El perro del hortelano

En esta entrada vamos a hablar de trapitos. Concretamente, del trapito rojigualda y del trapito tricolor. Dicen los que más entienden del asunto que los símbolos nacionales (por concreción, escudos, banderas y similares) son de todos. O sea, que no son de nadie en particular. Vamos, que si un servidor, un día cualquiera, se arriesga a salir a la calle con un pin de la bandera española en la solapa o una pegatina en el reloj, estaría perfectamente legitimado para ello. Naturalmente, hacer esto en Cataluña es exponerse a las miradas de través de los educados y al señalamiento, acoso y derribo por parte de los borregos y los fanáticos. Pero no nos desviemos el tema.

Siguiendo el razonamiento, dos millones de personas, o millón y medio, o los que sean, están perfectamente legitimados para usar la enseña nacional constitucional en una manifestación conforme a Derecho. Bien, pues no. Resulta que la utilización de banderas constitucionales por parte de la derecha da pie a los progres para decir que «se están apropiando de los símbolos de la nación». Y esto lo afirman sesudos licenciados en Derecho (como el señor López Garrido). Recordemos, pues, por un momento, algunas nociones de derecho civil: ¿cuándo el mero uso puede equipararse a la apropiación? El Código Civil no los equipara en ningún momento; ergo no son ni pueden ser la misma cosa.

Del otro lado, las manifas progres han estado cubiertas de banderas republicanas (preconstitucionales y desde luego no oficiales) o incluso de la bandera multicolor del movimiento gay, que ni siquiera ha sido oficial en España en momento alguno. Se conoce que sienten vergüenza de llevar la bandera española oficial en sus manifestaciones. O piensan que usar la bandera española oficial es propio de fachas peperos.

Supuesto lo anterior, ¿con qué derecho dicen los progres que «la derecha se está apropiando de los símbolos nacionales» si a ellos mismos les da vergüenza usarlos públicamente? No es más que una estrategia para que poco a poco nos vayamos alejando del concepto de España que aprendimos de nuestros mayores, nos avergoncemos de nuestra bandera, de nuestro escudo y de nuestro himno y aceptemos esa cosa llamada «nación de naciones», que no es sino un reino de taifas en que cada taifa tendrá su cacique. Bien a las claras se ve para quien trabaja Zapo y a quién le debe la poltrona.

Pues eso: como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer.

An English language lesson


Y para que vean los españolitos de a pie que nuestro presidente por accidente domina también la lengua del imperio, otra pequeña muestra. Con tal domino, no es de extrañar que nuestro inefable contestase «Vale» a Bush cuando éste le dijo: «Good to see you again» (qué bueno volver a verte). Si es que lo que no sepa nuestro Zapo… Schröder y Chirac, sus amigos, sonríen complacidos al notar que el nivel de inglés de su anfitrión español es tan bueno. Y sobre todo, su nivel de conocimiento de la jardinería japonesa. Es lo que tiene: no se puede ser socialista y llegar a la Moncloa sin tener conocimientos de jardinería japonesa…

Españesia

¿Cómo? ¿Que no saben ustedes qué país es Españesia? Pues sí que estamos arreglados. Españesia es un país conformado por varios miles de islas, en las cuales algunos hablan español y otros no, pero que en cada isla el idioma oficial es el propio de cada una (hay mucha gente que todavía usa el español, pero se está abogando por su uso marginal).

Españesia está habitada por varias tribus, cada una a cual más brava e irreductible. Todas ellas en lucha contra la tribu mayoritaria, que de momento no les hace demasiado caso y soporta pacientemente las bravuconadas de las demás. Periódicamente cada tribu celebra una fiesta ante su tótem: se le ponen flores, se le cantan himnos y algunos, incluso, ataviados con pinturas de guerra, se permiten amenazar a los tontos del culo que hablan la lengua mayoritaria, invitándoles a irse bajo pena de sacrificio ritual y caníbal.

