Incomprensible (II)

El otro hecho que es lógico es el desplome de Podemos. El «efecto Pablo» hace rato que ya ha pasado. Se dijo, con toda razón, que si a Podemos se le quitaba el toque mediático, le pasaría como a un bistec de cerdo engordado con clembuterol: soltaría mucha agua y se quedaría en la mitad. Y así ha sido: de los 71 escaños que tenía, UnidAs PodemAs se ha quedado en 42, perdiendo así la mitad de sus apoyos. En parte, también, porque el «voto del cabreo» en la izquierda no vende y porque Pablo Iglesias, de coletudo líder revolucionario ha pasado a ser Barón de Villatinaja, «con aprovechamiento, ¿eh?», que diría el gran Pazos (de una tacada ha hecho dos dianas y ya va por la tercera).

Será una coincidencia o no, pero después de cómo está su «valedor» Maduro, en paradero desconocido y habiendo dejado a buen recaudo nada menos que dos toneladas de oro (nada que no hayamos visto antes: aquí, con el famoso «oro de Moscú»), es evidente que los tiempos que corren ya no son los que corrían. Me apuesto lo que ustedes quieran a que cuando se produzca el relevo efectivo en el gobierno venezolano ninguno de los que «estaban a muerte con Maduro» habrá sido comunista. En fin. Sic transit. La próxima vez que Alberto Garzón quiera posar con un chándal de la DDR se lo pensará mejor. O no.

Que C’s haya casi doblado su representación (de 32 a 57 escaños) lo debe a su indefinición ideológica, cogiendo un poco de esto y otro poco de aquello, que le ha permitido rebañar votantes de ambos lados del sistema. Aparte de los convencidos, a Rivera le habrán votado quienes, al mismo tiempo que dicen estar por la unidad de España, se tragan con toda la guarnición las conquistas sociales progres, entre ellas toda la parafernalia del género, su decidida no-oposición al aborto y a la eutanasia, concebidos como «derechos» (en la próxima reunión del Bilderberg podrá venderlo para tener su apoyo como en su momento hizo Soraya). De momento han evitado que el poder les coloque frente a sus contradicciones ideológicas. Pero todo se andará. Con el tiempo tendrán también el problema de que C’s en Cataluña se les convierta en un PSC bis… («jo vull ser federal asimètric») y con ello reproducirán el problema que ahora mismo tiene la pesoe. Como hemos dicho, todo se andará.

Lo de VOX, como dirían en Galicia, é cousa de meigas. Si extrapolamos los resultados de las andaluzas al ámbito nacional, VOX hubiera debido obtener 38 o 39 escaños. Sin embargo, se ha quedado en 24. A mi modesto entender, han jugado en contra dos factores: el sombreado mediático y las constantes alusiones al «que viene la ultraderecha» de los medios generalistas progres (es decir, todos: gracias, Soraya y Mariano, que se los regalasteis). Ya dijimos en una entrada anterior que ha sido una cacicada de la JEC, que en 2019 ha prohibido lo que permitió en 2016.

La pregunta es: supuesto que Abascal pudiera haber participado en los debates, ¿a quién no le interesaba que estuviera presente? En mi opinión, a sus socios en el Gobierno andaluz, PP y C’s. Abascal también es joven y guapo y con desparpajo sin papeles, como los otros dos. Pero a diferencia de los otros dos, no tiene un bagaje progre que ensombrezca su ideario –por ahora–. Hubiera dado vida a unos debates que, al decir de quienes los han visto, fuera por obligación profesional o por masoquismo, unos pestiños. Y Abascal sí hubiera hablado de Andalucía. Está clarísimo que los otros dos no lo han hecho por no mencionarle y para no incluirlo en el debate sin estar presente, porque el demiurgo progre ha decretado que Abascal es el coco, l’home dels nassos, el nom del porc.

De cualquier modo, al menos el objetivo de entrar en el Congreso está conseguido. No deberían hacerse mucha mala sangre. C’s entró en el Parlament catalán con 3 diputados y en la actualidad Inés Arrimadas ha oficiado hasta el lunes pasado como jefa de la oposición al ser la lista más votada y no gobernante gracias a que la LOREG permite los pactos postelectorales.

Y otro recadito para Casado: si C’s primero y VOX después han aparecido en el horizonte ha sido porque el PP no hizo sus deberes en Cataluña (C’s) y resto de España después (VOX) dejando huérfanos y desamparados a muchos votantes por conveniencias de partido. Antes de echar en cara a Abascal que «vivió a cuerpo de rey dentro del PP», que recuerde que él no tiene ni pajolera idea de lo que es crecer con escolta policial permanente por miedo que a ti o a tu padre os hagan saltar por los aires u os peguen un tiro.

Incomprensible (I)

Por más que miro y miro el medio queso, no me termino de creer que ésta sea la configuración que hemos pedido los españoles. Pero vamos por partes.

