La realidad vuelve a interponerse en el camino de las somaldades que uno quiere contar, pero es que así son las cosas. Vamos a comentar en esta serie de entradas dos asuntos que, aunque puedan parecer de índole distinta, tienen un nexo de unión, que es, naturalmente, Isabel Díaz Ayuso, Presidenta (por ahora) de la Comunidad de Madrid.
Empezando por el principio, enlazaré con algo que decía en mi última entrada. En ella exponía yo, sin saberlo, los tres caminos por los que podían discurrir las peripecias de Díaz Ayuso. De los tres, resulta que se ha materializado el primero, el más accidentado de los tres:
Hablamos, en su momento, de los monos envidiosos que seguían el rastro de Díaz Ayuso, señalando a tres principales. De éstos, uno de ellos ya se ha caído del cartel: Teodorico, juntamente con su colaborador necesario, Ángel Carromero. García Egea dimite ayer, in extremis, cuando ya su posición en el cargo que ocupaba es insostenible. Y lo es porque ocurrió lo que yo suponía: Díaz Ayuso aguanta el tirón y el domingo se convoca una manifestación en su apoyo de manera ¿espontánea? frente a Génova, 13. Ése es el momento en que cae el telón en la planta innoble… al menos públicamente.
Pablo Casado se ha ido hoy. Dudo mucho que perdure su memoria al frente del PP, pues no ha hecho sino dos cosas: una, incumplir todo lo que prometió tras imponerse en su congreso a SSS… que en ese momento no tenía ni media torta y que de su familia política no la quería nadie; y dos, ponerse al servicio de la pesoe. Para la hemeroteca quedan las dos prórrogas del estado de alarmaexcepción que propició con su voto favorable/abstención y que tanto dolor han causado a los españoles, sobre todo a los de la antigua clase media (que había que cargarse porque «era un invento de Franco»), quedando muchos de ellos colgando por… digo, de un ERTE, al que en no pocos casos se le ha caído la «T» de «temporal».
La campaña contra Díaz Ayuso viene de antiguo… si por «antiguo» entendemos como nueve meses, los que median entre las elecciones autonómicas madrileñas y el día de hoy. Todos recordamos una conversación que pudo haber ido así:
¾Bueno, ¿cuándo me vais a dejar montar mi congreso regional, Teodoro? Que ya está bien, ¿eh?
¾Eso es algo que no va a ocurrir jamás mientras yo sea el Secretario General del partido.
¾¿Cómo? ¿Que no me dejas?
¾Por encima de mi cadáver.
¾Pues voy a convocar elecciones regionales, ¡hala! Y que os den a ti y a tu dirección nacional.
¾Que no convoques elecciones, ¡leche!
Y ahí sería cuando Díaz Ayuso habría enseñado el dedo corazón a Teodoro, con lo cual, dicho jurídicamente, quedaría «trabada la litis». Díaz Ayuso convoca sus elecciones y las gana de calle, lo cual pone de los nervios tanto a Ferraz (y a Gobelas) como a Génova, 13. A partir de ahí empiezan las presiones del tipo de «quítame a ésta, que me molesta», que al parecer salieron tan bien con Cayetana, degradada hoy a diputada rasa.
Por de pronto, nada cambia. Díaz Ayuso es presidenta de la Comunidad, pero su partido le niega el honor que le corresponde de dirigir el Partido en dicha circunscripción territorial. Es una carambola a varias bandas, como luego veremos. Así que cabe imaginar que en algún momento se reunió el Sanedrín y decretó que la presidenta de la Comunidad de Madrid «no comería jamás las uvas en la sede del PP de Madrid».