En Españesia la vida transcurría plácidamente, excepción hecha de estas manifestaciones totémicas. Ah, bueno, y de algunos miembros de una tribu asentada al norte, que sí practican el sacrificio ritual. Los jefes de la tribu mayoritaria han intentado parlamentar con ellos, siempre con resultado negativo. Hubo uno que no parlamentó y que verdaderamente estuvo a punto de acabar con esos caníbales. Pero eso fue hace bastante tiempo. Vino otro después que les ha dado casi todo lo que han pedido. Ahora, en ese territorio sólo admiten un tótem y los que no adoran al tótem son acusados directamente de injurias al tótem e invitados a marcharse o comidos en sacrificio ritual.

Hoy las cosas no pintan muy bien para Españesia. La tribu del nordeste ha tenido contactos con las tribus del norte y del noroeste y ha creado su tótem. Últimamente se dedican a quemar tótems de la tribu mayoritaria, con la que —dicen— no quieren estar unidos. Y obligan a los que están en su territorio a adorar al tótem y cantarle himnos en la lengua ritual, bajo pena de reducción de cabeza. Pero no sólo eso: quieren que sus vecinos del sur y del este canten también himnos en la lengua ritual, a lo cual éstos se oponen y les dicen que se metan su lengua ritual por donde les quepa. También amenazan a los de la tribu del nordeste con que el néctar que éstos venden se lo van a tener que beber ellos solitos.

Los de la tribu del noroeste, de momento, se conforman con obligar a cantar el himno ritual a los aborígenes bajo pena de ser considerados enfermos; pero cualquier día se ponen a la altura de los del nordeste en cuanto a la reducción de cabeza. La tribu del noroeste va en sentido contrario a las demás: quiere unirse a otra gran tribu; pero éstos les han dicho que no quieren saber nada. De hecho, un aborigen de esta otra gran tribu dijo que todas las tribus tenían que unirse en una sola y casi se lo comen y pinchan su cabeza en lo más alto de su tótem.

Y ahora, el gran jefe actual de la gran tribu ha regresado de Estados Unidos, donde fueron a discutir sobre el cambio climático. Fue recibido por George Bush. Bueno, en realidad sólo le ha dicho «Hola, ¿cómo está? Me alegro de verle de nuevo». El jefe de la tribu mayoritaria se ha quedado de una pieza y le ha dicho «Gracias». No es que él domine mucho las lenguas, pero parece que el saludo de Bush, de no haber mediado la diplomacia, hubiera sido éste: «Hola, mamoncete. ¿Otra vez por aquí? Anda y que te follen». Una cámara de televisión le filmó después del saludo. Se muestra cocido y avergonzado; pero logra mantener la sonrisa y bien parece como que esté pensando: «Bueno, ya me han visto con él. Cuando llegue a casa le diré a Curro que lo venda como que hemos tenido una gran conversación».

Ah, pero por eso Bush le colocó en el mismo grupo que a la Micronesia y a la Polinesia. Gente de muchas islas. Gente de diferentes tribus. Y muy multicultural y multicolor. Y, por supuesto, sin peso alguno en el concierto de las naciones.

¡Ah, Españesia, qué gran país!

Leçon de français


Veamos aquí a nuestro inefable Zapo perorando en francés. O un intento (fallido) de francés. Hay que reconocerle a le petit Nicolas grandes facultades como monsieur le Président: la primera y principal, la de dominar su primer impulso de arrojarse al suelo y retorcerse de risa ante la exhibición idiomática de su homónimo español. En fin, pasen, vean y disfruten, que sólo podremos tener espectáculos así hasta marzo…

Infraestructuras «de primera»

Pues en Cataluña estamos de enhorabuena. Zapo allá que se ha ido cual raudo corcel, y aparte de entonar un falso mea culpa, ha prometido infraestructuras «de primera» a los catalanes. Qué bien. Los catalanes saldremos adelante «al paso alegre del progreso», con unos trenes que nunca descarrilarán, que siempre llegarán a su hora, cuyos maquinistas nunca harán huelga. Tendremos un país en el que por siempre brillará la luz (eléctrica), donde nunca se pondrá el sol (eléctrico también, no faltaba más). Los catalanes vamos a ser la perla de la corona (huy no, que a Juanito el día menos pensado le van a dar la patada), y aquí se atarán los perros con longaniza y…

