In memoriam Pedro J.



No, no se asusten ustedes. No se ha muerto, ni mucho menos, aunque algunos sí quisieran verle muerto. Y entre éstos, no pocos de los que hace 20 años se «deleitaban» con las Historias de la corrupción que contaba Pedro J. de Ferraz y aledaños. Historias que le costaron ser tratado con exuperancia por el felipismo de entonces, ya en horas bajas pero todavía con poder.

El hecho es que ya hace tiempo que iban tras él. Y hoy, por fin le han pegado el hachazo. Three amigos que fueron a Roma. podríamos decir. Tres que, quién lo diría, cabalgaron juntos en esta empresa. Por un lado, Mariano. Él, a quien dar explicaciones le produce dolor de estómago, tuvo que darlas por las informaciones nunca desmentidas de El Mundo sobre el caso Gürtel, en medio de aquello que se llamó «la crisis de los SMS». Bien es verdad que eligió un día perfecto para extender la patada en el vientre a los señorías: nada menos que un 1 de agosto, en medio de la canícula gorda. Ni convenció, ni despejó dudas. Pero desde entonces O Hamlet das Rias Baixas se la tenía jurada y bien dicen que es mala cosa excitar el odio de un gallego. Había que pararlo.

El segundo jinete era Rubalcaba. Las investigaciones sobre el caso de los EREs andaluces han puesto contra las cuerdas a los dirigentes del sindicato amigo. Prácticamente hasta ayer se daba noticia de papeles y más papeles, más facturas falsas, más sinvergoncerías de ese sindicato vertical de izquierdas. Y lo peor: ponían y ponen en un brete a la presidenta andaluza Susana Díez, de quien no hace mucho se informó que regaló una pasta muy gansa al sindicato amigo, estando éste bajo la lupa implacable de S. Sª Mercedes Alaya. Juez a quien todos los españoles de bien deberíamos costear un monumento en plaza pública por el hercúleo trabajo que está llevando a cabo. Y que como en la judicatura se cree un espíritu de emulación de la jueza sevillana, los sindicatos mayoritarios quedarán reducidos a polvo y cenizas en toda España. Más aún: las investigaciones comenzaban a apuntar que el PSOE también se beneficiaba de esos fondos de reptiles y otras hierbas. Dangerous liaison. Había que pararlo.

Finalmente y no porque sea menos importante, el Rey. «¡Es intolerable que la niña salga todos los días en ese periodicucho! ¡Hay que pararlo!», tronaría el Rey. Poco importa que las informaciones dadas por El Mundo no fueran desmentidas en ningún momento por Casa Real, pese a que las pifias del yernísimo se iban acumulando una tras otra, perfectamente documentadas todas ellas (nuevamente facturas falsas y e-mails ofensivos para los ciudadanos palmesanos, firmados por el bergante como Duque em…palma…do). Tantas portadas dedicadas al caso Nóos tenían que sentar a cuerno quemado en Zarzuela. Había que pararlo.

El problema, como siempre, no es que se informe de la pifia. Lo peor es que ésta exista. Pero aquí están intentando la cuadratura del círculo y tapar la Luna con el dedo. Una Luna muy llena, por cierto. Es decir: seguir siendo una democracia formal cuando en realidad existe una oligarquía que mueve los hilos y cuyos hilos están movidos a su vez por otras personas. Y están pegando puñaladas traperas a la muerta en su costilla número 20.1.d, la que reza aquello de que «los españoles tenemos derecho a recibir información veraz…, etc., etc. ¿Democracia? «Todo mentira», que diría mi señor padre.

¿Que Pedro J. tiene defectos? Pues sí. Un ego de tamaño king size, que en algún momento le hizo creer que era él quien quitaba y ponía ministros en los gobiernos y no el presidente del momento. Pero así como es cierto que «no se hicieron las hazañas para bebedores de agua», tampoco se hicieron las grandes empresas para egos pequeños. Y en líneas generales, El Mundo ha sido un gran proyecto personal y periodístico. En lo que importa, nos devolvió a muchos la fe en la profesión periodística al comprobar que no estaba tan llena de lameculos y serviles como creíamos. Y que, aunque con dificultades, era posible llevar a cabo la función constitucional de «dar y recibir información veraz». Y que el «periodismo de investigación» no tenía por qué limitarse al último pedo del famosillo que esté en el candelabro, o las desavenencias (pactadas) entre dos pedorros del petardeo, o las noticias (bien pagadas) del fúrbo. Eso es lo que quisieran quienes han echado a Pedro J. de su diario: tenernos en la cárcel de la ignorancia feliz y que no despertáramos de la mentira democrática.

Se ha ido, pues. Con 20 millones de indemnización en el bolsillo. Y al parecer –no sé si es cierto–, con la prohibición de no iniciar ningún otro proyecto periodístico en los dos años siguientes. Si es cierta esa segunda condición, no creo que la cumpla. No me parece que Pedro J., con todo lo que lleva bregado, sea un señor que se calle fácilmente. Veremos qué ocurrirá. Lo interesante son las reacciones de la prensa escrita de papel: nadie, ni siquiera su propio diario, ha dedicado espacio alguno a la noticia. Ríanse ustedes de la prensa de editorial conjunto que tenemos a casa nostra. No tengo duda de que con la marcha de Pedro J. los demás medios pondrán sus barbas a remojar, no sea que la purga les alcance a ellos también (con un PP socialdemócrata como éste que tenemos es completamente legítimo hablar de «purga», señores; no se llamen a engaño).

Para terminar y no dar la impresión de que esta entrada es una especie de obituario profesional, quisiera dedicar esta canción a Pedro J. con mis mejores deseos en su próxima andadura profesional:


Gotas que me vais dejando...

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