Empezando por lo lógico, digamos que es bastante lógico el batacazo del PP. Y es lógico porque Casado es apenas un recién llegado en un partido cuya maquinaria interna pertenece en cuerpo y alma al sorayomarianismo. No importan los vibrantes discursos que suelte a la concurrencia; ¿o es que te creías, Pablo, que por tu cara bonita, juventud y desparpajo sin papeles te iban a poner la alfombra roja en tu partido tras «ganar» unas primarias? Así hubiera debido ser en buena ley. Pero tú y tu ¿equipo? olvidasteis que te enfrentabas a una bilderberg, es decir, una alimaña de la peor especie, que por ahora se ha puesto a sí misma a buen recaudo en un bufete al que perdonó ciertas pifias como carta de presentación. Lo que no significa que se haya retirado del todo. Espera y verás.

Hiciste el canelo, Pablo, hablando de «concordia» y de «integración» con una gente que sólo quiere que gobiernen los de su clan. El Partido les importa un carajo, hasta el punto de que no les importa herirlo de muerte con tal de que nadie extraño se entrometa en sus asuntos; y tú, que no eres de su clan, les importas otro carajo. Vas a tener que llevar a cabo una limpieza parecida a la de los establos de Augías, a fin de que el partido sea tuyo. Más o menos como debería hacer el Papa con la Iglesia. Mientras no hagas eso nadie va a tomar en serio tus palabras. Mientras no tengas un partido limpio y un discurso aseado orientado al interés general de los españoles, esas personas que sólo os interesan cuando hay que votar y nada entre votación y votación, nadie te va a tomar en serio. Lo que significa que no sólo vas a tener que echar a Maroto, que afortunadamente se ha quedado sin escaño por Álava, a pesar de que eso significa –desafortunadamente– que el PP vasco ha desaparecido de la escena política en Vascongadas. Vas a tener que echar a todo el sorayomarianismo que quede en el Partido. Por más que te quedes en cuadro, vale más eso que una organización que no controlas y que te contraprograma y desdice al siguiente lo que tú dijiste el día anterior. Y enhorabuena si Maroto se va a Bildu, con los que parece llevarse tan bien. De regalo de despedida te aconsejo una garrafa de vaselina de 5 litros. Le vendrá muy bien.

En resumen: en tu favor únicamente puedes alegar que no has tenido tiempo suficiente para formar tu equipo, se deba a las circunstancias que se deba. Y que lo que digo para ti, vale también para el campeón de lanzamiento de hueso de aceituna, que por ahora y al igual que tú, no ha demostrado nada. Ni siquiera ha sido capaz de poner firmes a los progres de su partido en su propia tierra, que han votado como un solo hombre las mamarrachadas incluidas por las izquierdas en el «nuevo Estatuto» de la Región de Murcia, aprobado por unanimidad. Algo que me esperaría de C’s, que son progres de nacimiento, pero no del PP.

Una última recomendación: deja de echar balones fuera y empieza por limpiar tu propia casa. Serás más creíble.

Ante las elecciones del 28-A (II)

Como les decía en una entrada anterior, si voto en católico no tengo opción con ninguno de la banda de los cuatro ni con el presunto anti-sistema, que pasa por ser VOX. Tendría que irme a uno de esos que el mainstream llama «partidos frikis», como Alternativa Española o Familia y Vida, que al parecer, nunca llegarán a traspasar la barrera de los hielos galácticos del 5% del censo. Parece ser que proteger la familia tradicional y proscribir el aborto (últimamente también la eutanasia) no sólo como asesinato sino como instrumento dirigido contra la familia y la sociedad no es una preocupación principal del sistema.

Vamos ahora a por la segunda de las opciones de modus votandi, es decir: votar en español. Aquí la cosa cambia; no mucho, pero cambia. Volvemos a descartar a los partidos presuntamente de izquierda –en alguna ocasión les he comentado ya que «izquierda» y «derecha» son categorías «vigésimoseculares», si se me permite el neologismo, y hoy vacías de contenido–. Su proyecto disgregador de la nación española es en sí mismo un repelente para el voto de los españoles de bien. Un proyecto, además, que ni siquiera es suyo, sino de instancias más altas (¿París? ¿Berlín? ¿Bruselas? ¿Londres?). Aquí, a diferencia de lo que decía D. José Calvo Sotelo, tendríamos una «España roja y rota en cuatro pedazos, peleados además entre sí». En una próxima entrada hablaremos de cómo la presunta izquierda sesentayochista, incluso la que dice ser más radical, se ha convertido en palanganera del neocapitalismo.

En este frente lo que destaca no es tanto lo que se defiende como lo que no se toca. En particular, el régimen electoral y el sistema autonómico. Ambos deben apuntarse a la cuenta del PSOE, pero también a la «derechita cobarde» de Fraga, que tragó con todo lo que proponía el PSOE en los años del rodillo, Aznar y, por supuesto, de Rajoy. El sistema autonómico ha implosionado por intentar decirle al Estado aquella frase típica de western: «En este pueblo no hay sitio para los dos, Flanagan». Y por hincharse de tal modo que milagro es que no se haya declarado la «república de Jumilla» o «de Cartagena», como en 1873.