A ver, espera un momento. Empiezas a padecer una alarmante falta de contacto con la realidad. En primer lugar, de todas las cosas que dice Zapo tener la culpa, son verdad. Recuerda al pobre John Kerry, dedicado a tiempo completo a crear nuevas mayonesas y que no quiere saber nada de Zapo. Luego lo que él hace o dice tiene influencia en los Estados Unidos. En segundo lugar, si no hubiese mencionado a la selección española de baloncesto en su «alocución», probablemente ahora estaríamos disfrutando del oro y no de la plata. La de voleibol, mira tú por dónde, sí se alzó con el oro, porque Zapo se olvidó piadosamente de ella.

Está fuera del entendimiento humano cómo una selección española en la que militan Gasol, Navarro o Calderón se ha de contentar con la plata al enfrentarse a una selección rusa que no incluye en sus filas a los temibles Sabonis, Homicius o Kurtinaitis (de hecho, al viejo Gomelski le hubiese dado un soponcio al comprobar que en las filas rusas juega un estadounidense, Holden). Si, como es de ley, los nuestros se han dejado la piel en la cancha, el desastre sólo puede explicarse por la presencia de Zapo apoyando (palabra clave) a la selección. Apoyando como apoyó a Ségo. A Schröder. A Sebastián. A Puras. A Maragall. Al Barça. Hombre, hubiese sido un feo apoyar en público a la selección rusa; pero a los efectos prácticos seguro que nos hubiese ido mucho mejor. Espero que ahora no se le ocurra decir que «va a promocionar el deporte», porque seguro que eso es lo primero que se irá al garete. O mejor aún: pedirle que no esté presente cuando las selecciones españolas jueguen un partido importante.

Pero volvamos a Catalunya. Zapo promete infraestructuras «de primera». Lo malo es que él parece ignorar que sabemos dos cosas: la primera, que se le agota el tiempo; la segunda, que se le agotan los conejos en la chistera. Ya pueden tronar las marmolejas de turno que esto es «propaganda facha pepera». Pero lo cierto es que se le acaba. Ya puede desgañitarse Chaves prometiendo pisos gratis (el súmmum de la demagogia: desde lo de los «800.000 puestos de trabajo» de Felipe no habíamos oído una tontería semejante).

Ahora bien: lo peor no es eso. Lo peor es que la gente de la calle está empezando a notar los efectos del desgobierno zapateril. Las hipotecas son más caras y eso que Zapo dijo que el Euribor no iba a afectar. Pero claro, cuando quien te corrige a las pocas horas es Trichet y tú has presumido de unos conocimientos en economía que no tienes, hay que callarse. También la bolsa de la compra es más cara: algunos productos suben de forma estratosférica. Y para colmo de males, Argelia nos cierra el gas y se lo da… a Francia. No debe de ser por nuestra «peligrosa amistad» con Marruecos, puesto que hasta el tato sabe hoy que Marruecos siempre pudo acudir al cher ami français cuando tuvo problemas. Algo más ha tenido que haber para que esto ocurriese, aunque no nos enteraremos enseguida, claro.

Mientras tanto, Zapo sigue vociferando a diestro y siniestro que «jugamos en la Champions League de las naciones». Si fuera eso cierto, estaríamos en el G-13 (la ampliación del G-8), codeándonos efectivamente con la élite mundial y nuestro inefable tendría alfombra roja allá donde fuese. Pero da la casualidad de que no estamos en ese selecto club. No sólo no tenemos alfombra roja, sino que hasta se le nota a Condoleezza Rice que cuando viene a Madrid preferiría estar en una sala de conciertos interpretando a Brahms que aguantar impertérrita las bobadas solemnes de nuestro inefable. Lo que indica bien a las claras que no estamos en la Champions de las naciones sino jugando, tal vez, en Tercera Regional…

