Dado que hoy es la fiesta de la Virgen de la Asunción y cambia la quincena, con lo cual media España se va de vacaciones mientras vuelve la otra media, hoy vamos a ser más ligeros. Hoy dedicaré a ustedes un pequeño repaso a las opiniones de El Mundo, el diario que por ahora leo con más interés, ése que hace 20 años era la niña bonita del PP y ahora es el nom del porc para el ¿mismo? Partido (veinte años no es nada, que dice el celebérrimo tango… o sí).

El asunto de primer interés con que nos topamos es la columna de Arcadi Espada. Se queja de la rotura de algunos cristales de la Biblioteca de Alejandría por parte de los Hermanos Musulmanes. Parece ser que a D. Arcadi le disgustan los Hermanos Musulmanes, a los que a su vez disgusta la occidentalización de Egipto. Tal y como menciona D. Arcadi, no les gustan los libros, no les gusta la cultura y mucho menos un pueblo educado. Hasta ahí podemos estar de acuerdo: la religión musulmana, entendida como la entienden estos salvajes, es sumamente intrusiva y totalitaria. No hay sitio para nada más. Ni siquiera estoy seguro de que Averroes o Ali Ben Ragel, por mencionar a algunos de los suyos (mencionaría a Moisés ben Maimónides, pero como era judío estoy casi seguro que sería un proscrito) tuvieran sitio en el imaginario de estos ummíes.

Pero donde nos separamos es en la toma de postura. D. Arcadi se lava las manos y lanza un brindis al viento invocando una especie de «razón abstracta» frente a los «golpistas», porque para algunos, el Ejército siempre es «golpista» aunque dé el golpe para evitar una deriva peor de los asuntos políticos de la nación. No es suficiente que los Hermanos Musulmanes ganasen unas elecciones. Como sabrá bien, hay una segunda legitimidad, que es la del ejercicio, y ejercicio del poder en bien de la comunidad. Aplicar la sharia, como ellos pretendían, hubiera supuesto un retroceso absoluto en ese camino hacia el bienestar.

Tres eran las posturas posibles:

• La primera, no hacer nada y preocuparse de los negocios en la zona, que es lo que generalmente hacen las llamadas «potencias occidentales». Incluso pueden tratar de quedar bien con los nuevos amos (en esto tampoco han tenido vergüenza ninguna). Al pueblo egipcio, que le den. Nada que hacer. La barbarie islámica avanza.

• La segunda, apelar al «diálogo» y a la «diplomacia». ¿Dónde hemos oído eso antes? Ah, sí. Aquí mismo, en las Batuecas. Primero con ZP, que además añadía «talante» a la receta y luego a RbCb, a cuenta de Gibraltar. Con el mismo resultado: es decir, ninguno. O yéndonos al nordeste, ocurre lo mismo con los nacionatas catalanes: se parten la caja de la risa cuando oyen a Mariano o a otro miembro del Gobierno amenazarles «con un recursho de inconshtitucionalidad». No se puede razonar con una tempestad; pero está visto que para un progre nada hay imposible. La barbarie islámica sigue avanzando.

• ¿Qué queda? Responder a la violencia con los esfuerzos necesarios para el mantenimiento del orden (y fíjense que digo eso y no «responder con la misma violencia»). Las protestas habituales de los progres hablarán de «brutalidad policial» o resaltarán los muertos en la «represión». Poco se pararán a pensar, concretamente en el caso egipcio, que los dichosos Hermanos Musulmanes masacraron a muchos cristianos coptos y quemaron unas cuantas iglesias. Y digo más: mientras los pestosos militares hacen el trabajo sucio, los progres inteligentes se callarán y las ovejas seguirán balando «brutalidad policial».

Y como buen progre (sorprendentemente… o no), D. Arcadi prefiere una teocracia totalitaria como la islámica a una dictadura militar laica (atención a la palabra clave: militar. Se conoce que le traiciona el subconsciente). Es la moda en Europa, desde las altas esferas del poder bruselense hasta la mal llamada intelectualidad orgánica. Sí, ésa misma que vive en su torre de marfil de aire filtrado e Internet a 100 MB/s. Para que no les coja a ustedes desprevenidos, vean que ya se lo avisé.