En cuanto al régimen electoral… bueno, quizá no haya uno que sea totalmente justo. Pero yo quisiera decir dos cosas al respecto. La primera, el exceso de representatividad de los partidos nacionalistas, que sólo se presentan en las provincias que constituyen su lebensraum: así, las tres provincias vascongadas en el caso del PNV… y Navarra, a la que el gobierno proetarra de Paloma Barcos quiere euskaldunizar a marchas forzadas. O ERC, tirando pels de casa, en Baleares (en Valencia, quién sabe por qué, no se presentan, aun formando parte de esa entelequia que ellos llaman Països Catalans). Naturalmente, no veo a Oriol Junqueras haciendo campaña en Extremadura, ni a Gabriel Rufián tratando de convencer a sus parientes de Jaén de que la aceituna arbequina de Lleida da mucho mejor aceite que la de Hojiblanca y pidiéndoles el voto. Pero quizá sea eso lo que haría falta limitar, al menos para unas elecciones generales.

Y segundo, las cacicadas de la JEC. Por lo visto, lo que era permisible en 2015 ya no lo es en 2019. Y todo porque «¡que viene VOX!». Que viene a ser «a la ultraderecha (¿?) ni agua». Por eso VOX no ha podido participar en los dos debates entre los partidos del sistema, que se esforzaban mucho en enmascarar sus similitudes, evitando tocar esos temas en los que en realidad están de acuerdo. Y eso, cuando todos los medianamente avisados saben que: uno, la presunta izquierda quiere una República (me pregunto si entre los que cortan el bacalao también es opinión pacífica). Una república ue-uropea, como ya lo son los países de la franja norte de este desventurado continente. Y dos, que la presunta derecha está graciosamente de acuerdo, con tal de que la dejen seguir pillando.  A cambio de eso, dos polítics presos han podido dar un mítin desde los barrotes, sin una mínima explicación racional por parte de la JEC, que debiera operar como mecanismo guardián de la imparcialidad en los procesos electorales.

Por todo lo cual –y más cosas que me dejo en el tintero–, votar como español me aboca a votar al último partido que queda tras el descarte: no voto a un partido cuyo líder aún no ha sido capaz de limpiar la pátina del pasado (el pobre Casado y su feroz lucha contra el sorayomarianismo reinante aún en Génova, 13). Ni tampoco a un partido cuyo líder se levanta una mañana siendo «español», otra «liberal» y otra «progresista», según soplen las encuestas. Sus incondicionales lo interpretarán como «cintura política»; los demás, como «grouchomarxismo». Y mucho menos cuando se deja aconsejar de gentuza del Bilderberg y es sometido a estrecha vigilancia por el palais de Matignon, como si fuéramos competencia de un tal Bureau d’Affaires Africains. Que para eso y no para otra cosa nos han mandado a Monsieur le Commissaire, es decir, a Valls. Que podrá hacer valer sus ancestros catalanes y tal, pero finalmente es francés.

Ante las elecciones del 28-A (I)

Seguramente algunos de ustedes se plantearán un dilema que yo me estoy planteando en estos días previos al 28-A. Lo plantearé de la siguiente manera: pongamos que abstenernos es una opción apetecible pero no conveniente y, por lo tanto, decidimos votar. Pongamos también que no queremos votar a lo tonto, lo que es una especie de moda generalizada y que, como dice Schumpeter, es característico de los procesos electorales: rebajar el rendimiento mental cuando se trata de elecciones. Pongamos que queremos votar en conciencia y teniendo como referencia esa cosa tan etérea denominada bien común; lo que significa que nos tomamos nuestro derecho al voto con el mismo interés con el que compraríamos un coche o una casa.

En este sentido se me plantea el dilema siguiente: votar como católico o votar como español. Si pretendo votar como católico, es decir, sin renunciar a ninguno de los principios los cuales pretendo que articulen mi vida, resulta que me veo abocado a la abstención. ¿Por qué? Descartemos la izquierda, que directamente es anticatólica y por tanto un servidor no la votaría ni harto de vino: ¿qué nos queda? El famoso trifachito o lo que la «ninfa de las cloacas», ministra de Justicia en ejercicio, dijo en un momento en que le traicionó el inconsciente: la «derecha trifálica». Sin embargo, mirando con más atención, resulta que para el católico que quiere serlo y que no es «meramente estético», tampoco hay mucho donde elegir.

Pablo Casado tiene un problema de credibilidad. No ha eliminado, ni mucho menos, los restos del síndrome sorayomariano que tenía postrado a su partido. Todo lo contrario; y por ahora, que se sepa, tiene dos granos en salva sea la parte: uno, que es Feijóo, que se le sube a las barbas y que por ahora, es la prueba de que si alguna vez toca el poder, no se enfrentará per se a los separatistas vascos y catalanes. Y el otro es un director de campaña que se toma confianzas con los etarras: «Ya me conoces y sabes que yo…».  Añadamos al tejido otra puntada: Casado dice «proteger la vida y la familia», pero en realidad su partido ha mirado siempre hacia otro lado cuando se ha tratado del aborto (de hecho, en Madrid ni con Esperanza Aguirre se dejaron de practicar esos asesinatos legalizados, manteniéndose un número constante).

Albert Rivera es otro que cuando le hablan de «vida y familia» se revuelve como un vampiro al que rocían con agua bendita. No se me olvidará lo que alguien me dijo cierta vez cuando yo le pregunté: «¿El partido defiende o no defiende la vida?». Respuesta: «Damos libertad». En este blog ya hemos defendido que nadie, ni siquiera una madre, es quién para decidir sobre el derecho a vivir de un feto que se va desarrollando en el vientre de la madre. Ése es el liberal-progresismo de los naranjitos… siempre, naturalmente, que no les afecte a ellos. De las consecuencias personales y sociales del aborto ya ni hablamos –a quien no admite una responsabilidad personal sobre el aborto menos le van a preocupar las implicaciones sociales de ese acto inicuo–.

