Mitrailleurs

Ya hemos comentado en este blog que la mayor «genialidad» de la menestra Trujillita fue, en su momento, lo de los «espacios habitacionales». «Espacios» de 30 metros cuadrados, especiales para el lumpen. Bueno, bonito y barato. Natural: según la menestra, un piojoso proletario de esos que no llegan a 1000 euros al mes tiene bastante con 30 metros. No importa que sus ¿habitaciones? se parezcan a un zulo (perdón, ahora se dice «proyecto de zulo») cada una. Son «espacios» con garantía total y absoluta de socialismo.

Un par de años más tarde, nos encontramos (sólo en Cataluña, por fortuna para el resto de España) con las «soluciones alquilacionales» del d’Iznáha. Se conoce que el paso por el Gobierno le ha acelerado las ideas y la «genialidad» es que los pisos vacíos podrán ser alquilados forzosamente (es decir, sin consentimiento del propietario si hace falta) por un período no superior a seis años. El derecho de propiedad que se garantiza en el art. 33 de la Constitución (ésa que estos iluminados aplican cuando les conviene), por el retrete, pues.

Ahora nos encontramos con las declaraciones de la señora Imma Mayol, concejala «eco-socialista» en Barcelona, que «aboga por despenalizar la okupación (sic)». Haciendo caso a la señora Mayol, nada impediría a esos okupas, de desconocido oficio o beneficio, okupar su chalet o segunda residencia, o casa de verano, puesto que su forma de vida no es delito. Pero vamos a un texto histórico, que seguramente hoy tiene resonancias más que evidentes, a cuenta del tema que estamos tratando:

«Todo el que posea más de lo indispensable ha de contribuir con una cuota igual al exceso a los grandes requerimientos de la patria. De modo que habéis de averiguar, de manera generosa y verdaderamente revolucionaria, cuánto tiene que desembolsar cada uno para la causa pública. No se trata aquí de la averiguación matemática, ni tampoco del método vacilante que en otros casos se emplea en la repartición de contribuciones; esta medida especial tiene que llevar el carácter de las circunstancias. Obrad, pues, generosamente y con audacia: quitadle a cada ciudadano lo que no necesite, pues lo superfluo es una violación patente de los derechos del pueblo. Todo lo que tiene un individuo mas allá de sus necesidades no lo puede utilizar de otra manera que abusando de ello. No dejarle, pues, sino lo estrictamente necesario; el resto pertenece íntegro, durante la guerra, a la República y a sus ejércitos».

(Fouché, Instruction de Lyon, 1793)

Y va otra cita. Las siguientes palabras se han extraído de la biografía de Joseph Fouché, le mitrailleur de Lyon, escrita por Stefan Zweig. Encierran una verdad que hoy, cuando algunos están pidiendo «medidas radicales», no deberíamos olvidar. La negrita es mía:

«No pecó por embriaguez de sangre la revolución francesa, sino por haberse embriagado con palabras sangrientas. Para entusiasmar al pueblo y para justificar el propio radicalismo, se cometió la torpeza de crear un lenguaje cruento; se dio en la manía de hablar constantemente de traidores y de patíbulos. Y después, cuando el pueblo, embriagado, borracho, poseído de estas palabras brutales y excitantes, pide efectivamente las «medidas enérgicas» anunciadas como necesarias, entonces falta a los caudillos el valor de resistir: tienen que guillotinar para no desmentir sus frases de constante alusión a la guillotina».

On fait peur ici d’être riches.

Concierto para instrumentos desafinados

«La actitud del director, el efecto que logra, me fueron revelados de manera inesperada a través de un vídeo de Danny Kaye con la Filarmónica de Nueva York. Al final, cuando han concluido las bromas y las chanzas, Kaye dirige un conjunto de pasajes clásicos de manera formal. Kaye es un individuo cómico, algo ridículo y errático. Observando la grabación, escuché atentamente. Me sorprendió. Porque exactamente así sonaba la Filarmónica de Nueva York: ligeramente ridícula y errática».

(Roger Vaughan, Herbert von Karajan. Javier Vergara editor, 1986, p. 37).

