal neoyorquino de la revista de la NBC sobre noticias y espectáculos Access Hollywood. Dos veces en las últimas semanas, Vincent ha aparecido en televisión llevando una cazadora abierta, por debajo de la cual lucía una camiseta roja, en que se veían ostentosamente marcados en dorado una gran estrella roja, una hoz y un martillo, los conocidos símbolos del comunismo totalitario.

¿Y cuál fue la reacción general ante estos símbolos de crueldad y muerte convertidos en el último grito de la moda yuppie? ¿Furor? ¿Indignación moral? ¿Editoriales salvajes?

Nada de eso.

¿Glamour rojo?

Busque “hoz y martillo” en cualquier tienda online y encontrará montones de productos adornados con los símbolos marxistas: camisetas, gorras, vistosos brazaletes, llaveros, posters de Lenin y hasta petacas del Kremlin soviético de acero inoxidable.

La “glamourización” del comunismo se ha extendido por todo el mundo. En la calle Cuatro Oeste de Manhattan, el popular KGB Bar es conocido por sus lecturas literarias y sus posters de propaganda soviética. En Los Ángeles, la tienda La-La-Ling (*) vende ropa infantil con la cara del Che Guevara, el esbirro más conocido de Fidel Castro. En la House of Mao, un popular restaurante de comida rápida de Singapur, los camareros, vestidos con el traje Mao, sirven «Pollo Larga Marcha» y un enorme retrato de Mao cubre por entero una de sus paredes.

¿Cómo se puede explicar este glamour rojo? ¿Cómo es posible que personas que, ni en sueños entrarían a tomar una copa en un bar llamado «GESTAPO», lo hagan alegremente en uno llamado «KGB Bar»? Si es comúnmente aceptado que la esvástica es símbolo indiscutible de la maldad más indescriptible, ¿acaso pueden serlo menos la hoz, el martillo y otros símbolos comunistas?

Entre 1933 y 1945 los nazis masacraron a 21 millones de personas, pero la pesadilla comunista ha durado mucho más y el número de víctimas que ha causado es mucho, mucho más elevado. Desde 1917, los regímenes comunistas han enviado a la tumba a más de 100 millones de personas (y en lugares como Corea del Norte sigue ocurriendo). El historiador R. J. Rummel, experto en genocidios y asesinatos en masa ordenados por Gobiernos, calcula que sólo en la Unión Soviética se asesinó a 62 millones de personas: “Jóvenes y viejos, sanos y enfermos, hombres y mujeres, incluso niños y deficientes. Todos ellos asesinados a sangre fría. No combatieron en la guerra civil; no eran criminales. Efectivamente: casi todos ellos eran culpables… de nada”.

Aún ahora, el comunismo raramente suscita el aborrecimiento que evoca el nazismo. Convenimos en que la esvástica del príncipe Harry estaba fuera de lugar; sin embargo, la hoz y el martillo de Tim Vincent se consideraron “de moda” y “guays”. ¿Por qué?

Hay varias razones. La primera de ellas es que durante la Segunda Guerra Mundial la Unión Soviética luchó al lado de los Aliados para destruir el régimen nazi. Cierto que la Segunda Guerra Mundial dio paso a la Guerra Fría, pero la alianza entre Moscú y los Estados Unidos creó en muchos la convicción de que cuando fuera necesario, los comunistas estarían de nuestro lado.

En segundo lugar, los nazis no ocultaron nunca su odio. Su discurso dejaba clara una sola cosa: el odio hacia los judíos y otros Untermenschen (infrahombres). Creían que un Señor Ario iba a dominar el mundo. Por el contrario, los movimientos comunistas enmascararon su carácter despiadado apelando al pacifismo, a la igualdad y al fin de la explotación obrera. El mito persiste porque, en definitiva, “el comunismo es una ideología realmente noble, que nunca se ha llevado a la práctica adecuadamente”.

En tercer lugar, los excesos de Joseph McCarthy perjudicaron al anticomunismo honrado. La reacción de muchos periodistas e intelectuales ante esos excesos fue que muchos periodistas e intelectuales llegaron a rechazar cualquier postura firme contra los comunistas, tildándolo de «hostigamiento al rojo»; de tal suerte que, muchos liberales de toda la vida encontraron sumamente difícil manifestar en voz alta una firme postura antisoviética.

Pero quizá el argumento más sólido es el más simple: visibilidad. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando los fotógrafos entraron en los campos de exterminio nazis y registraron lo que habían visto, el mundo tuvo una impresión indeleble de los crímenes nazis. Sin embargo, ningún ejército liberó jamás al gulag soviético, o detuvo las masacres maoístas. Si hay fotos de esas atrocidades, sólo unos pocos las han visto. Las víctimas del comunismo acostumbran a ser invisibles; y el sufrimiento que no se ve, es sufrimiento que nadie tiene en cuenta.

¿Glamour rojo? La sangre de 100 millones de personas clama desde sus tumbas. Llevar los emblemas de sus asesinos no sólo no es ir a la moda; es lo último en cuanto a mal gusto.

_______ (*) En el momento de traducirse este artículo podían encontrarse dichas camisetas en el sitio web. En el momento actual, ya no es posible.

Pensamientos al vuelo

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Mirando hacia arriba...

Reflexiones sobre cosas que pasan en los cielos

El vuelo del albatros

Pensamientos diversos a vista de pájaro

Cuatro amiguetes y unas jarras

Ya que no podemos arreglar el mundo, hablaremos de lo que nos interesa: la política y los políticos, el fútbol, el cine, y todo lo que nos molesta, acompañados por unas jarras de cerveza. Bien fresquitas, por supuesto

General Dávila

Nada hay como el soldado español y mi única aspiración siempre ha sido estar a su altura

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El Patito se vió reflejado en el agua, y la imagen que ésta le devolvía le cautivó por su hermosura: era un magnífico Cisne

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