En fin, con este panorama, ¿cómo quieres que Zapo no prometa «infraestructuras de primera»? Tiene que hacernos olvidar el desastre del básquet, la subida de la cesta de la compra (eso es difícil, pero seguro que lo intenta), la subida estratosférica de las hipotecas, lo del gas (que ahora, como probablemente vendrá de Rusia, será bastante más caro y también eso será difícil de ocultar)… Pero fíjate: en realidad, no hace falta que prometa eso. Bastaría que las infraestructuras fuesen «decentitas» y que funcionasen medio bien. Bastaría que no fueran unas infraestructuras de-primentes. Incluso diré más: no estaría mal que la mediación de Zapo sirviese para cancelar el contrato de ACESA que permite a esta empresa cobrar por transitar en autopistas catalanas… Que total: eso lo podría prometer. Para llenarse la boca de palabras y después no cumplir lo que dice, según su costumbre, no le cuesta nada.

A nosotros sí, pero eso a él le da igual. Y lo que nos queda hasta marzo… y lo que te rondaré, morena…

Envidia

No lo puedo evitar. Ahora mismo me dan envidia los franceses —en rigor, el Gobierno francés—. No solamente porque el eje París-Berlín ya es algo a tener en cuenta en el mundo (adiós a Niza), no solamente porque Sarko ha llegado a presidente de Francia desde su condición de hijo de inmigrantes (ricos, sí, pero inmigrantes). Y me provoca sana envidia a los franceses la dureza con que éstos tratan a los etarras detenidos allí: les van a pedir nada menos que cadena perpetua, que es lo que nosotros deberíamos hacer con los susodichos y con quienes «alientan, comprenden y promueven» ese sentimiento de que quienes no piensan como ellos tienen derecho a morir, a largarse o a callarse.

Ya desde su puesto de Ministro de la Surété (nada que ver con el Inspector Clouseau), Sarko demostró no tener complejo alguno en colaborar con los vecinos del sur en detener etarras y de esa época datan los triunfos más resonantes de las FCS españolas frente a la barbarie terrorista. Yo era de los que saludaba con alegría ese cambio en la política francesa y, por el contrario, odiaba a Giscard y a Miterrand por mantener el santuario francés. Con Aznar de la mano de Jaime Mayor Oreja, ese vasco tranquilo pero no blando, terminaron los «años de plomo», los de los entierros de las víctimas a medianoche, el silencio mediático y sobre todo, el sentimiento de tener que dejarse matar porque la policía, «aunque sabían dónde estaban, no podían hacer nada». Mal que les pese a los progres.

Zapo está decidido a convertir a España en una potencia de cuarto orden, de un poder equiparable al de Angola o Uganda (con perdón de los angoleños o ugandeses), con el inestimable apoyo de los hermanos catalanes y de otros que tanto aquí como incluso en Galicia, jalean eso de la «nacionalidad regional». Han conseguido que, al menos de puertas adentro, mucha gente se avergüence de los símbolos patrios favoreciendo la detestable multiculturalidad. Entiéndaseme bien: no soy racista, pero las culturas y las personas —sobre todo éstas—, prefiero que se inserten en España con un orden.

Claro que teniendo a alguien como Zapo que le ha hecho el trabajo sucio (la España de hoy es irreconocible cuando se la compara con la España de Aznar, que aspiraba en Niza a mayores cuotas de poder), le petit Nicolas podrá sacar pecho ante nosotros durante muchos, muchos años.