Prescindamos por un momento de que Zapo se parece a Mr. Bean al frente de la Filarmónica de Nueva York (o de la Orquesta Nacional de España, que nos pilla más cerca). Fijémonos en el concierto. Por votación popular (unida a un «accidente»), el director está subido en el podio y tiene que ejecutar una partitura que hubiera ejecutado otra persona de no haber sido por el accidente. Pero observemos con más atención al detalle.

El director tiene en el atril una partitura. Mueve los brazos haciendo como que dirige. Nadie parece darse cuenta, pero sus gestos no se corresponden con lo que está tocando la orquesta. Algo no marcha bien. O será que algún duende malvado ha hecho alguna travesura: él está dirigiendo el Adagietto de la Quinta de Mahler (lo que dice Guerra que escucha para parecer «intelectual») y, sin embargo, lo que suena en la orquesta es «otra» Quinta: la de Shostakovich. El director mira al concertino, preguntando qué pasa. El concertino le devuelve la mirada, como diciéndole: «No te preocupes, tú sigue moviendo los brazos. Estuvimos hablando con el sindicato y pactamos que sonara esto». Zapo recupera con resignación la compostura y sigue moviendo beatíficamente los brazos.

De pronto, a pesar de que el director ha intentado ponerles sordina, los metales trompetean una melodía muy agresiva. El director hace un gesto como diciendo: «No, no, no… Tóquenlo con pace ossia commodo e fluente«. La orquesta, al parecer, no hace caso al director y se concentra en la partitura, como si alguien invisible los dirigiese. El director empieza a ponerse nervioso. La sección de percusión tiene los días contados. Ya hace muchos años que no tocan y sus instrumentos están apolillados. Los va a despedir a todos, ¡cabrones! ¿Quién los necesita? Todo este tiempo han estado conspirando contra él, así que ¡al carajo con la percusión! Cree que han sido ellos los que han dado el cambiazo. Es falso, naturalmente; pero como hay pocas obras en que se los necesite al completo, tienen mucho tiempo libre y por eso son sospechosos naturales. Además, en cuanto pueden hacen causa común con la sección de metal.

El promotor del concierto, en el palco, tiene cara de póquer aunque no puede disimular su disgusto. Este director que le recomendaron y al que contrató por cuatro perras no sabe hacer la O con un canuto. Y lo peor, lo que él creía que no iba a pasar, está pasando: el público también se está dando cuenta de que el director no sabe hacer la O con un canuto. Para el promotor eso significa que el director verá al día siguiente, si no a los pocos días, una gran cruz en su contrato y el recibo del finiquito, con cargo a las entradas, por supuesto. Encima que el director es un inepto, ¿va a pagarlo el promotor? ¡Ni hablar! En el interín está pensando en ajustarle las cuentas al «amigo» que le recomendó a ese director. Lástima que ese «amigo» esté cuidando de sus negocios en Venezuela, pero bueno, cuando vuelva ya se puede preparar.

El concierto ha terminado. Los últimos compases suenan hasta con eco. El director se seca la frente con la satisfacción de haber dirigido la obra hasta el final. Se da la vuelta y… ¡oh, sorpresa! La sala está vacía. Claro. Por eso reverberaron tanto esos últimos compases. Bueno, no totalmente vacía. Hay un señor en la fila ocho que aplaude muy entusiasta. Lleva turbante, chilaba y babuchas. El señor se acerca a él y le dice que tienen grandes planes juntos. Se lo va a llevar a Estambul.

Y cuanto más pronto, mejor.

Fantasmas del siglo XX

Somos unos cuantos los que opinamos que la situación actual española (tal vez la europea) se empieza a parecer alarmantemente a la de la Europa de los años 30. Parece que vuelven los fantasmas. España, gracias a un gobernante que no se sabe si es inepto o malvado o las dos cosas a la vez, se está dividiendo ideológicamente en dos (vuelve Machado también: Españolito que vienes al mundo…), como ocurrió en tiempos de la República: gobernantes ineptos o malvados (o las dos a la vez) no pudieron impedir la división en dos de España.

