Tierra quemada (y II)


Con esta cara comparecía ayer Esperanza Aguirre a la rueda de prensa que dio para anunciar su dimisión. La cara es en sí misma un poema y refleja un montón de sentimientos. Pero yo resaltaría lo siguiente:

a) La pena. Que se podría resumir en esta frase: «¿Entre qué gentes me he metido?». No sólo a aquellos sobre los que recae la culpa in eligendo, sino también quienes estaban por encima de ella. De ésos que la han tratado como «verso suelto» por no ceñirse al Führerprinzip y a la habitual devoción perruna que está tan en boga hoy en los partidos. El muro de Berlín habrá caído, pero las costumbres soviéticas han contagiado los partidos, incluso aquellos que hablan muy alto acerca de su honradez.

b) La decepción. Un servidor cree que ella no esperaba acabar tan abruptamente su cursus honorum dentro del Partido. Es verdad que la estaban esperando desde hace años. Eso de ser liberal en un partido que desde 2008 tenía vocación socialdemócrata a no pocos debía sentar como una patada. Pero que te eche la corrupción de otros en todos los sentidos (arriba, abajo y a los lados) ha de ser deprimente.

Sin pretender dar una lectura por connotación, quisiera traer a colación dos momentos de la gran película El Padrino III. El primero es aquel en que Michael Corleone habla con su hija Mary —creo— y le dice esto:

 «Toda mi vida he intentado subir en la escala social. Quería llegar al lugar en el que todo sería legal y honrado; pero cuanto más alto subo, más podrido está el ambiente. ¿Dónde demonios acaba todo?»

Y el segundo momento, que yo creo más revelador aún, es el momento en que, tras haber instruido a su sobrino Vincent Mancini, le pasa el testigo como nuevo Don de la familia. En ese momento se retira de la escena, acompañado por su hermana Connie. La mirada que le echa antes de cerrar la puerta tras de sí es antológica, como diciendo «No sabes lo que te espera, chaval». O tal vez despreciándole porque en él la pulsión del poder es mucho más fuerte que la del amor.

El resumen de todo es que el PP-de-Mariano parece estar descomponiéndose al mismo tiempo que va arrumbando con todo lo que de bueno tenía. Si nos atenemos a la regla política española, ningún partido se ha regenerado desde el poder. Tal cosa ha ocurrido siempre en la oposición. Que es probablemente lo que le espere al PP, con o sin Mariano y tanto si se convocan nuevas elecciones como si por fin Pdr Snchz consigue formar gobierno con Pablemos. Gracias, Mariano, por haber echado a tus votantes a los pies de los leones de la izquierda española, la más cateta y troglodita de aquí a Kolymá. Has demostrado no tener proyecto político alguno: sólo la «economía», que se ha reducido (y no del todo) a alejarnos de la cuchilla.

Yo hablé de ello aquí, aquí y aquí, por citar algunos posts de este blog mío y de ustedes. Al PP de Madrid —como al de Valencia— le queda ya la gestora… que puede que lo que gestione sea la travesía del desierto. El problema, que a ellos les importa lo que ustedes se imaginan, es cómo vamos a quedar los que les votamos en 2011.

Mariano va a dejar tierra quemada en lo que antes se conocía como «centro-derecha». Enhorabuena. Seguramente en la logia estarán contentos.

Gotas que me vais dejando...

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