Y el que venga detrás (sobre todo si es Rajoy), que se j…

«Síndrome post-vacacional»

Se acabaron las vacaciones. No el verano, que de calendario le quedan quince días y de climatología algunos menos, por aquello del veranillo de San Martín. Un buen indicio de que el sol ha entrado en el signo de Virgo: hay que retomar las costumbres, las rutinas que nos hacen sentir que pagamos nuestro derecho a existir, tanto si gusta como si no. O las que nos devuelven al mundo real, como la dieta («El lunes empezaré con el régimen»), o la visita al médico («¿Qué me pasa, doctor?»). Hasta el curso político se inicia (y éste, como pre-electoral que es, se anuncia caliente), aunque entre nuestra clase política hay algunos especímenes para quienes no hay diferencia entre invierno y verano…

Pero a lo que voy, que siempre me despisto. Ayer, viendo las noticias de la televisión, se «ocuparon» —es un decir: ya sabemos que las noticias de la tele se dan a toda velocidad, porque no hay que cortar los anuncios para poner programas— de este «síndrome post-vacacional»: depresiones, neurastenia, etc. Vamos, algo parecido a lo que ocurre en primavera, que tal vez se pueda solucionar con algún reconstituyente o cosa parecida. El caso es que apareció un señor, cariacontecido, hablando de «lo duro que es volver al trabajo», más o menos en resumen.

Inmediatamente me enfadé, porque pensaba: «Bueno, este señor tiene un trabajo fijo, al parecer disfruta de buenas relaciones en su medio laboral, le pagan un sueldo decente a final de mes… ¿De qué puñetas tiene derecho a quejarse ese señor? Y si él padece de síndrome post-vacacional y «tristezas y melancolías varias», ¿qué tendríamos que hacer los que no tenemos trabajo? ¿Colgarnos de un árbol, porque nuestra «desesperación» es mucho mayor y no equiparable? ¿U obtener una licencia de armas, comprar una pistola y pegarle cuatro tiros al indecible Jesús Caldera, cuya desastrosa política laboral y social ha traído, entre otros factores, estos lodos?».

Ya de entrada en este curso político el desgobierno zapateril se enfrenta al mayor de los problemas que suelen tener los gobiernos de izquierdas: la visibilidad. El PSOE ha creído que con envolverse en la aureola del «talante» (sin talento) y del «diálogo» (con todos menos con el PP), bastaba para ocultar la inanidad de su discurso político: por desgracia, el color del discurso político del PSOE es el color del discurso político de sus aliados. Y donde no necesita aliados, el discurso está en «mantenerse como sea» (la prueba está en Navarra). Y ahora ese velo se está resquebrajando, a cuenta de la desaceleración del sector de la construcción: éste no solamente implicará que las hipotecas subirán, sino que muchas agencias inmobiliarias tendrán que cerrar. El incremento del gasto no solamente es una cifra macroeconómica, que se puede disimular en el conjunto de las cifras económicas totales porque es un dato más o menos abstracto: es un dato ya microeconómico. Es decir, que los ciudadanos ven cómo suben de precio productos básicos —y las hipotecas— sin que al mismo tiempo ellos puedan estirar más el salario.

Sería de Perogrullo decir que este panorama se ha ido formando a lo largo de estos tres años y que si hay un culpable no es solamente Pedro Solbes, ministro de Hacienda a la sazón. Culpables son igualmente las desaforadas políticas de Fomento, más la tensión Estado-Autonomías usada de forma torticera por unos o por otros para arrimar el ascua a la sardina propia (otros con más formación podrán profundizar más), así como también la ligereza del uso de los recursos transferidos a algunas de éstas (el caso más claro: el gobierno «progresista» de Cataluña prefiere tener una «embajada» en la Isla de Pascua en vez de unos servicios decentes aquí). No obstante, el Gobierno se apunta a la invisibilidad: la menestra Carme Chacón va diciendo (bien es verdad que en voz no muy alta) que «no hay muchas familias españolas que tengan que apretarse el cinturón». No sé de qué datos dispone, pero sin duda no se corresponden con la realidad; y como buena progre que es, «peor para la realidad».