En cuanto a VOX… bueno, sigue siendo una incógnita. Tengo entendido –y que me corrija alguien si me equivoco– que los de VOX rechazan el aborto… salvo en dos supuestos: la indicación «moral» (supuesto de violación) y la «eugenésica» (malformaciones del feto). Como católicos rechazamos esas «exclusiones», pues la Iglesia rechaza que pueda existir en ningún caso motivo o razón para un aborto. Y tengo entendido que, al menos una persona marcadamente católica salió de VOX pegando un portazo al ver que algunos de sus directivos consideraban los principios católicos como «meramente instrumentales», es decir, sólo para captar el voto del sector conservador católico que antes siempre había votado al PP, aun con la nariz tapada, y que se descolgó del todo durante el sorayomarianismo.

Todo lo cual me lleva a pensar que cuando las posturas son tan contrastadamente coincidentes (todas llevan al mismo resultado), es que hay gato encerrado. Cuestión que desarrollaremos en próximas entradas.

Resaca electoral (e IV)

Dejo lo mejor para el final: el fracaso de Podemos. Al final sus resultados se han parecido a esto:


Lo más llamativo, con todo, no son los resultados. Han mejorado en dos escaños, lo cual contrasta con las reacciones excesivas que han provocado. Lo cierto es que deberían estar contentos. La confluencia con IU (comunistas línea Moscú) no ha dado todos los buenos resultados que ellos esperaban. Uno supone que esperarían dar el sorpasso (odio esa palabra cuando podemos decir «adelantar») al PSOE y… bueno, se han quedado en 71 escaños. Por eso, a pesar de haber aumentado en dos escaños, la noche electoral y el día siguiente traían una cara de funeral. O más bien, como se ha dicho, de tortasso.

Naturalmente, autocrítica cero. «El fracaso no se debe negar, claro… pero no se debe a que no hubo real confluencia entre IU y Podemos». Se debe a que Pablemos no se arregló esa mañana la perilla. Ajá. Tampoco habrán tenido que ver sus «problemas de financiación» (a otro Montoro le hubiera crujido; pero Pablemos es Pablemos. Viva la igualdad de trato fiscal), que han causado una requisitoria del Parlamento venezolano para dar explicaciones. Por supuesto, Pablemos dará explicaciones en Caracas… cuando le vaya bien.

Ni tampoco habrá tenido que ver que en unos cuantos sitios ya los conocen, como rezaba el chiste que contaban años ha sobre Pepiño, blindado ahora en Bruselas. Los conocen y mucho en Madrid, en Barcelona, en Zaragoza, en Cádiz y en todos aquellos sitios en que gobiernan gracias a que la pesoe les puso en la mano la vara de mando. Es que ustedes a un español le tocan las gambas y la servesita, y el cabreo es monumental. Todo lo que no es perceptible de inmediato para Juan Español se puede tocar o se puede no arreglar. Hasta los impuestos indirectos o la impresión general de la Justicia. Total, que los podemitas en los Ayuntamientos no habrán gobernado mucho —mayormente porque no saben—; pero cabrear al respetable sí lo han hecho, y mucho. Ya se trate de los cambios en el callejero, los morreos blasfemos entre advocaciones marianas o la interactuación entre los vecinos de Gràcia y los okupas vikingos, la especialidad de los alcaldes podemitas ha sido montar el número para que los ciudadanos no les controlaran mientras afrontaban el caos.

A su vez, la no consecución de los objetivos ha provocado que salgan a relucir los cuchillos largos. Hasta tal punto, que el argentino Echenique ha hablado como si la sede del Ministerio del Amor fuera la Lubianka. Hasta aquí nada anormal. Las purgas son el pan nuestro de cada día en la izquierda y raro es el partido de esa orientación que no lleva a cabo al menos una al año. Hasta han acudido al socorrido expediente del pucherazo, que es la versión antigua-moderna de la «conspiración contra el Partido» o del «vendaval antidemocrático», un clásico de Alfonso Guerra. Probablemente VOX tuviera más motivos para sospechar de un pucherazo. Pero claro: como VOX no ha salido, nadie le echa cuenta.

Lo más sorprendente de todo, no obstante, ha sido la catarata de insultos que desde Podemos se ha lanzado a quienes no les han votado. No se sabe si serán bots o personas; pero lo cierto es que para los ancianos poco menos que han pedido una Endlösung. Procedimiento que, como es sabido, no es una originalidad nazi, sino comunista. Matar de hambre a pueblos enteros, o deportarlos a la Siberia central es un invento típico de la época estalinista. Hay que eliminarlos, porque son muchos «y votan al PP». Bajo la falsa pátina del «leninismo amable» sigue estando el comunismo de toda la vida. Evidentemente en ese grupo no están ni Julito el Rojo (un jóveno  de 68, que no del 68: más años que el mono Amedio) ni Rosa María Artal, la nueva Rosa de España (otra jóvena con 66 tacos). «Somos el cambio y el progreso. ¿Cómo habéis tenido la cara de no votarnos?». Las alusiones a la ética de Julio Rodríguez todavía son más chuscas.

