Recordarán ustedes a la indiota de Marta Garrote acusando al Gobierno del accidente del Alvia gallego debido a los recortes del Gobierno. Como desde hace mucho ocurre en las Batuecas, la demagogia grita más que la verdad y parece que no hay más «verdad» que la demagogia. Hace apenas dos semanas la bancada «socialista» (y lo pongo entre comillas porque han vaciado de contenido esa palabra) se llenaba la boca con los «recortes del Gobierno», que fueron «los causantes de la catástrofe ferroviaria». Con eso habían creado el gancho para colgar todas sus mentiras, insultos, intoxicaciones o inshidiash, que diría Mariano. No es muy diferente a como actúa un troll a sueldo de ellos; pero claro, ellos hilan más fino.
Sin embargo, aunque la mentira vuela y la verdad va a pie, ésta también acaba llegando a su destino. Aquí, como en otras ocasiones, podríamos decir Cherchez le ministre!, porque la primera pista nos la da justamente Pepiño, el exonerao y o pasmo de Palas do Rei. Resulta que Pepiño era a la sazón el ministro de Fomento en el momento de construirse el tramo gallego. De haberse seguido los trámites normales, el tramo contaría con todas las medidas de seguridad que hacen al caso. ¿Cuál fue el problema? Que de haberse hecho así, la inauguración del tramo se hubiera retrasado entre cinco o seis meses. Lo que en 2011 significaba que el tramo no lo inauguraría él, sino su sucesor, dada la proximidad de las elecciones y la certeza del batacazo planetario del socialismo patrio. Eso era algo que no podía permitir. Un ministro de Fomento que en su mandato no haya inaugurado nada es como uno de Exteriores que no haya firmado al menos un canje de notas (mejor un Tratado, pero a falta de pan…). Aunque no se pueda decir por políticamente incorrecto, eso era justamente lo que ocurría cuando Franco: pobre del ministro que el 18 de julio de cada año no tuviera pantano u obra pública que inaugurar; podía darse por jodido.
De forma parecida pensaría Pepiño, que además podría vender como un éxito a sus paisanos el «haber traído el AVE a Galicia» al efecto de apuntalar su escaño. Se pueden imaginar el revuelo en el Ministerio:
–Oye –le dice el Director General al Ingeniero Jefe–, que dice el Ministro que hay que darse prisa con la obra, que hay que terminarla antes de noviembre.
–¿Estás seguro? –le responde éste–. Tenemos que ajustar bien el tramo y añadir todas las medidas de seguridad al tren que vaya a circular por esa vía, lo cual lleva su tiempo. El sistema ERTMS, ya sabes…
–Déjate de tonterías de ERTMS y haz lo que te digo.
–Pero –quiso continuar el Ingeniero Jefe–… pero…
–Nada de peros –cortó en seco el Director General–. O lo haces o te pongo de guardagujas en ese tramo.
–Y si ocurre algún accidente, ¿de quién va a ser la culpa? ¿Qué pasará entonces? –insistió el Ingeniero Jefe–.
–¡¡Me importa una @@##$$&& lo que pueda pasar!! –vociferó el Director General–. Si hay algún accidente le echarán la culpa al conductor del tren, y quien se comerá el marrón, si éste ocurre, no será Pepiño, sino el pepero que pongan después de las elecciones (que se joda, dicho sea de paso). De modo que haz lo que te digo. Si no lo haces, acuérdate: guardagujas en ese tramo.
–Señor, sí, señor– respondió con sorna el Ingeniero Jefe, que procedió a dar las instrucciones oportunas al efecto de cumplir los deseos del Ministro.
Digamos que la cosa pudo haber ido así. Se suele hablar de la responsabilidad en cascada, pero todo depende de dónde se haga empezar la cascada. De momento los que han cascado son las 80 víctimas mortales del accidente. Sin embargo, a estas alturas queda claro que el inicio de la misma está en las prisas de Pepiño por inagurar. Es decir, en el recorte de tiempo y medios a que él obligó para poder llegar a tiempo de cortar la cinta. Alguien debería recordarle eso a la indiota de Marta Garrote, señora que debe de estar amortizada en el PSM cuando la sacan para ladrar algún tipo de estupidez y cabrear el ambiente, pasando por encima de las 80 víctimas. No todo vale para atacar al Gobierno, como la famosa prima de riesgo, hoy desaparecida del argumentario socialista. Esa prima que, como decimos, hoy está en niveles más o menos aceptables (y por tanto, que ya no les sirve). Es la misma prima que hace un año servía a la izquierda patria, cateta y troglodita hasta límites inconcebibles, para atacar, insultar, menospreciar y pronosticar las mayores desgracias derivadas de tener «un gobierno de la derecha».
Afortunadamente y como decimos, la verdad hace su camino aunque sea a pie. Mal que les pese a los intoxicadores profesionales, que parecen no tener nada mejor que hacer.
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