Culos


Perdonen ustedes el título un tanto ordinario que encabeza esta entrada. Sobre nuestra salva-sea-la-parte se han escrito tantas cosas que parece mentira que alguien como un servidor de ustedes tenga la osadía de querer juntar más palabras sobre ese particular. Sin embargo, la actualidad manda y así la presente entrada estará apuntalada por dos ideas-fuerza:

a) «Las opiniones son como los culos: todo el mundo tiene uno».

b) «Si la mierda tuviese algún valor, los pobres no tendríamos culo».

Incluso cabría añadir, aunque es más bien una consecuencia de lo anterior, «todos los culos tienen valor; pero algunos valen más que otros», parafraseando a George Orwell.

El suyo es uno de los culos más valorados del mundo.
El suyo es uno de los culos más valorados del mundo.

Vamos al lío. Efectivamente, todos tenemos una opinión, fundada o no, sobre algo. Claro que si afirmamos que es opinión lo que está fundado (mayormente en la realidad comprobable), resulta que no hay tanta gente que tenga opinión sensu stricto. Está claro que, por ejemplo, MAFO tiene una opinión más fundada sobre la economía nacional que un servidor de ustedes. Y a pesar de eso, nuestro Gran Timonel y sus adláteres le fusilaron hace cosa de diez meses, aunque ahora acojan a regañadientes las opiniones que entonces les parecieron crimen de lesa zapateridad.

Lo que en nuestro país da valor a las posaderas –puestos a distinguir– es el lugar de asiento. No es lo mismo unas posaderas sentadas en un banco público cuyo propietario está dando de comer a los pajaritos que unas posaderas que se sientan en una silla del consejo de administración de una entidad bancaria. Aunque sólo sea porque a las primeras le pueden caer más patadas que a las segundas.

No obstante, queda claro que en materia de culos el punto más alto del top ten lo ocupan las posaderas que se sientan en la Carrera de San Jerónimo. Para esas posaderas no existía la crisis hasta hace cuatro días. Resulta que ahora la Bolsa ha pegado un zambombazo importante y muchas posaderas sentadas en los honorables hemiciclos se remueven inquietas. Su inquietud es tanta o más que la de los sindicalistas verticales Méndez y Toxo (de éstos sorprende algo más). ¿Cuánto habrán podido perder en Bolsa? Al parecer, si empiezan a manejar la palabra «huelga», aunque todavía sea «un hablar», cabe inferir dos cosas:

a) que se ha acabado el cariño de los sindicatos por el Gobierno.

b) que las pérdidas bursátiles debieron de ser importantes.

¿Y nosotros? Me imagino que nuestras posaderas, las de ustedes y las mías, se remueven inquietas ante algo más perentorio: una situación en la que no terminamos de tocar fondo. Pero estoy seguro de algo: nuestras posaderas están hasta el culo de recibir patadas, tanto directas (paro) como indirectas (las que le dan a ZP en Europa y USA… pero que van a nuestro culo). Estamos hasta el culo de que los políticos sólo hayan empezado a tomar medidas cuando la crisis ha empezado a afectar a su culo. Entonces, díganme ustedes: ¿no es como para mandar a tomar por… ahí a nuestra clase política, económica y laboral?

Gotas que me vais dejando...

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