Tampoco es desdeñable el hecho de que nos han cerrado el grifo de las subvenciones agrarias, que siempre fue un respiro. A día de hoy ya no somos «los más pobres», como lo éramos en 1986: a nuestra cola van todos los países ex-comunistas del Este, a los que además el respectivo régimen comunista colonial les dejó en la más alta de las miserias (y según es la riada de nacionales de esos países hacia España, no es aventurado decir que siguen bastante en las mismas). A propósito de esa riada: no es de extrañar que Zapo considere un fillon de putain al primer ministro francés por confesar en público lo que tenía que haber quedado en lo oscuro de la alcoba política. Eso sí que da para síndrome post-vacacional.

Lo que temo es que Zapo, mientras hace —o con la excusa de hacer— campaña, se dedique a dejar tierra quemada porque tenga el presentimiento de que no va a ser elegido en marzo. Expediente X: ¿alguien puede explicar por qué no se han caído del Gobierno personajes como Maleni o el mudo de Béjar (también conocido en su lugar de trabajo como Jesús Caldera)?

Feliz réentrée a quienes os incorporéis al trabajo.

En campaña

Parece bastante claro ya. Zapo se ha metido en campaña y no podía haber empezado con mejor pie: el apagón barcelonés y los incendios canarios. Zapo se presenta como Papá Noel en pleno verano (sin casaca roja, eso sí), gritando: «¡Ho-ho-ho! ¡No os preocupéis, que aquí llega Papá Noel con su lluvia de millones!». Por supuesto, no se ha mezclado con la pestosa plebe (intuyendo, tal vez, que le iban a abuchear). Pero el caso es poder decir que «se ha reaccionado con rapidez y todo está controlado». Claro que en Canarias no queda mucho que controlar y en Barcelona… ¡ay, Barcelona! Resulta que las condiciones del servicio eléctrico volverán a ser como antes del apagón… en febrero del año próximo.

En clave electoral cabe leer también el sainete navarro. Nuestra impresión es que Fernando Puras ya se veía presidente, aun aliado con los «unionistas» de NaBai (el peor escenario de los posibles para Navarra) y Ferraz, viendo que ese pacto podía pasar factura en las generales, ha tascado el freno a Puras. Puras se ha enfadado porque ya no es «futuro presidente» y va a dar el portazo, como en su día lo dio Piqué en el PPC («si no me dejáis mandar, me voy»). Suponemos que el PSOE contempla ahora la hipótesis de un gobierno en minoría de Miguel Sanz, que «durará» hasta las generales; y que una vez pasada la contienda electoral, habrá una moción de censura que desalojará a Sanz de la Presidencia y pondrá a quien sea presidente del PSN en ese momento.

Hace menos de un mes, el amigo Cerrajero nos contaba en un post que de la publicidad presuntamente institucional han desaparecido las referencias a los ministerios y han sido sustituidas por la genérica «Gobierno de España». ¿Casualidad? Nada en este mundo es verdaderamente «casual» y mucho menos en campaña electoral. Al progrerío le encantan estos «gestos». Que no se diga que el Gobierno «no se siente español» (que, para el caso y según se manifestaron en enero los progres, lo mismo daba poner la bandera nacional oficial que la republicana).

Pues eso, que Rajoy ya se puede poner a punto —y nosotros ajustarnos los machos—, porque igual después de vacaciones Zapo nos sorprende con el anuncio de próximas elecciones. Según dicen los zapaterólogos de la cosa, octubre podría ser buena fecha porque «la situación es desesperada, pero no grave». Y que para marzo la situación «seguirá siendo desesperada, pero que para entonces sí será grave» (o no se podrá ocultar ya su gravedad, que viene a ser parecido).

O tal vez no: los barceloneses ya podrán dormir sin que los turbe el ostentoso ruido de los generadores eléctricos y tal vez, sólo tal vez, los canarios hayan olvidado que se les han quemado 35.000 hectáreas de bosque porque un perturbado tenía miedo de que no le renovaran el contrato de vigilante forestal (que no «guarda», como al parecer se dijo en un primer momento).

En fin, seguiremos al tanto y de guardia, como casi siempre.