La Europa de los años 30, sumida en el hedonismo más decadente, creía poder frenar el irresistible ascenso de los totalitarismos porque existía una organización de cuño supranacional llamada «Sociedad de Naciones» (antecesora de la ONU y tanto o más inoperante que ésta) constituida como última instancia en los conflictos entre naciones. La Unión Soviética pillaba lejos a los señores Chamberlain y Daladier, el uno con su five o’clock tea y el otro felicitándose de vivir en la douce France; aunque tan totalitaria era como la Alemania nazi.

Hoy España se desliza lentamente hacia la división. De hecho, la división ideológica está consumada gracias a Zapo y sus secuaces, en un aquelarre en el que han invocado a todos los fantasmas de la guerra civil, con óptimos resultados que a la vista están.

París se frota las manos: es su venganza frente a los tiempos en que Aznar avergonzaba a Francia por el hecho de que un pays de troisième cumpliera los criterios de convergencia europea y Francia recibiera tirones de orejas por no cumplirlos. El orgullo de Francia podía tolerar (y no mucho) ser superada por Alemania, porque son superiores, a fin de cuentas y no queda más remedio que reconocerlo. Pero no se podía consentir que esos cochons d’espagnols tuvieran más peso en el concierto de las naciones que la gran Francia, mon cher. Con estos «amigos», ¿para qué quiere uno enemigos?

Rabat también se frota las manos porque aunque lo de Perejil «salió mal», están poco a poco colocando picas en Al-Andalus, con lo cual conquistarán Al-Andalus sin dar un solo lanzazo, como en Barbate o La Janda. Alá es grande y sabio, desde luego que sí. Mucho más que nuestro desgobierno. Y Zapo va a Rabat a tragar arena, sapos y culebras en nombre de la «Alianza de Civilizaciones» y de las «relaciones de buena vecindad».

Europa es hoy un poco más radical que hace apenas diez años. En la Eurocámara alientan ideologías de los nuevos socios descaradamente racistas.

Locke dijo hace cuatro siglos: «Hay que ser tolerante con los tolerantes e intolerante con los intolerantes». Esperemos que Europa no pierda los papeles por ser excesivamente «tolerante».

La comparecencia

Ayer tuvo lugar el debate más importante en lo que llevamos de legislatura. Presuntamente, Zapo iba a darnos cuenta y razón de lo que sabía del atentado y de lo que pensaba hacer a continuación. Algunos esperábamos que Zapo no dijera realmente nada y que Rajoy diera el callo en el debate. Y a mí, particularmente, no me defraudó ninguno de los dos.

No me defraudó Zapo porque ya esperaba que no dijera realmente nada. Mantuvo el discurso de siempre sobre la «pazzzzzzz» y el «diálogo», con una sola variación: «admitió un error». Efectivamente: fue un error garrafal decir un día antes del atentado «hoy estamos mejor que hace cinco años y dentro de un año estaremos mejor que ahora». Parece que es más bien lo contrario: que hace 5 años (2002) estábamos mejor que ahora y que dentro de un año… bueno, no lo quiero ni pensar. Veremos en qué condiciones abandona Zapo la Moncloa. Pero no dijo claramente que se rompían las negociaciones y menos aún que volvía al Pacto Antiterrorista, que él mismo rompió al solicitar y obtener el permiso de la Cámara para «negociar».

En cuanto al hecho de las negociaciones, parece ser que el Gobierno también mintió (¿se acuerda de lo que dijo el 12 de marzo de 2004, señor Rubalcaba?). De acuerdo con el diario proetarra Gara, resulta que las negociaciones no se detuvieron en ningún momento y que hubo «más de dos». No nos extraña, pues, que Pepiño le lanzara un zarpazo al camarada José Antonio Pastor, ordenándole que se callase. Y nuevamente repito lo que he dicho ya alguna otra vez: es lamentable que los terroristas sean más fiables como fuente de información que el propio Gobierno.

Tampoco me defraudó Rajoy. Su discurso fue brillante y duro, tanto en el fondo como en la forma. Creo que Zapo no se esperaba ese tono ni ese contenido. Sabiéndose solo, Rajoy no tenía deudas ni pactos contraídos con nadie y atacó. Atacó con adrenalina, sin arriolina, sin «moderación» y le puso las cosas claras a Zapo. A Zapo y a la izquierda, en general, les viene bien una derecha genuflexa y calladita. Pero ayer Rajoy estaba cargado de razones contra un Zapo que no propuso absolutamente nada. Y así sonó, como muchos españoles esperábamos oírle.