La conclusión de toda esta larguísima diatriba queda clara: nos hemos librado del peligro rojo a ritmo sabrosón —del ritmo sabrosón no, porque el PP ha sacado una versión merengue de su himno—. Pero eso no significa que hayamos mejorado. Seguimos igual y probablemente continuaremos con la IV Legislatura de ZP. La economía mejorará o no; pero la ingeniería social sigue adelante. Algún día alguien le dirá que están interrelacionadas: el país que más tira adelante es aquél al que le han enseñado a creer en sí mismo y no al contrario. Todo dependerá de las instrucciones que Mariano reciba; pues, como él mismo dijo y aquí hemos puesto de relieve, «esh un mandao».

Resaca electoral (III)

Nos queda hablar de los otros tres partidos, así que vamos a ello.

Del PSOE poco se puede decir. Hicieron una campaña lamentable al repetir el mantra de «¡Vamos a ganar a la derecha!», con sus variaciones «PP» o «Mariano Rajoy» o «recortes». Como si se tratara del entrenador de un equipo de fúrbo de Tercera preferente. Dice una de las reglas de propaganda atribuidas a Goebbels que «uno tiene que adaptar su mensaje de forma que hasta el más tonto del lugar lo entienda». Podríamos añadir: «Y sin que los menos tontos se sientan tratados como tales tontos». Pero cuando lo que importa no es la ideología —caídas todas— sino la marca o el logo —algo fomentado por nuestra cultura audiovisual—, da lo mismo lo que uno diga. Da lo mismo incluso la realidad (hasta los suecos se han bajado del tren sociademócrata… y hace años de eso). Los becerros militantes aceptarán cualquier cosa siempre que quien lo diga lleve la marca.

El otro problema de fondo del PSOE es que tiene que decidir qué quiere ser de mayor. No puede decir que quiere gobernar en España cuando en la región catalana se echa en brazos del prusés y en la valenciana y la balear se echa en brazos de unos tíos que han abrazado la causa de los Països Catalans. Un partido que dice querer gobernar en España pero que hace en Andalucía que los andaluces soporten tres Administraciones (la oficial y dos paralelas). Un servidor de ustedes se huele que con Pdr Snchz el PSOE no llegará jamás a la pubertad. Máxime si, según el mantra que repiten todos, se deja trabajar a la Justicia: se quedarían en cuadro. Aparte, Pdr Snchz, tan capaz de dar un mandoblazo en Madrid a Tomás Gómez, es incapaz de hacer lo propio con Miquel Iceta. ¿Serán los efectos de la kriptonita? De sus pactos con Podemos ya dijimos que tienen su origen en la cena en casa de Bono, con éste, ZP, Pablemos y Errejón de comensales.

Respecto de C’s, yo diría que a la vista de los resultados son los «perdedores»: han pasado de 40 a 32 escaños. Y lo más curioso es que los han perdido en Cataluña, de donde proceden. No creo que haya sido un asunto de bisoñez política. Empecemos porque la transformación en Superguerrers de l’Espai (explicación del paso de la política regional a la nacional con conceptos Bola de Drac para productos LOGSE-LEC) no salió demasiado bien. El que pretendía ser Super-Saiyan se ha quemado un poco. En Dolça Catalunya dan un buen grapat de raons por las cuales se la han pegado. Yo destacaría una por encima de las demás: según parece, ahora que son un partido nacional, la lucha contra la inmersión lingüística ha pasado a un segundo plano, mientras que lo importante ha pasado a ser «promocionar en Madrit«. Al catalán no nacionalista no le ha gustado el viraje y se lo ha pagado convenientemente.

Luego está la propia política de C’s. Nos seguimos preguntado qué hace Juanillo Marín apoyando al régimen autonómico más corrupto de toda la democracia con permiso de los Pujoles. En segundo lugar, ponen la condición de que para pactar con el PP se tienen que ir Mariano y su grupo. Han olvidado en C’s que las renovaciones, purgas y demás tienen lugar cuando los partidos pierden el poder o cuando no lo alcanzan; no cuando unas elecciones, a pesar de seguir dejándoles en minoría, hacen que mejoren sus resultados. Otra cosa es que uno pueda vender que «gana porque los hotros son peores». En tercer lugar, el «pacto» con el PSOE, ese pacto de los ¿70 puntos? Un monumento a la inanidad que seguro que a C’s le habrá costado unos cuantos votos también.

Resaca electoral (II)

Tal y como les prometí, sigue la continuación con unas gotas de análisis acerca de lo ocurrido el pasado 26 de junio.

Como ya les comenté en otra ocasión, ahora estamos en la fase que los pedantes furboleros llaman el tercer tiempo. Más exactamente diríamos la de los pactos; la de «tú me das esto y yo a cambio no te voy a tocar las narices en esto otro». Poco que ver con la «fiesta de la democracia» y mucho que ver con el chalaneo las negociaciones entre tratantes de ganado. Pero vamos por partes, que diría Jack el Destripador.

