El circo sigue adelante: show must go on. La Carmeta nacional se ha abstenido, que ahora ya ni Carme ni Carma ni nada de nada. Supuestamente y para no enfadar a tirios y a troyanos, Chacón ha decidido no pronunciarse. Y suena rarísimo todo, qué quieren que les diga: teniendo en cuenta cómo literalmente la barrieron antes de salir al ruedo y las lágrimas (¿verdaderas?) que dejó caer para decir que no se presentaba en aquella rueda de prensa, la declaración de adhesión inquebrantable al líder suena rara. Como también sonaron raros los mimitos que se hicieron el jefe y ella en público, que sonaron más bien a esto…
El caso es que esta declaración de adhesión inquebrantable llega justo en el peor momento para Rubalcaba: el PSOE contando apenas con 108 diputados, tan lejos, ¡ay!, de aquellos históricos 206 que alcanzó Felipe en su primera legislatura. El debate del estado de la canción dejó clara cuál era su estatura: en medio de su lucha con la sombra (la de su pasado), el rayo de las palabras de Pere Navarro le fulmina como primer espada de la oposición mientras a Mariano, as usual, hace historia sin movérsele un pelo de sus galaicas barbas. Que es una idiotez: a fin de cuentas, el Rey ha dicho por activa y por pasiva que quiere morir con las botas puestas y la sucesión coronada tendrá que esperar (la República, posiblemente, más). Pero las palabras de Pere Navarro, que no sé si fuera de la política es alguien, dieron la puntilla a su jefe por el momento en que se le transmitieron y han hecho emerger un problema que el PSOE tiene con su federación-sucursal-lo-que-sea catalana: que ellos quieren ser socialistas, pero sin tener que ver nada con Madrit.
Y aquí es donde Rubalcaba lo tiene espeso. Si ejerce de líder corre el peligro de quedarse con menos de 100 diputados. Porque debería sancionarlos y expulsarlos (le han perdido el respeto) y éstos, como el escaño es de ellos y no del partido, irían directamente al Grupo Mixto. Un espectáculo tan chusco como ver a Montilla y a Chaves hablando mediante pinganillo en el Senado. Por otro lado, si no ejerce, quedará en evidencia la debilidad de su posición y de su autoridad. Ambas hoy dependientes de que a Griñán, antiguo chaconista, se le mueva un pelo de la barba. Y a uno le entra la risa floja cuando oye decir a Rubalcaba que «hay que cambiar de nombre». O que «hay que refundar el partido» y el que pretende liderar esa refundación es él, que ya lleva 30 años en política y que, menos Presidente del Gobierno electo, lo ha sido todo en ese mundillo.
Quizá ahora la Carmeta nacional entienda que ha llegado la hora de su venganza. Que la generosidad no cotiza al alza en la política batueca y los políticos batuecos rumian en silencio su venganza, y la sirven en plato convenientemente frío a su víctima. Que, naturalmente, a quien le temblará la voz ahora será Freddy el Químico. Y a los diputados catalanes que no han votado en el sentido de la dirección nacional. Que éstos quizá en ese partido que tan bien definió el profesor Francesc de Carreras, el Partit Únic Catalanista, formado por CiU+ERC+IC (se terminarán de decidir si quieren «independencia» o «drets socials», porque ambas no pueden ser, les guste o no), las CUPs y los segmentos más nacionalistas de PP y PSOE.
En cualquier caso, natura abhorruit vacuum. Si el PSOE se derrumba, veremos quién ocupa su sitio en el intermedio. Que no creo ni por un momento que sea un émulo del Enano Dakota.