En el discurso de Rajoy faltó, como decía esta mañana Federico, una referencia a cómo se ha intentado «desactivar» a la AVT para que «no molestara» en el famoso «proceso de paz». Le faltó hablar de cómo Peces-Barba, al alimón con Conde-Pumpido, intentó dividir a las víctimas (nadie discute la condición de víctima de la señora Pilar Manjón, pero se le tendría que caer la cara de vergüenza por haberse prestado a ese juego); y que después de dos años de intentarlo y no conseguirlo, arrojó la toalla. Pero en fin, tal vez es que veinte minutos de réplica y diez de contrarréplica no dan para tanto. Rajoy estuvo magnífico, en resumen.

¿Y después? Bien. Zapo escenificó, salvo el «error» que admitió haber cometido (no se podía esconder, luego había que admtirlo por narices) el sostenella y no enmendalla del que este desgobierno hace uso con profusión. Es más que probable que Zapo no haga caso alguno de Rajoy y que, al final, Rajoy sea el único «amigo» que le quede. Los nacionalistas han aprendido bien la lección pujolista: lloriquear y, a la vez, poner el cazo. Sólo que ahora, como el Gobierno central es débil, en vez de poner el cazo ponen la olla exprés, que es más moderna y más grande, y añaden presión. Así que no cabe fiar de ellos.

En mi opinión, esta comparecencia ha dañado la imagen de Zapo (y del PSOE, de rebote) porque ha hecho visible (la izquierda le tiene pánico a la visibilidad cuando se enfoca hacia ella) para muchos españoles la poca enjundia de nuestro «presidente por accidente» (no sólo se lo llaman aquí: parece que el New York Times se apunta también a ese calificativo).

Dos detalles más me llamaron la atención. El primero, que no dejaran entrar a Libertad Digital, que ayer precisamente iniciaba sus emisiones en directo, con la burda excusa de que «es una televisión local». Cuestiones de visibilidad, claro. Si tan paladines son de la «libertad», ¿por qué no se dejó entrar a un medio convenientemente acreditado? De todos modos, es curioso que sus vídeos sean los más vistos en youtube…

El segundo detalle fue la «espantá» de sus señorías. Una vez terminado el debate entre los dos protagonistas principales (cada uno con su correspondiente claque), con turnos de réplica y dúplica, parece ser que sus señorías dejaron prácticamente el hemiciclo vacío. Lo anoto como una cuestión de respeto. La ocasión era lo bastante importante como para que todo el mundo se quedara a oír los discursos de los demás. Podría levantarme yo, que a fin de cuentas no comulgo con el discurso de la señora Uxúe Barkos, de «Nafarroa Bai», o del inefable Labordeta, de la «Chunta Aragonesista». Ni me pagan por escucharlos.

Pero a un señoría, generosamente sufragado a cuenta de nuestros impuestos, se le paga por oír discursos aunque no sean de su agrado, entre otras cosas. Son «gajes del oficio», ¿no? Que sí, que es un tostón oír a determinadas personas de representación minoritaria. Y estoy seguro que la excusa más socorrida es «la agenda llena», «los compromisos adquiridos» (a propósito: de los de Zapo nos hemos tenido que enterar por Gara, fíjate tú), etc. Malos motivos para no estar presente. Y, en lo que yo entiendo, una falta de respeto.

Va a ser que tenemos los políticos que nos merecemos…

La manifa

O valdría más decir las manifas. La tan cacareada «unidad de los demócratas» es todavía un deseo más que una realidad.

Es lamentable que sea así. El desgobierno de Zapo pide «unidad contra el terrorismo» y uno se acuerda del 11-M, luctuosa fecha en que el PSOE y sus medios afines se comportaron con pavorosa deslealtad institucional. Ahora, claro, Zapo tiene problemas y pide ayuda al PP, al mismo tiempo que trata de marginarlo. Inaudito. Y lo peor es que Rajoy se va a comportar de forma noble y caballerosa y le va a «ayudar». Aunque de momento le llueven las críticas por no ir (con razón) a la misma manifestación que el PSOE y su «Sección de Coros y Danzas».