Lo primero de todo, reconocer que el PP ha aumentado sus sufragios respecto de diciembre pasado. La estrategia del «yo me siento con una bolsa de palomitas a ver cómo los demás se dan de mamporros» ha funcionado. Y la verdad es que los demás han dado un espectáculo lamentable. Eso no quita que, de algún modo, el PP también haya participado: pero no para poner paz entre ellos, sino para atizar a C’s, que es el único socio con el que podría gobernar de haber sacado más votos/escaños.

Si tuviera que enunciar una hipótesis, diría que los cálculos de Mariano fueron éstos: «A Podemos no hace falta ayudarlo, porque se cava la tumba solito; más aún si le ayuda la endeudadísma IU. El PSOE, con el carajal interno que tiene montado, no es enemigo y en última instancia ya nos conocemos. Por tanto, el enemigo a batir es C’s, que quita votos al PSOE por la parte moderada y a nosotros por la parte española».

En mi opinión, no es la «estrategia del miedo» lo que ha funcionado. Hay un grupo importante de españolitos que creen que «la cosa no tiene remedio» y que, mal por mal, prefieren un partido que «les siga dejando despotricar». La culpa de «todo» la tiene siempre el Gobierno y valeyá. Queremos poder seguir echándole la culpa al Gobierno, al boogie, a Del Bosque (al menos nos eliminó una selección con un palmarés, no como a Inglaterra)… Queremos… «¡Coño! ¡Manolo, pon otra de gambas y una servesita y deja de joder con la política!» En resumen: queremos nuestro derecho a «otra de gambas». Derecho que no está garantizado con ninguno de los otros: PSOE-Andalucía, Podemos-Venezuela… ¿Y C’s? Lo dicen en Valencia: «Català i home de bé, no pot ser». Para ellos la prueba es el mismísimo alcalde de Valencia, valencià de Terrassa.

Triunfa el mal menor, pues. Por citar un asunto, citemos éste. A muchos españolitos que han votado a Mariano en realidad no les importa que la immersió lingüística (junto con el correspondiente adoctrinamiento) avance como un sarampión en Valencia (antes PP), Baleares (antes PP), Galicia (actualmente PP), Asturias y está bien establecido, con el beneplácito del PP de Madrit en Vascongadas y Cataluña. Algunos están enredando para que en Aragón el catalán sea también cooficial. Y no cabe olvidar que en Andalucía ya se propuso que el árabe fuera cooficial. Sólo falta que al sarao se unan los extremeños imponiendo el castúo en las dos provincias. ¿El problema? «A mí no me afecta personalmente«. Y para el resto, el PP, como er Beti. Haga bien o haga mal, Beti p’alante. El derecho a «otra de gambas» ha quedado plenamente asegurado. Lo que se va a discutir ahora son las condiciones.

Resaca electoral (I)

 


Como siempre, actualidad manda y, aunque tengo en mente terminar lo que empecé acerca del famoso Brexit, se han cruzado en el camino y algo hay que decir, aunque no sea totalmente original.

No tengo mucho que añadir a lo que ya dije en mi post de diciembre, mutatis mutandis. Sí quisiera que fijaran ustedes la atención en dos hechos.

Lo primero de todo, que lo que se dice «ganar», no ha ganado nadie. Por más que las terminales mediáticas —como 13TV, por ejemplo— nos traten de imbéciles —o peor, de niños de teta—, una cosa es «ser la lista más votada» y otra muy distinta «formar gobierno». Y que la LOREG dice claramente que para formar gobierno se necesita una mayoría de escaños, que no de votos, Supongo que esto repateará a los trolls y palmeros pro bono de Génova. Y que por repetir eso me van a llover las críticas y demás. Pero me da igual. Los 137 escaños obtenidos por el PP-de-Rajoy quedan muy lejos de los 176 escaños que son la mayoría absoluta. Y por mucho que hayan machacado lo de «hemos ganado las elecciones», una mentira mil veces repetida no se convertirá en una verdad. Cuando se modifique la LOREG —no hay huevos para eso—, veremos. Pero mientras tanto, ni hablar.

Y el segundo hecho que quiero hacerles notar, igual que en diciembre, es la elevada abstención para lo que es una consulta de fuste como unas elecciones generales: un 30%, nada menos. Que una persona de cada tres haya decidido que ir a votar no merece la pena debería hacer reflexionar a nuestros ¿líderes? políticos. Tiene su trampa, no obstante: en nuestro sistema, la abstención favorece al partido que está en el poder. Así que, aunque no han votado, le han hecho el favor a Mariano.

Teniendo estos dos hechos en cuenta ya pueden ustedes poner en perspectiva los resultados electorales y compararlos con el esfuerzo que han hecho los candidatos. Cosa que haremos en el siguiente post.

Corrupción vs. Revolución

Una segunda cuestión que se plantea, al socaire electoral y de sus ahorros, es el lamentable hecho de que tenemos que elegir entre dos males. No obstante y en mi opinión es una falsa disyuntiva. Como he expresado muchas veces en este blog, Mariano y su cuadrilla —que no son el PP por mucho que se lo tengan creído— necesitan a Pablemos. Y le necesitan porque, frente a la barbarie, la arbitrariedad y el tiro en la nuca que representa éste, Mariano puede representar el papel de «garante del orden y de la moderación». Por esa misma razón el gallego y su cuadrilla machacan a Ciudadanos, aparte de que éste les quita muchos votos: porque con ellos no pueden ir de moderados. Sólo así se entiende que el diario afín, La Razón, magnificara una pequeña pifia de organización de la formación naranja hasta hacerla parecer peor que los EREs y la Gürtel juntos.

