Cánones y verdades

Transcribo casi palabra por palabra un escrito de Juan César Jover que no tiene desperdicio, ahora que estamos de movilización contra el canon de la SGAE (canon que, por otra parte, protegen y avalan tanto el PSOE como el PP…).

LA VERDAD SOBRE LA SGAE

Juan César Jover

Imaginémonos que somos músicos, y queremos hacer dinerillo con nuestros temas. Llamas a la $$$$ y ¿qué te contestan? «Afíliate y te asesoraremos». Eso está bien: si no estas dentro, no te dan ni las gracias. Eso se llama ayudar y lo demás son tonterías.

Bueno, no pasa nada. Nos montamos los temas y conseguimos un máster del disco, del cual, ahora, queremos hacer copias. Llegamos alegres y felices a la empresa que hace las copias (da igual cuál elijas), les das tu flamante copia maestra, ellos te miran y esperan. ¿Cómo? ¿Que traerte mi copia maestra, con mis derechos registrados legalmente no es suficiente? Parece ser que no. Por muy legal que te parezca el papelito, el de la $$$$ lo es más; no sólo eso, también es verde. Va a ser lo del color. Tienes que declarar a la $$$$ el número de copias y el precio de distribución, y pagar a la $$$$. «Qué gran riesgo», pensamos ahora, «qué bien que tenemos grandes compañías que se arriesgan». ¿De verdad se arriesgan? No: tú no eres una gran compañía, y tienes que ir con el dinero por delante. Es decir: primero pagas y luego cobras. Si fueras una gran compañía sería distinto: primero cobras y luego pagas, lo cual hace las cosas bastante mas fáciles.

Bueno, hemos conseguido los cedés fuera de España. Ahora queremos distribuirlos. Llegamos a la distribuidora, y cuál es nuestra sorpresa cuando ellos también nos piden el papelito de la $$$$; si no, nada de nada.

Hoy es nuestro gran día. El amigo de un amigo nuestro nos ha conseguido una actuación en un bar. Sacaremos dos duros (bueno, ahora diez céntimos) y nos tocará trabajar como esclavos durante horas para tocar delante de cuatro personas, pero no importa. Cuál será nuestra sorpresa al encontrarnos a la gente de la $$$$. ¡Qué alegría! Viene a vernos. Nos acercamos, les saludamos y nos dan un bonito papel. Nos piden que pongamos el nombre de las canciones que vamos a tocar y que se llevan parte del dinero. Si nos negamos, pues nada: llaman a la Guardia Civil, montan un escándalo y no hay concierto. Por supuesto, el dueño del local ya no te deja entrar nunca más.

De momento ya vemos las ayudas prestadas a la hora de sacar nuestro disco al mercado con cierta libertad, intentando no pasar por el aro y sin afiliarnos. Hemos encontrado un gran apoyo en esta querida Sociedad. Ellos dicen que velan por los derechos de los autores, pero el problema es que no nos aclaran de qué autores. Nos afiliamos, porque como dicen algunos autores, «en su momento parecía una buena idea»(?). Ahora podremos vivir tranquilos, pues la gran $$$$ nos protege. Y no debemos preocuparnos por nada, ya que ahora nos protege una sociedad que hace parecer al Padrino un aficionado.

Se pasará por los bares recolectando dinero. Es decir, que a un bar que nos haga el favor de poner un grupo al que nadie conoce, le cuesta dinero. No contento con ello, al pobre señor le cobran el día que compra el aparato, y aparte le cobran por tenerlo en un sitio público funcionando. ¿Cuántas veces le cobran nuestros derechos?

Da igual que sea un bar pequeño, donde tres jubilados juegan a las cartas y sólo se ve el telediario de Televisión Española (pagado con los impuestos de todos), y que ni es música ni es nada. Si está encendido el televisor, ellos pasan y le cobran, y pobre de él como diga que no.

Reconozco que algunos presentadores de telediario son muy buenos, pero para llegar a cantante tienen que practicar un poco más, ponerse música o algo por el estilo, y sobre todo, afiliarse a la $$$$, para que le puedan cobrar al señor del bar.

Vamos, que aquí parece que cobran incluso porque alguien tararee tus canciones en la ducha. Parece que la cosa va bien: nadie quiere ni hablar oír de ti ni de tu disco, nadie quiere pagar por poner la música de un grupo sin nombre, por lo que tu disco no se escucha ni en tu casa (no sea que a tu padre también le cobren: ¡quién sabe a estas alturas!).

