No piensen ustedes que el título se refiere a un asunto físico. A Dios gracias, un servidor de ustedes está bien, soltero y entero, que diría La Reme, el recordado personaje de Maribel Ripoll en Esta noche cruzamos el Mississipi, programa dirigido por Pepe Navarro (que también ha dado pruebas de estar en buenas condiciones en ese punto). Más bien me refiero a la práctica del capado de conexiones que algunas (¿?) empresas de servicios telemáticos (ISP, en su equivalente inglés) practican sin informar demasiado a sus clientes. Es decir, que en el mejor de los casos, ustedes verán ralentizada su conexión, y en el peor se la cortarán (la conexión).
Henos aquí ante un torticero intento de burlar los derechos del consumidor del servicio electrónico. El problema está en el intercambio de archivos, por supuesto. A determinadas empresas les disgusta que ustedes y yo podamos intercambiar películas o música (últimamente también libros, gracias a los lectores de libros electrónicos) sin que ellas perciban absolutamente nada. Por eso, en una primera fase intentaron demandar a quienes facilitaban ese intercambio. De esa estrategia nació, por ejemplo, la multimillonaria demanda contra Shawn Fanning, creador de Napster. La razón era que Napster era un servicio con servidor centralizado, una especie de almacén virtual gratuito a donde todos iban a coger lo que querían. La IAAA (la $GA€ de los USA) consiguió cerrar el chiringuito de Mr. Fanning. Empresas 1, usuarios 0.
La pelea no terminó aquí. La comunidad de desarrolladores se puso a trabajar frenéticamente sobre programas que permitiesen intercambios sin tener que pasar por un servidor central y al cabo del tiempo llegó el E-donkey, hasta llegar al actual E-mule. ¿Qué han intentado ahora las empresas? Ya que no valía el argumento del servidor central, amenazaron a los proveedores con demandarles por piratería. Lo hizo la IAAA en los USA y el sarampión se trasladó también a Europa. Sin embargo, se toparon con un muro infranqueable: los consumidores, a diferencia de las empresas, compartimos archivos para enriquecernos cultural o espiritualmente, no económicamente. Es decir: hasta ahora, la ausencia de ánimo de lucro era una barrera infranqueable para las nuevas demandas.
Eso no parece haberles detenido en España. Por un lado, se implementó el archifamoso canon digital, que ha sido tumbado hace poco por el TJUE. Con toda razón, nadie que compre un CD virgen o una grabadora de DVD puede ser considerado pirata en potencia y por tanto, no debe pagar previamente por un «delito» que puede o puede no cometer. Aquí no existe (aún) la Policía del Pensamiento ni opera (aún) una empresa llamada Precrime, Inc. Recordemos nuevamente que la copia privada no es delito, por mucho que disguste a la pesoe y a la señora Rodríguez Salmones, del PP, ardiente defensora del canon digital en sus tiempos de miembra de la Comisión de Cultura del Congreso.
La otra vía preventiva adoptada por los ISP (presionados y tal vez amenazados también) por la $GA€, es escanear a los usuarios para detectar quiénes están conectados a una red P2P o a páginas de descargas directas (y legales, porque no hay ánimo de lucro) y reducir o cortar en seco su velocidad de descarga. La excusa oficial es que «pretenden priorizar a aquellos usuarios que simplemente se dedican a navegar por la Red frente a los que se descargan contenidos de las mismas».
Pero eso es una basura. En primer lugar, porque es una intolerable vía de hecho, que es discutible que la ley permita. En segundo lugar, señores ISP: ¿quiénes son ustedes para invadir mi privacidad averiguando si yo me conecto o no me conecto al Emule y descargándome archivos a través de él? ¿Acaso no pago ya por conectarme a través de ustedes (y es ahí donde debería terminar la historia)? ¿Qué @$$%% les importa a ustedes, si no es por las presiones de la $GA€, lo que yo me descargo o no?
¿La historia termina aquí? Pues no. Parece ser que hay un señor cuya codicia no conoce límites. Y que habiendo alcanzado el límite máximo de EBITDA en las actuales condiciones, quiere más. Ya es malo que exista alguien así. Pero me avergüenza que además sea español. Veremos lo que pasa.
No se dan cuenta que además de no acompañarles la razón no van a conseguir ganar la batalla contra un consumidor al que han criminalizado por decreto Ley.
Saludos
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Quisiera pensar que no, pero en la Bruselas de los eurócratas es posible hacer milagros en los despachos…
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Tampoco me fio de Bruselas, habiendo dinero de por medio. Que pandilla de vampiros, por Dios..Si no, mira lo que le preocupan a Sinde las sentencias.
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Cierto. ¿Será que la logia está lo bastante infiltrada como para que a la menestra Sinde-cencia no le preocupe en absoluto lo que diga el TJUE?
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Y luego encima hay algunos indocumentados criticando a Enrique Dans por su posición clara a favor del reconocimiento expreso en la legislación de la neutralidad en la Red… 😦
País…
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Me da la impresión de que aquellos que «critican» esa neutralidad forman parte de la tropa a la que le encantaría que todos tuviésemos que pagar hasta para mear en Internet…
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