Pese a lo que les decía en la entrada anterior, puede haber un indicio de que el panorama está empezando a cambiar. Ya les comentaba que Podemos ha fagocitado de facto a IU. Un partido endeudado y perseguido por Hacienda versus otro partido con la economía relativamente saneada («¡Montoro, no te tengo miedo!») y un flujo generoso y constante de recursos provenientes de una potencia extranjera. «No hay color. Nena, que nos vamos a Podemos, que nosotros solos no tenemos porvenir. A Llamazares déjalo que siga gruñendo, que ya está gagá». Lo curioso es que a Garzón, ese comunista burgués, como demostró Corcuera, le hayan dado el puesto número cinco por Madrid (dejo a ustedes el chiste fácil con la rima).

Granos (y granitos) en el culo

Quizá haya algo más que decir acerca de los cambios —pequeños— que se avecinan en el escenario político. Tal vez el más importante sea el que anuncia el centrifugado del PSOE. Los barones territoriales pactan con Podemos o incluso entran en sus gobiernos municipales sin pedir permiso al jefe —¡cómo se atreven!—. Es lo que ocurre en Castilla-La Mancha, por ejemplo: García-Page, que ha dado la campanada, justifica así el apoyo que recibe de Podemos, entre chorrada y chorrada que podría haber firmado ZP. En Cataluña también van por libre: igualmente sin pedir permiso, el PSC entra en el gobierno municipal de BCN junto a la OdiAda Colau (odiada principalmente por el sector turístico y de servicios barcelonés, al que ha tocado las narices desde el minuto 1). Da toda la impresión de ser un campi-qui-pugui y ponerse a salvo ante la futura debacle del partido. Pero el mayor grano que le ha salido en el culo a Pedrito guapo es Susana, que está esperando a que Pedro se la pegue para rescatar al Partido.

El otro grano (o más bien y por ahora, granito) es ese grupo de militantes del PP autodenominado Floridablanca, presidido por Isabel Benjumea. De la influencia actual de este grupo de personas da idea la respuesta de la vice Soraya cuando le preguntaron por él: según ella, un grupo de mindundis que en ningún caso iban a provocar cambio alguno en el Partido. Su inspiración es buena, en principio, a saber: volver a hacer del PP el partido que represente a «la derecha social», que no está de acuerdo con la deriva socialdemócrata y entreguista del PP y que por eso se ha echado en brazos de un partido bastante menos ambiguo en cuestiones ideológicas. Parafraseando a Luis del Pino en algo que dijo hace un par o tres de semanas: ¿de qué sirve que «el PIB crezca dos puntos» (o diez) si la Nación se va a tomar por saco?». Bajo el ¿mandato? de Rajoy es posible decretar la muerte civil de una persona que se sienta orgullosa de ser española, en Cataluña y en otras partes de España. Todo ello financiado con el dinero de todos.

Tampoco es muy de recibo que, aprovechando la «lucha contra la corrupción», el PP socialdemócrata liquide a la vieja guardia aznarista. Personas que, al quedar en segundo plano «después de todo lo que hicieron por el Partido», se consideraron malpagás, como Vicente Martínez Pujalte, y que decidieron que lo que no les iba a dar el Partido se lo iban a tomar ellos por propia mano. Se da la circunstancia de que tanto él como Ana Torme conspiraron contra Rajoy. Es decir, que mientras no «conspiraron» no eran personas de interés y podían seguir trincando sin que nadie les dijera nada. Todo, en fin, de una bajeza increíble.

De nada sirve agitar el espantajo de «los hotros son peores», cuando precisamente eso es lo que ocurrió en Venezuela. Venezolanos huidos de aquella dictadura y con los que uno habla tienen una desagradable sensación de dejà vu al ver lo que ocurre aquí. Ellos saben que Chávez fue posible porque la corrupción galopante de los CAP, los Lusinchi y otros se comió el crédito espiritual (si es que se le puede llamar así) de la nación venezolana. Por eso, al ver aquí que la corrupción se ha contagiado a y desde las más altas instancias del Estado, no dejan de avisar. Y sería bueno tomar nota de ello, en vez de afirmar campanudamente que «esto en España no va a pasar nunca».

Otro problema sería el de por qué una ideología, completamente periclitada y de fracaso demostrado tanto en lo ideológico como en lo económico, sigue teniendo el suficiente predicamento como para allegar cinco millones de sufragios en España. Pero eso será materia para otra entrada. Por de pronto, retengamos esta frase, remedo de aquella frase de Churchil en 1938 que resultaría profética:

«Os dieron a elegir entre corrupción y revolución. Elegisteis la revolución ¡y además tendréis la corrupción!».

Tampoco pierdan de vista la frase original, que también podría ser verdad.

Para este viaje…

Bueno, pues ya está. Después de cuatro meses de marear la perdiz (o escenificar, que dicen los tertulianos pedantes), el Rey ha formalizado la convocatoria de elecciones. Volvemos, pues, a donde estábamos el 20-D: disponiéndonos nuevamente a soportar una campaña en la que los mensajes serán más o menos los de hace cuatro meses… para los mismos candidatos.