También están los cánones: el conocido sobre los CDR, sobre las cintas de vídeo, sobre las cintas de audio, sobre los aparatos grabadores, sobre las fotocopiadoras, y como nos despistemos, sobre los discos duros de los ordenadores y la conexión a Internet.

Bueno, ha llegado el momento de la verdad, de ver el dinero, de ver los minolles como dice nuestro amigo Rafa. ¿Que no hay minolles? ¿Que no vemos ni un duro? Aaaaahhh, es que no nos habíamos enterado: más del 60% de los autores afiliados no cobran porque no llegan a los mínimos ¿Y qué pasa con ese dinero? Grandes secretos de la humanidad. Bien, no nos pongamos nerviosos: esto es una Sociedad y se podrá votar. Ah, ¿que no se puede votar? Pero si me han dicho que hay elecciones y cosas de ésas. Parece ser que tampoco nos enteramos de esa parte: que si no llegas a unos mínimos tampoco tienes derecho a voto. ¿Y por qué hay mas votos que gente que llega a los mínimos? Muchas gracias por explicarnos que a partir de ciertas cantidades tienes derecho a más de un voto, y puedes llegar a cinco votos tú solito. Eso está bien, pero creo que sólo está bien para los de arriba, los de abajo no cobramos y no tenemos derecho a rabiar.

Bien, ¿qué tenemos? Tenemos unas ventas casi nulas, ya que no nos escucha ni el gato del garaje en el que tocamos. Tenemos deudas por todas partes por todo lo que les hemos tenido que pagar. Tenemos a media sociedad española boicoteándonos porque somos socios de la $$$$ y la $$$$ les cae mal (entre otras cosas por los cánones indiscriminados que cobran). No vemos ni un duro y, para colmo, la $$$$ tiene más poder sobre nuestras canciones que nosotros mismos.

Bueno, pues entonces será que hace un bien social. La música es cara, cánones por todas partes, multas, cierre de locales, conciertos que no reportan beneficios a nadie (a nadie mas que a la $$$$), y la limitación de acceso a la música.

Bueno, llegará un momento en que esa música sea de todos. Efectivamente: 70 años tras la muerte del autor. Si tenemos en cuenta que la esperanza de vida actualmente está en torno a los 85 años y en ascenso, y que algunos miembros de grupos sacan sus canciones con menos de treinta años, nos salen unas bonitas cuentas. Todo este bien cultural por el que estamos pagando no será accesible libremente a la sociedad hasta dentro de más de 130 años en algunos casos.

Como podemos ver, la única sociedad a la que ayuda la $$$$ es a sí misma, y sólo a una parte, la de arriba. Desde aquí le mando mi agradecimiento por negarnos el acceso a la cultura y a la música de nuestros días, y por no ayudar a los autores que intentan mejorarla (no sea que lo consigan). Tan sólo les planteo una pregunta: ¿quiénes son los que realmente tendrían que plantearse respetar a los autores? También quiero agradecer a la gente del foro vilecha (http://vilecha.cibertad.org) por todo lo aprendido allí, sin lo cual este artículo no habría sido posible.

De espaldas y en latín

Durante siglos, al decir misa, el cura se situaba en el altar de cara al santo patrón y de espaldas al pueblo. Y además decía la misa en latín, el idioma de la cultura, sin duda, pero no del pueblo. Aventuraremos una significación del ritual: el sacerdote sólo responde ante Dios, no ante su rebaño. La consecuencia más evidente era que uno, todo lo más, podía familiarizarse con el sonsonete, aunque sin entender palabra de lo que se decía. El sermón sí era en la lengua propia del país; pero claro, como no existía el libre examen, era el cura el que interpretaba según sus luces, guiado ciertamente por el magisterio de la Iglesia y el santo temor a la Inquisición, las Sagradas Escrituras. Como se decía entonces, extra Ecclesiam salus non est.

Hubo que esperar a 1958 para que Juan XXIII, el papa que «se suponía que iba a durar poco» y que era «de transición», armara un revuelo considerable con el Concilio Vaticano II. A partir de entonces el cura, aunque se situaba en un escalón superior por su formación y mayor exigencia de espiritualidad, decía toda la misa en la lengua del país y de cara al pueblo. Se admitió el libre examen y así los fieles dejaron de ser un rebaño sumiso, sino que empezaron a hablar al cura de tú a tú y a entender las cosas como es debido. Y cosa curiosa (o no): las iglesias empezaron a vaciarse.

