«Hable»


Hace ya unos cuantos años tenía yo una saladísima amiga sevillana que, al llamarla yo por teléfono, en vez del «¿Diga?» habitual y con curva de entonación interrogativa, decía «Hable» y con entonación más o menos imperativa. Es decir: hable usted y diga lo que tenga que decirme sin demora. A mí siempre me chocaba esa respuesta; de hecho, sentía cómo me ponía firmes y todo. Nunca más supe qué fue de ella y ciertamente nunca volví a encontrar a nadie que respondiera a una llamada de teléfono de tan –para mí– singular manera. Sin embargo, este recuerdo (placentero, por otra parte), me sirve ahora para repasar de un vistazo la actualidad de este verano caliente. Y de ese repaso deduzco que hay muchas personas que, debiendo hablar, no hablan.

Para empezar por lo más reciente, hay un maquinista que está jugando a ser Sally Stitch, porque parece que tiene la boca cosida con hilo, y no habla. Hay 79 muertos –por ahora– en un accidente debido al descarrilamiento de un Alvia cuya locomotora conducía ese señor. De momento parece que es culpable. Luego, oyendo a unos y a otros, parece que puede haber más culpables; pero en este asunto, curiosamente, quienes debían hablar no lo han hecho y algunos que han hablado deberían haber mantenido cerrada su boca de pato. En particular nuestra vieja conocida Marta Garrote (discúlpenme si no hago el socorrido chiste fácil a cuenta de su apellido) a la que Tomás Fostiatus Gómez debe de haberle dicho: «Anda, deja de lamerme el culo un rato y suelta alguna barbaridad en Twitter. Justifica el sueldo que se te paga». Y se ha puesto fervorosamente a la tarea; tan fervorosamente que cuando Twitter se le echó encima por lo miserable de su comentario ni siquiera tuvo el detalle de pedir disculpas por la barbaridad. Es lo que tiene ejercer de carroñero: se sobreentiende que las hienas «ni piden permiso, ni mucho menos perdón» al oler la sangre. Parece que va a ser el juez instructor el que le va a sacar las palabras con sacacorchos; y finalmente, más allá de las elucubraciones en que se entretienen los tertulianos, lo seguro será la sentencia.

Otro que no habla es la ejecutiva del PP en el caso Bárcenas (ya ni siquiera «caso PP» o «caso Gürtel». Hasta 2009 todo fue «contigo pan y cebolla». Fue tirar de la manta hace escasos meses y ahora resulta que el señor Bárcenas, a quien por ley protege la presunción de inocencia, «es un delincuente» y «está en la cárcel». Para quienes lo desconozcan, el señor Bárcenas no está en la cárcel, sino en prisión provisional, que no es una pena (ésta sólo puede imponerse por sentencia y ejecutarse desde que sea firme), sino una medida cautelar, siempre que se den los requisitos legales del art. 503.3 LECr. Ley que será de 1882 (venerable viejecita), pero por ahora es lo que está vigente (existe una amenaza de nueva LECr por parte del Faraón… pero veremos si llega). El lío es monumental; pero más allá de «actos de fe», «adhesiones inquebrantables» y «puestas de mano en el fuego», un servidor (supongo que como muchos de ustedes) está esperando a que callen tirios y troyanos para ver qué es lo que dice finalmente el juez en sus autos de procesamiento o de apertura del juicio oral. En cualquier caso, por poca que sea la verdad que se desprenda de los papeles de Bárcenas, la ejecutiva del PP queda en una posición comprometida.

Finalmente, otro que tampoco habla (debiendo hacerlo) es Griñancito. S. Sª Mercedes Alaya se va acercando cada vez más al nivel político de la Administración andaluza. Las pruebas (y los testigos sin miedo) se van acumulando lentamente en su contra: Griñán sí sabía, sí conocía y sí consentía todo el tejemaneje que se formó alrededor de los EREs falsos. Eso significa que dentro del «gobierno» andaluz había más gente que lo sabía, empezando por Manoliyo Chaves, pasando por Maleni Álvarez y terminado por Gaspar Zarrías. Ante el volumen que está tomando el asunto, la estrategia de Griñán es doble: como no puede seguir al frente de la Junta, nombra a una sucesora que es una «fiable miembra del partido» (será confirmada en un congreso búlgaro, mero trámite), para tener la tienda a buen recaudo. Para ello contará con la aquiescencia de IU, que sólo quiere seguir chupando y ganar espacio incluso a costa de su socio. Y luego, mantener su aforamiento a toda costa, que en el caso de Pepiño ha supuesto a éste directamente la impunidad. Todos saben que un juez de instrucción, dado su trato habitual con delincuentes, perdularios y gente de mal vivir en general, es menos comprensivo que un magistrado de un TSJ, sobre todo cuando los políticos pueden tener arte y parte en el nombramiento de determinados magistrados. De ahí la importancia de mantener el aforamiento. No deja de ser sorprendente que, con la que está cayendo en Andazulía, el PSOE aventajaría en 7 puntos porcentuales al PP. Como dice una amiga mía, al pueblo andaluz parecen importarle más los 40 y tantos millones de Bárcenas, que éste (a demostrar) robó a su partido, que no los 1.400 millones que a través de los EREs se robó (también a demostrar) a los parados andaluces. Si ese escándalo hubiera saltado en una Junta gobernada por el PP, las manifestaciones (tal vez incluso disturbios) serían incesantes.

Quizá por eso mi deseo el día de hoy que es que quien tenga algo (importante) que decir lo diga de una vez y sin demora. Aunque sea ante un juez. El resto es una burla al pueblo español, al que está claro que nuestros políticos, en conjunto, pierden el respeto todos los días.

Gotas que me vais dejando...

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