Y Acebes, lloroso, dice que «van a por nosotros para ocultar su fracaso». Sí, es cierto: tratan de aislar al PP y de borrarlo de la vi(d)a pública. Bien a las claras se ve que Zapo ha elegido ya a sus compañeros de mesa. Para mal de todos los españoles, desde luego. Sigue creyendo en la pazzzzzzz y así nos va a todos los demás…

Padre Nuestro del titiritero

Bambi nuestro que estás en Moncloa,
pancarteado sea tu nombre,
venga a nosotros tu lapsus,
y hágase tu voluntad
así en la radio como en la tele.

Danos hoy nuestra subvención de cada día,
perdónanos nuestras películas
así como nosotros aburrimos a nuestros espectadores
No nos dejes caer en la libertad
y líbranos del PP.

No hay por dónde coger a estos desgobernantes nuestros. Lo mires por donde lo mires.

Catalán para españoles

Este Tripartito II, como ya venimos diciendo en algunos posts, nos regala de vez en cuando alguna «genialidad». La última, la del honorable conseller Treserras. El señor Treserras pide una cadena que emita en catalán «para toda España», porque según dice él, «será muy útil para el pluralismo». Y para mejor promocionar las «bondades» de la catalanidad, los presentadores tendrían que salir vestidos con el traje regional: ellos, de hereus y ellas de pubilles.

Pues pregunto yo si le gustaría al conseller Treserras que desde Extremadura se pidiera un canal que emitiera sólo en castúo para toda España, porque «también sería útil para la pluralidad». O que desde Madrid se pidiera un canal que emitiese en abierto para toda España. Eso sí que sería digno de verse: los presentadores, de majos y majas y con ese acento tan castizo y propio de Madrid: «És-tas son las no-ti-cias que han pa-sao en Ma-drí. Pa que te en-te-res, pas-mao». O en Valencia, las presentadoras, con el traje de fallera mayor, diciendo algo así como «Chèeeeeeeee!! Eixes són les notícies!! Vixca Valènsia!!» y despidiendo los informativos con una traca.

¿Y qué decir de Andalucía? Porque de acuerdo a los criterios de la progresía lingüística, allí no se habla «español castellano»: se jabla andalú (aunque al paso que van, acabarán hablando árabe; pero bueno, ciñámonos a lo presente). Imaginen a las presentadoras con bata de cola, faralaes y peineta radiotelescópica modelo Martirio; y los presentadores, con traje de raso y sombrero cordobés, saludando más o menos así a la audiencia: «Ea, que vamo a dá la noticia d’hoy pa que l’audiencia zepa lah cozah y lah coziyah que han pazao en Zeviya y parte de l’eztranjero, ozéaze, Ehpaña».

Y bueno, los de Aragón… pues nada: el presentador ataviado con el consiguiente traje regional y tocado con el sempiterno cachirulo: «Éstas son las noticicas que el mañico y la mañica (y el españolico y la españolica) han de saber, ¡hala!». Y aún más: para darle gusto a Labordeta, que cuando perora en castellano es bastante malhablado (en fabla es de suponer que menos), que la hipotética emisora lo haga en la fabla aragonesa.

Y para no olvidarnos del Norte, echemos un vistazo a Asturies. Transmitiendo desde Mieres, un locutor, también tocado con el traje regional, el perru y la cadena. Y una asturianina para dar la información del tiempo: «¡Oye, guaje! ¡Esti fin de semana ye güenu pa arrexuntar barriga con la guaja en l’henar! Buenes temperatures, ¿eh? ¡Nun habrá orbayu, y podrás comer tus fabes y beber tu sidrina, que nun va a manca-te !».

