Se plantea siempre el qué hacer, finalmente. En mi modesta opinión, Europa ha hecho todo lo que no se debe hacer: transigir, aceptar en su seno una fuerza capaz de destruirla y, sobre todo, ejecutar una conocida comedia al efecto de dar la impresión de que «se hace algo», que es el caso de Bélgica: al parecer, va a mandar unos cuantos aviones a Irak «para lanzar unas bombas sobre posiciones del Daesh». Pólvora en salvas.
Pienso, antes que nada, que el problema lo tenemos aquí. Y por aquí es por donde hemos de empezar a solucionarlo. Yo no digo que haya que tratar a todos los musulmanes como delincuentes, ni mucho menos. Pero no hemos de caer en ese buenismo idiota que profesan de todo corazón determinados grupos políticos. Tanta Europol y tanta Euromil… ¿de qué sirven? Todo el mundo quiere guardar bajo siete llaves sus propias cloacas, lo que a su vez provoca descoordinación e impide una respuesta global ante un terrorismo que no es local, sino también global, debilidad aprovechada por los terroristas. En este sentido, no puede haber barrios en Europa en los que la Policía no se atreva a entrar. Y me dan igual aquellos que cada vez que la Policía hace su trabajo berrean «¡Brutalidad policiaaaal!» y los liberales despistados que les hacen los coros diciendo: «¡Todas las costumbres son respetables!». Me da igual que me llamen «fascista represor»; pero entiendo que en facilitar la labor policial y judicial en este sentido nos va nuestra libertad y seguridad.
Todo ello hace que el caos administrativo sea un elemento más a aprovechar por los terroristas. Y lo que asusta, como decía yo en un comentario a una entrada anterior, es que España puede estar andando el mismo camino que Bélgica. Da la impresión de que hay muchos trabajando que así sea, ante un Gobierno que —ahora— se excusa en que «está en funciones» (curiosa manera de reconocer que la situación es completamente disfuncional). Sería terrible, decía yo, que se produjese un atentado islamista en España y que los terroristas, siquiera fuera de manera temporal, encontraran cobijo en Cataluña, donde hay por el orden de medio millón de musulmanes (gracias al Etern Gens Honorable y a sus continuadores) y no todos ellos contrarios a los «golpes de la Yihad». Igual que ocurrió en Molenbeek.
También hay un aspecto que es más complicado de detener, a estas alturas, a saber: las invasiones pacíficas. Sobre todo, cuando el resultado fácilmente puede ser éste:
Invasiones facilitadas por esos gobernantes memos que llevamos soportando desde hace decenios (no, no es tal o cual: han sido todos), en detrimento de los propios del país. Muchos Fluchtlinger musulmanes se han comportado como si el país de acogida fuese en realidad tierra conquistada; lo cual ha redundado en un gran cabreo en Francia (Front National), Alemania (Alternativ für Deutschland), Inglaterra (UKIP) o Finlandia (Verdaderos Finlandeses). Aparte de las naciones de tradición católica, pertenecientes al Imperio Austrohúngaro que también hablan directamente de invasión, señaladamente Hungría (Fidesz). El incremento de esas expectativas de voto de esos partidos ha «puesto de los nervios» a la eurocracia, que ha intentado incluso pagar a Turquía para que les hiciera el trabajo sucio. Aunque lo que quieren los turcos es entrar en la UE (gracias a Dios la UE conserva algo de sentido común y les ha dicho que no), que les den por la cara 6.000 millones de euros no les ha de desagradar.
Como punto final a esta larguísima exposición, déjenme decir un par de cositas. El respeto a las creencias individuales no puede estar por encima del respeto a las leyes civiles, que son para todos, creyentes o no. Los cristianos lo tenemos claro: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» (Mc 12, 13-17). Los musulmanes quizá no tanto. A ellos les falta pasar por un Renacimiento y una Ilustración, como Europa, así como también una Guerra de los Treinta Años y una Revolución Francesa, que fue la que, después de mucha sangre (de nobles y religiosos, fundamentalmente y no pocos de ellos inocentes), consagró la separación entre Iglesia y Estado, algo que en Dar-al-Islam no se plantean ni por el forro. Ni «musulmanes moderados», ni leches en vinagre. Tal y como algunos de ustedes habrán podido experimentar, la «moderación islámica» de algunos se acaba cuando son más de diez en un mismo sitio y además hay un clérigo que de entrada ya no es moderado. Hagan la prueba: echen un vistazo a aquellos países donde ellos mandan. Verán dónde queda esa «moderación islámica».
