Vía Blas Piñar Pinedo me entero de que en Puerto Rico está creciendo un movimiento curioso de «reunificación con España». Se conoce que en aquellas tierras sus habitantes se sienten discriminados tanto por la Administración USA (por lo visto, Obama es primero yankee y después negro) como por los WASP de toda la vida.
Sorprende un poco que quieran volver a España, después de toda la brasa anticolonial que hemos tenido que soportar respecto de Ceuta y Melilla. O por lo menos, eso es lo que dicen los ingleses, que naturalmente callan como… bueno, eso que ustedes se imaginan al mencionarles Gibraltar y a ese grano en el culo llamado Fabian Picardo, con quien la flamante alcaldesa de La Línea departe tan amigablemente al menos una vez al mes.
Resulta un tanto surrealista, mirado desde las Batuecas, que alguien esté deseando venirse con nosotros justo cuando en las Batuecas algunos quieren iniciar un proceso de descomposición territorial. Pero por otro lado, sorprende agradablemente que recuerden lo bien que les tratamos los españoles cuando formaban parte de «las Españas». No eran una colonia, sino una provincia, con los mismos derechos que pudiera tener un señor de Ávila o de Palau de Plegamans. Igual que –si me permiten respirar por la herida– el Sahara Español, ya puestos (hoy «República Árabe Saharaui Democrática», en manos de Marruecos). Y todo ello pese a la insistencia secular de los yankees en la falsaria «Leyenda Negra». Debe fastidiar mucho a los yankees que lo que consiguieron en Filipinas mandando a 10.000 profesores de inglés una vez se hicieron con ellas no lo hayan conseguido en Puerto Rico. De hecho hace ya algún tiempo tuve un encontronazo con una nativa de aquellas tierras por citar, con benevolente sorna, a Leonard Bernstein y su West Side Story, así que poca broma con estas cosas.
Conste que a un servidor le parece bien que Puerto Rico quiera reunificarse con nosotros. Y que haya un movimiento que no es de cuatro pelagatos, sino que va cogiendo fuerza, tendente a esa finalidad (y desde luego no financiado por España, porque para eso no tenemos dinero). Lo que ocurre es que a los yankees no les parecerá nada bien esa fractura tan brutal de la llamada doctrina Monroe. Y tal vez ocurra que si el movimiento toma suficiente vuelo, manden allí a los USMC a dejar claro who’s your daddy. Pero repito: cuando hay tanta gente dentro de España que quiere irse (pero a Cuba no se van, ni a Corea del Norte tampoco), deja un agradable sabor de boca que nos recuerden así de bien.