Y todos ellos emitiendo en abierto también en Cataluña. Creo que el conseller Treserras no soportaría tanta pluralidad

Las deudas de Zapo

No hay que ser muy Sherlock para adivinar que Zapo tiene una hoja de ruta que le han marcado los demás. Los demás con los que ha pactado, desde luego. Aunque sea dar palos de ciego, merece la pena hacer un repaso:

  • El infame Estatut catalán es el pago por el apoyo de ERC. También de CiU, aunque ahora estén muy ocupados notariando sus propias debilidades.
  • La Ley de la Memoria Histérica es el pago al apoyo de Izquierda Hundida, aunque como decíamos en algún post anterior, a ellos también les interesa declararla para «limpiar» su memoria. De todos modos, la sangre no se limpia con nada.
  • El «proceso de paz» es el pago a los proetarras. Toda esa deriva independentista del famoso «proceso», que según parece «terminó» el 3o de diciembre puede ser muy bien debida al hecho de que entre ETA y el 11-M existió una relación más que circunstancial. Claro que hay que ser cautelosos con eso porque «aún se está investigando» y aunque se ha demostrado que la versión oficial no se tiene en pie, tampoco sabemos en realidad qué pasó.

Lo decía Agustín de Foxá, guapo, rico, aristócrata y comediógrafo de éxito en tiempo de Franco: «Cuando Franco se vaya, menuda patada le van a dar en nuestro culo«. El caso es que Franco no se fue por propia voluntad, sino que falleció de viejo y en la cama. Y Zapo tampoco se irá por propia voluntad, por supuesto (la dignidad le es un concepto esencialmente extraño). Tendrá que haber unas elecciones democráticas que lo aparten del gobierno. Lo malo es que cuanto más tiempo pase, más nos va a doler la patada que le van a dar en nuestro culo.

Semos peligrosos (y II)

Publico este artículo tal cual lo leí en Libertad Digital, porque me encantó. Disfrútenlo.Dice Juan Carlos Girauta en su último libro, y lo confirmó durante la presentación del mismo en Madrid, que los progres están nerviosos. Lo están. Sólo hay que ponerse la mascarilla y sumergirse en las webs progresistas para constatar que muchos de ellos están, en efecto, al borde del síncope. Les molesta sobre todo la superioridad de los medios liberales en internet, como han dejado de manifiesto numerosos estudios de la gente del grupo Prisa, preocupados por que la caspa progre no tenga en la Red la hegemonía de que disfruta en los medios convencionales.

Si de Juan Luis Cebrián dependiera, el asunto quedaría fácilmente solucionado cerrando todas las páginas que no pasaran con notable un cuestionario de calidad progresista elaborado por su gabinete de expertos. Pero es lo que tiene la Red, que ni Dios –me refiero, lógicamente, a Don Jesús– puede controlar los contenidos de una herramienta que tiene como base la libertad, ese concepto al que la izquierda suele ser tan refractaria.

Últimamente se detecta en los ambientes de progreso una cierta escalada en el tono de la crítica, que diría Anson, y ya se nos tacha a quienes escribimos en los medios contrarios de sujetos peligrosos. Cuando la izquierda te adjudica ese adjetivo la cosa no es para tomársela a broma, sobre todo si tenemos en cuenta sus métodos tradicionales para erradicar el peligro. Pero no nos daremos por amenazados, seguros como estamos del talante de nuestros queridos adversarios. Lo dejaremos en un exceso voluntarista del botarate en cuestión en su afán por convertirse en tertuliano de la SER, nirvana al que aspira todo retroprogresista con ínfulas de notoriedad.
La cuestión es descubrir qué es lo que hace suponer a esta banda de la cachiporra cibernética que somos sujetos peligrosos. Nosotros ni apedreamos sedes de ningún partido político ni jaleamos a quienes lo hacen. Las tropas españolas siguen desplazadas en escenarios de conflicto bélico y no azuzamos a las masas para que llamen asesino al Gobierno legítimo de España. Es cierto que algunos no soportamos el cine español, por considerarlo técnicamente mediocre, estéticamente cochambroso e ideológicamente detestable, pero eso no es motivo suficiente para que se pretenda nuestra eliminación, sobre todo porque también nosotros subvencionamos a nuestros artistas, de forma que puedan seguir agrediendo al séptimo arte y llegar a fin de mes con cierto confort.