No es fácil evitar la sensación de ser Bill Murray en Atrapado en el tiempo, viviendo un eterno Día de la Marmota. Y a primera vista podría parecer que no ha cambiado nada: los políticos nos fríen a encuestas, por sí mismos o por persona interpuesta, los tertulianos siguen dando bandazos y especulando (o distrayendo) à tout plein sobre lo que harán unos u otros. O, más bien, hunos u hotros, para lo cual viene bien aquella frase que suele decir Lagente (antes pueblo): «Tós semos hunos». Y sigue el circo.

Fíjense, no obstante en que freírnos a encuestas no tiene detrás una verdadera voluntad de saber qué es lo que preocupa a Lagente para solucionarlo. La intención tras esas encuestas es adaptar el mensaje. Es decir, el grouchomarxismo de decir: «Como sé lo que te gusta oír voy a decírtelo, aunque no tenga la más mínima intención de cumplirlo». Lo que impulsa a estos partidos es simplemente el voto. De ustedes no quieren más que su voto; una vez que lo tienen, ustedes, sus problemas, sus necesidades y anhelos son tan olvidables como una hoja de calendario. Naturalmente, siempre quedan los irreductibles, los de la adhesión inquebrantable y la lealtad acrisolada. Pongo un ejemplo del PP, pero en realidad podría valer para cualquier partido…


Lo más llamativo de la nueva campaña es la voluntad de ahorrar. Ahorre, señor o señora, que «el futuro es muy oscuro, ay, trabajando en el carbón». Carbón nos han traído esos Reyes Magos travestidos de maris y tortis. No somos lo bastante progres, así que hay que insistir. Para empezar, han ahorrado en candidatos: se van a presentar casi los mismos. Y digo casi, porque en los últimos días se está produciendo algo que en este blog anunciábamos hace ya tiempo: que Pablemos y sus boys quieren convertirse en referencia única de la izquierda-pata-negra española. Hace un par de días Alberto Garzón firmó prácticamente la absorción de IU (izquierda burguesa y, por tanto, hundida) por Podemos. Como diciendo: «No. Punto. No me importa cargarme el partido. Punto. Con tal que yo esté en un puesto de los de salir. Punto». No le faltó más que insertar el correspondiente anuncio en el BORME.

Más ahorros. Dicen ahora los principales gerifaltes de las organizaciones políticas que van a ahorrar en «cartelería y en publicidad externa» (vallas y similares)… y que sólo se van a gastar 136 millones, frente a los 151 millones que dicen que costó la campaña anterior. Me da rabia que intenten tomarnos el pelo. Dan ganas de decirles que, por ahorrarse, podrían ahorrarse hasta los candidatos. Los mensajes ya los conocemos. Aparte, nunca faltan aquellos que, provistos de anteojeras votan al Partido haga bien o haga mal. Son los que salen con la papeleta de casa, porque la han recibido por mailing (ése, por lo visto, no se lo van a ahorrar).

Hablando de mailing y ya que estamos: ¿volverá a impedir el PP que unos sobres cubiertos por la bandera española puedan circular por España? Un servidor de ustedes no recuerda que al empleado de Correos de alta graduación que lo impidió porque eran de VOX (y no por otra razón) le cayera una sanción disciplinaria, cuando menos. Ni tampoco un proceso judicial por impedir el derecho constitucional de un partido político a realizar su propaganda.

Ahorrando, sobre todo ante un censo electoral hastiado y que sólo vibra con el fúrbo, se puede llegar muy lejos, oigan.

Pensamientos al vuelo

Ideas, intuiciones y otras cosas que se me pasan por la cabeza

starcrazypie astrology

the astrology blog | sara shipman

Las cuatro esquinas del mundo

Nadie entre sin aumentar la entropía

Mirando hacia arriba...

Reflexiones sobre cosas que pasan en los cielos

El vuelo del albatros

Pensamientos diversos a vista de pájaro

Cuatro amiguetes y unas jarras

Ya que no podemos arreglar el mundo, hablaremos de lo que nos interesa: la política y los políticos, el fútbol, el cine, y todo lo que nos molesta, acompañados por unas jarras de cerveza. Bien fresquitas, por supuesto

General Dávila

Nada hay como el soldado español y mi única aspiración siempre ha sido estar a su altura

VIA LIBRE

Escribo y difundo lo que me interesaría leer. Para todos los públicos

Verdades Ofenden

"Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga" Diderot. / "El que tiene la verdad en el corazón no debe temer jamás que a su lengua le falte fuerza de persuasión" Ruskin – (Bitácora-Biblioteca virtual y PERSONAL, recopilatória de aquellos artículos que despiertan mi interés)

C Y K L O S

Asociación de Astrología de Cataluña

Queremos salir de la Crisis

¿Los políticos Tambien?

Galicia Futura

Blogazine Independiente / Abierto 24 horas

La Imagen Reflejada

El Patito se vió reflejado en el agua, y la imagen que ésta le devolvía le cautivó por su hermosura: era un magnífico Cisne

Es war einmal...

"Los dogmas del quieto pasado no concuerdan con el tumultuoso presente." (Abraham Lincoln)