Y a todos aquellos que no se integren, siempre les queda la solución de la puerta abierta. No pueden pretender hacer en nuestra casa lo que hacen en la suya. No podemos ser dhimmies en nuestro propio país, sólo porque tenemos unos gobernantes memos que no se atreven a obligarles a cumplir las leyes que son para todos, por miedo a las represalias. Y lo mismo podría decir de aquellos «europeos» que parecen estar diciendo: «Venga, que ya estáis tardando en invadirnos». Pueden irse todos al desierto, a tragar arena. En Europa no son bienvenidos. Y si creer esto me convierte en un neocruzado, como dice alguno por ahí, alabado sea Dios.
Genialísimo, mi nino. Muchos besitos.
Me gustaMe gusta
De nada, meine Süsse. Viele Küsse.
Me gustaMe gusta
Muy acertado texto. Y muy acertada foto donde se representa la realidad de la natalidad en Europa.
Yo tengo una Nadia en mi vida. Trabajadora musulmana al cargo de mi madre durante tres años. ¿Se puede creer que no hubo ni una persona española dispuesta a hacerse cargo del puesto que se le ofrecía?
Nadia estaba soltera, no usaba velo y, muy al contrario, vestía de forma muy occidental. Muy religiosa, eso si.
Si una musulmana a los 39 años no es capaz de emparentar con un musulmán, tranquilos que la familia se ocupa de la gestión y lo haxen muy bien. Eso es lo que le ocurrió a Nadia.
Ahora vive casada, pero con velo. Sin hijos,- perdió el que esperaba y no puede tener mas-, pero con temos a que su marido la rechace para irse a procrear con otra-s.
Hace tres días me mando unas fotos suyas del verano pasado. Él como un guiri. Camisa y pantalón corto y chanclas. Ella con velo, vestido hasta lo pies y cazadora. Su rostro no era el de «mi» Nadia. Y su silencio tampoco.
Feliz domingo
Me gustaMe gusta
Pues eso, amigo Pablo, es lo que la merma y algunos «liberales despistados» consideran «costumbres respetables». Ese grupo de gente que no entiende que, como no hagamos nada, se nos va a imponer la pax islamica: «todos moros o todos muertos».
Feliz Pascua de Resurrección.
Me gustaMe gusta
Reblogueó esto en Ramrock's Blog.
Me gustaMe gusta
Si es que algunas cosas las tenemos bien ganadas. Tanta lucha por los derechos de las mujeres durante siglos y ahora algunos se venden por cuatro perras.
Con ustedes…. el «burkini»
https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=10153434655381867&id=10407631866
Me gustaMe gusta
Después de la comida «halal», la financiación de los grandes clubes y la concesión de la educación islámica en los colegios, ahora esto.Táctica del salami, amigo Pablo.
Me gustaMe gusta
Amigo Pablo, no he podido abrir el enlace ya que tengo mi cuenta de Facebook desactivada. Hay otra posibilidad de acceder a ese artículo?.
Referente a Nadia, lo siento en el alma, de veras.
Me gustaMe gusta
Posiblemente se refiera a esto, meine Süsse:
http://www.elmundo.es/sociedad/2016/04/01/56fe762e268e3e47178b4690.html
Me gustaMe gusta
Leído.
El demonio odia tanto a la mujer que decidió buscarse un nombre terrenal accesible, se llama islamización. Quien ama a una mujer no puede rebajarla a semejante vergüenza. El pudor es bueno pero ir por el mundo con la armadura puesta es un ataque al sexo opuesto.
Si vas modestamente vestida, con sencillez, si perder la feminidad, ya se cumplen los requisitos respetuosos para con la sociedad.
Esto nos pasa por creer que el demonio no existe, que el comunismo no es tan malo, que la libertad debe ser progresista,bla,bla,bla son tantas metiras que se han infiltrado en la sociedad y en todo el Establishment, que el hombre moderno es incapaz de discernir un extremo del otro.
Rezar no es de infantiles sino de sabios. Creer en Dios no es cosa de ninos pequenos sino de adultos que conservan eso que llamamos «bondad de nino».
Estamos cargando a la espalda errores del pasado. Errores graves.
Gracias, cielo.
Me gustaMe gusta
Eso es lo que pasa cuando, por «odio» al Crucificado, se es capaz de renunciar a la propia esencia. cultura y tradición y se favorece a los enemigos de éste, que no lo son por tanto sólo de la religión cristiana, sino del ser de Europa. Va a ser que en lo fundamental tendrá razón Gerd Honsik.
De nada, meine Süsse 😉
Me gustaMe gusta