En fin, que somos unos pedazos de pan, gente formal que paga sus impuestos religiosamente, perdón, puntualmente, y la única discrepancia con la elite progresista es que nos reímos de sus capulladas doctrinales y no nos tomamos en serio su grandilocuencia antioccidental. Supongo que entre los nuevos derechos de ciudadanía esmaltados en el frontispicio de la era ZP habrá un huequecito para los discrepantes.
La izquierda no ha estado nunca dispuesta al debate de ideas. Lo suyo es acallar al discrepante para hacer valer su propio discurso y que sea asumido por la masa de forma acrítica. Pero no es sólo una cuestión de vocación totalitaria, que por supuesto también; es que sus ideas –llamémoslas así– no soportan la confrontación seria con la realidad, y al menor pescozón dialéctico se vienen estrepitosamente abajo. Entre apuntalar su discurso con rigor intelectual o demonizar al hereje, lo más cómodo es optar por lo segundo. Evita uno ciertos sofocos para los que nunca se está lo suficientemente preparado.
La caída del Muro de Berlín fue el primer varapalo serio al progresismo, y tan dolorosos fueron sus efectos que gran parte de él aún no se ha recuperado. Su particular mitología, que convertía en benefactores de la humanidad a los sujetos más sanguinarios, cada vez es asumida por menos gente, incluso entre sus filas, y ya sólo se aferran a ella las minorías más extremistas. Por lo que respecta al capitalismo, poca gente pone en duda que es un orden social infinitamente más eficiente que el socialismo, y en cuanto a la lucha de clases, jaculatoria que la izquierda ha enarbolado durante más de un siglo, hay ya una gran masa de votantes de izquierda que ni siquiera sabe lo que es, en parte gracias a la Logse perpetrada por sus políticos, que de esta forma llevan en el pecado una muy justa penitencia.
Como la realidad contemporánea no les da la razón, ahora intentan cambiar el pasado reciente para compensarlo. Por eso les fastidia tanto que historiadores libres pongan de manifiesto sus manejos y, encima, vendan diez veces más libros que los intelectuales orgánicos encumbrados por los muecines de la secta.
Pero qué se le va a hacer, son las servidumbres de un Estado de Derecho; una de ellas, que todo el mundo tiene derecho a expresar sus ideas libremente, y a transmitirlas a los demás con las únicas limitaciones que impone la ley. Y mientras esto sea así –tampoco hay que fiar la suerte a largo plazo, dado cómo está el patio–, vamos a seguir defendiendo nuestros principios, que casualmente son los que han convertido a las sociedades occidentales en las más libres y más prósperas del planeta, y a seguir criticando el discurso que pretende devolvernos a la caverna socialista, con su secuela inevitable de tiranía, pobreza y dolor.
Así que un poco de paciencia tal vez no les vendría mal, a estos censores del pensamiento ajeno, sobre todo porque con Libertad Digital Televisión vamos a empezar a jugar en la misma liga que los acorazados sedicentemente progresistas y a dar muchas satisfacciones. Tengo entendido que las infusiones de valeriana van muy bien para estos casos. De nada.
Pablo Molina, en Libertad Digital

Semos peligrosos

Hoy me dio la vena lírica y así voy a dedicar esta letra a todos aquellos que luchan verdaderamente por la libertad y contra la tiranía intelectual del desgobierno socialista…

Semos peligrosos
y nos llaman maleantes
por respirar sin permiso
por mirar siempre pa´lante

y es que no se enteran
que no vivimos de ausencias
que lo que falta se inventa
que en el barrio sobra ciencia

y es que no se enteran
que no vivimos por vicio
que estamos porque aquí estamos
que vivir ya es un oficio

Y hay que decirlo
pa´l que no se entera
la esperanza es una puta que va
vestida de verde

Semos peligrosos
pa´l que no manda al infierno

Pa´ese que cobra conciencias
y hasta en la huida hay que estar atentos
que al final la disidencia nos trae el conocimiento

Makinavaja
makipoeta

el último chorizo que queda
El último profeta

Feliz Año Nuevo

Empezamos bien el año. Todavía resuena el estrepitoso hundimiento de la T-4 en Madrid por el bombazo de ETA. Comparece Zapo y, en esa comparecencia, no se atreve a decir que rompe las conversaciones con los terroristas. Solamente «las suspende». Son los demás los que tienen que aclarar al respetable que el «proceso de paz» sí está roto irremediablemente. Pero todavía algunos hablan de que «si ETA dejara las armas».