Alta traición

¿Quién dijo que la guerra fría había terminado? Volvemos a los ochenta. Creíamos que espías como los que habíamos conocido sólo quedaban en el ámbito empresarial, espiándose las patentes o metiéndose virus unas a otras (el pato, como siempre, lo pagamos los demás).

Pero esto es diferente. Un señor espía de verdad, que espía para una potencia extranjera y que además, lo hace como agente doble. Hollywood podría sacar una suculenta tajada del asunto y a mí me haría mucha gracia si no fuera porque la víctima es… España. O sea, nosotros, aunque Zapo está empeñado en que nosotros no seamos nosotros. Hay más: el topo que teníamos en el CNI espiaba para Rusia.

Eso es precisamente lo sorprendente. Por más que uno se estruja la neurona, no entiende qué interés estratégico podríamos tener para Rusia. Si ese interés estaba justificado, fue en los tiempos de la República y guerra civil. De haber ganado la contienda el bando «rojo» sí hubiésemos caído en las garras de Rusia, aunque hubiera sido por 6 meses (en marzo de 1939 terminaba nuestra guerra civil y en septiembre del mismo año comenzaba la guerra mundial).

Quizá por las rémoras del pasado, uno asocia «Rusia» y «espías» con «Estados Unidos», «las dos Alemanias» y otros mitos de la guerra fría. Uno se imagina al FSB (sucesor del KGB, que cualquier día recupera este nombre, visto lo visto) espiando a los importantes de la UE y dándose de tortazos con el MI-5, el Quai d’Orsay, la CIA, y los sucesores del SD y el Abwehr. El panorama es conocido, sí… ¿pero qué pintamos nosotros en él? Sólo me cabe una explicación: la necesidad de Putin, antiguo espía, de saberlo todo de todo el mundo.

En cuanto al espía, es digno de estudio. Dicen que lo hizo por dinero. No sé por qué, pero a mí esa excusa no me cuadra. La antigua URSS se valió, por lo general, de espías idealistas que nunca cobraron por su innoble trabajo. Ahí están los casos de Richard Sorge o Klaus Fuchs (también está el caso a contrario de Kim Philby). Ahora bien, el espía en cuestión es miembro de la Guardia Civil. A él habría que preguntarle en qué momento se le olvidó esto:

«El honor es la principal divisa del guardia civil; debe, por consiguiente, conservarlo sin mancha. Una vez perdido no se recupera jamás».

(Duque de Ahumada)

El viejo Duque se revolvería en su tumba si tuviera noticia de lo que ha hecho este señor: no solamente ha manchado su honor (si es que éste le importó alguna vez), sino el del Cuerpo en el que formaba y que tantos y tantos méritos tiene a sus espaldas.

Parece que existen otras razones secundarias. Por sus propios motivos, Rusia se opuso a la guerra de Irak y por tanto, se convirtió en «país enemigo». El señor Flórez, a sueldo de los rusos, levantó el velo del CNI para ellos. No sabemos si los rusos se guardaron esa información o se la vendieron al mejor postor. Pero lo cierto es que en 2003 seis agentes del CNI fallecieron en un atentado terrorista y que él pudo haber facilitado información que directa o indirectamente ayudase a quien los asesinó a preparar el atentado.

Y ahora estamos esperando la respuesta española. Que muy probablemente, como en el caso del Yemen, será la callada oficial. Sería verdaderamente novedoso que Zapo levantara la voz a Putin por este acto de deslealtad entre «amigos». ¿Imaginan la escena?

ZAPO (tembloroso): O-o-o-ye… este… Vladimir… que lo que has hecho de… este… e-e-espiarme no está bien, ¿s-s-abes?

PUTIN (Mostrando una media sonrisa y sin mover un músculo de su rostro): Da.

ZAPO (no sabiendo si enfadarse o no pero poniéndose más nervioso): ¿C-c-cómo que «da»? ¿No te han dado ya bastante información? ¿Qué más quieres que te dé? (Zapo resopla, para calmarse). Mira, vamos a arreglar esto tranquilamente, ¿vale?