Veamos. En sus 40 años de vida (se cumplen el año que viene), ETA no ha dejado nunca las armas. Se ha escindido, ha «declarado treguas», pero jamás ha abandonado la lucha armada. Los políticos tienden a olvidar que la kale borroka es también lucha armada, porque a fin de cuentas «sólo» se destruyen cajeros o se queman autobuses. Es decir: cosas. No es algo que, según algunos políticos, «afecte a las personas».

Sin embargo y a pesar del coro de «ya os lo dije», el Gobierno sigue sin querer admitir públicamente el fracaso de la «joya de la Corona» de su programa electoral: la «pacificación» de Euskadi. Buena prueba de ello fue la comparecencia de López Garrido en el programa de TVE «59 segundos». Dijo las obviedades más palmarias con las que todo el mundo estaría de acuerdo, pero sin contestar a lo que le preguntaban concretamente.

Existe otra variable. Después de 40 años, ser etarra es un medio de vida. Así como unos arreglan coches o tramitan expedientes, un etarra «se gana la vida» poniendo bombas, extorsionando a los empresarios y amedrentando a la gente. La cuestión «política» es importante, desde luego: piden Navarra y algunas tierras más. Pero a ras de suelo, lo que importa es que para algunos es «rentable» ser pistolero de ETA.

ETA viene a ser parecida a la Hidra de Lerna a la que tuvo que enfrentarse Heracles. Recordemos brevemente el mito: la bestia mitológica vive en su propio fango. Heracles tiene que acercarse a ella tapándose la nariz, porque su aliento es letal y lanzando flechas ardientes para hacerla salir. Cuando consigue que salga, la golpea con su clava o garrote; pero por cada cabeza que corta salen diez más. Finalmente, recordando el consejo de su maestro Quirón, se mete en el fango hasta las rodillas y levanta a la bestia a la luz del sol, con lo cual la bestia muere.

ETA resistió la etapa franquista y salió «victoriosa» del enfrentamiento con el GAL. Sólo la aprobación de la Ley de Partidos y el Pacto Antiterrorista consiguieron separarla del fango del que se nutre. Zapo volvió a dejar las cosas como estaban en 1996 o un poco mejor para los terroristas, si cabe.

La «negociación» es inútil. No se negocia con quien quiere rebanarte el cuello. Tampoco los «garrotazos» son efectivos. Hay que cortar la corriente subterránea de la que se nutre ETA. Pero se necesita a alguien verdaderamente valiente e inteligente para eso. No sé quién pueda ser; pero no me cabe duda de que Zapo no es ese hombre.

En fin. Feliz Año Nuevo.
Pensamientos al vuelo

Ideas, intuiciones y otras cosas que se me pasan por la cabeza

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Las cuatro esquinas del mundo

Nadie entre sin aumentar la entropía

Mirando hacia arriba...

Reflexiones sobre cosas que pasan en los cielos

El vuelo del albatros

Pensamientos diversos a vista de pájaro

Cuatro amiguetes y unas jarras

Ya que no podemos arreglar el mundo, hablaremos de lo que nos interesa: la política y los políticos, el fútbol, el cine, y todo lo que nos molesta, acompañados por unas jarras de cerveza. Bien fresquitas, por supuesto

General Dávila

Nada hay como el soldado español y mi única aspiración siempre ha sido estar a su altura

VIA LIBRE

Escribo y difundo lo que me interesaría leer. Para todos los públicos

Verdades Ofenden

"Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga" Diderot. / "El que tiene la verdad en el corazón no debe temer jamás que a su lengua le falte fuerza de persuasión" Ruskin – (Bitácora-Biblioteca virtual y PERSONAL, recopilatória de aquellos artículos que despiertan mi interés)

C Y K L O S

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Queremos salir de la Crisis

¿Los políticos Tambien?

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La Imagen Reflejada

El Patito se vió reflejado en el agua, y la imagen que ésta le devolvía le cautivó por su hermosura: era un magnífico Cisne

Es war einmal...

"Los dogmas del quieto pasado no concuerdan con el tumultuoso presente." (Abraham Lincoln)