PUTIN (sin inmutarse): Da. (Le ofrece un vaso de vodka). Vodka?

ZAPO: Spassibo (es lo único que sabe decir en ruso y lo aprendió en el avión. Se bebe el vaso de un trago. Le sienta. Lanza un rugido de gusto. Putin sigue sonriendo. Zapo, exaltado, levanta el puño izquierdo). ¡Viva la Revolución! ¡Viva Stalin! ¡Larga, larga vida al proletariado! ¡Muerte a los fascistas! (Empieza a cantar la Internacional) ¡Arriba, parias de la…! (Cae, como fulminado por un rayo. Al rato se le oye roncar).

Putin se levanta tranquilamente y da indicaciones de que le dejen dormir la mona. Mueve la cabeza y entre dientes dice algo más. Su secretario cree que es algo así como Job tvojemad, pero no dice nada por si acaso el FSB lo despacha al infierno vía Siberia.

Cualquier parecido con la reacción de Gran Bretaña ante las actuaciones de Putin es pura coincidencia.

Para el amigo Asomado

Amigo Asomado:

Lamento corregirte. Es falso de toda falsedad que seamos «el descojone espiritual de Europa», no señor. Para contento de Zapatero, Moratinos y demás acólitos, somos… EL HAZMERREÍR DEL MUNDO ENTERO, comprendido éste, por lo menos, desde Vallecas hasta Singapur, de donde volvió Bernat Soria porque no le dejaron jugar (poco o nada) a los embriones.

Condoleezza Rice viene a visitar a Zapo después de que Moratinos llore, suplique y se arrastre para que la doctora Rice consienta en hacerse la foto (por cierto, la que salió en «La Razón», impagable). Y le viene a ver después de haber solucionado todo lo demás que tenía que hacer, como si Zapo fuera un molesto patán al que de todos modos hay que atender por aquello de la educación y la cortesía.

Y de esa actuación nuestros «socios» europeos toman nota y tratan al pobre Zapo como alguien que tiene que salir en la foto, pero que si no saliese tampoco pasaría nada. A este paso y dentro de poco, le van a llamar l’âme en peine (en francés queda más fino).

Además, como está gafado, Ségo, deprimidísima por lo de su ex-pareja, no quiere oír hablar de él y Gerhard Schroeder prefiere arrimarse a la Merkel antes que cogerle el teléfono. Incluso John Kerry, candidato a la presidencia en las últimas elecciones en los EE.UU. (Zapo le apoyó calurosamente), le ha mandado decir que está ocupadísimo con la creación de una nueva mayonesa y que «no está para nadie».

Zapo se consuela pensando que, por lo menos, Morales y Chávez le hacen caso, aunque sea cuando les convenga a ellos. Son las cosas del «talante»: que hay que ceder mucho para ganar algo. Un día de éstos les va a citar para posar por la «foto del Altiplano», seguro. Así podría compararse con su odiado Aznar y la «foto de las Azores» y tener una foto de su paso por Moncloa que no sea con su señora y sus hijas, o con Rajoy (puags), sino con algún político extranjero que lo aprecie.

Los únicos contentos con esta situación son los musulmanes, que dentro de poco le cambiarán el rótulo a esta vieja piel de toro y la llamarán AL-ANDALUS de pleno derecho gracias a la «Alianza de Civilizaciones». «Alianza» que ni Kofi Annan respalda (bastante tiene con respaldarse a sí mismo, ahora que le pillaron de marrón… y a su hijo también, por cierto), ni tampoco Ban-Ki-Moon, su sucesor, que no tiene el horno para bollos.

¿Ves, amigo Asomado, cómo no somos el «descojone de Europa»? Hay que tratar los asuntos in extenso para tener el cuadro completo…

Pues nada, amigo Asomado: un abrazo y vale.

(Copiado y pegado de un comentario que dejé en un post del blog amigo Este país se va a la mierda).

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El Patito se vió reflejado en el agua, y la imagen que ésta le devolvía le cautivó por su hermosura: era un magnífico Cisne

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