¿Lección? No se puede «gobernar» en modo alguno a espaldas del pueblo. El gobierno que así lo hace cava su propia tumba y la de su partido, a la corta o a la larga. Eso es lo que, según entiendo, ha ocurrido en España en estos tres años que llevamos de legislatura. El PSOE ha gobernado de espaldas al pueblo y en latín. Ha gobernado para las minorías, para los «amigos», para los acreedores políticos (en especial los de signo nacionalista). Ha gobernado de espaldas a media España, a los diez millones de votantes que el 14 de marzo de 2004 formaron la base electoral del PP. Y las «joyas de la corona» de esta legislatura son tres leyes (de Violencia de Género, del Matrimonio Homosexual y de la Dependencia) cuyo calificativo común es la inoperancia.

Por eso el PP convoca una manifestación mañana. Para decirle al Gobierno que hay una España que sigue existiendo, por más que no aparezca en el telediario de las tres ni en el de las nueve. Lo hace, por supuesto, acogiéndose al constitucional derecho de reunión y manifestación establecido en nuestra norma fundamental en su art. 21. Al PSOE le molesta, claro, porque hasta ahora «la calle era suya» (como antes lo fuera «de Fraga») y porque la manifestación siempre fue un medio de presión «de izquierdas». Y no. En un sistema democrático, la calle es de todos. Abertzales, constitucionalistas, independentistas, socialistas, izquierdas, derechas… todos tienen derecho a manifestarse, con el debido respeto a las leyes y a los demás ciudadanos. Y posiblemente, por mucho que «bailen las cifras», el índice de participación será bastante elevado.

No hay esperanzas de que el desgobierno zapateril oiga el clamor de esa media España que saldrá a la calle mañana. Pero a Zapo ya no le quedan muchos más conejos que sacar de la chistera. Lo más probable es que, sabiendo que lo ha hecho mal y siendo evidente para muchos que cuando fue al Senado se comportó como una loca histérica, esté preparando a partir de ahora una operación de tierra quemada. Un regalito envenenado para que cuando Mariano Rajoy llegue a la Moncloa se encuentre solamente la tricolor, la foto de Azaña y los diarios del capitán Lozano sobre la mesa. O tal vez sea un poco más generoso y le ponga en la puerta las columnas Jakin y Boaz, aunque sea en cartón-piedra.

La boca pequeña

Haciendo un repaso de lo que llevamos de legislatura, me he dado cuenta muy pocos son los que ahora dicen que aprueban a Zapo; o si lo dicen, lo hacen con la boca muy pequeña. No menos sorprendente es que muchos que en marzo del 2004 se definían como «socialistas» (a todo trapo, además, casi a muerte) se definen, tres años después, como «de izquierdas» y casi como quien no quiere la cosa.

Zapo ha sido una desilusión para bastantes más de los que tienen la sinceridad de admitirlo en público. Aunque esté mal que yo lo diga, a mí Zapo no me desilusionó. Yo ya sabía que su llegada a la Moncloa iba a ser peor que la invasión de los ultracuerpos y en ese sentido ha superado todas mis expectativas. Prácticamente no hay palo que haya tocado que no lo haya dejado peor, si es que no lo ha machacado.

Sin embargo uno, que es curioso (y a veces tiene su miaja de mala leche), pregunta. Y los fervorosos defensores de Zapo de antes del 11-M hoy, tres años despues, se enfadan si les recuerdan el «desliz». Le espetan a uno que «ellos no entienden de política» y casi es cuestión de amistad no insistir en el tema. Sin insistir, pues, uno se sonríe para sí puesto que no queda más remedio.

Pero no queda ahí la cosa: a veces no sólo se enfadan. A veces hasta contraatacan y te dicen: «Sí, pero Aznar hizo esto, lo otro y lo de más allá». Como si uno fuera exactamente la contraparte de un socialista fervoroso. Pero se equivocan: por desgracia, en política nada hay más inútil que el «fervor por la causa». Quizá es un defecto típicamente español: la famosa devotio iberica de la que hablaban los romanos se ha transformado en el «viva er Beti manque pierda», aunque el significado profundo, jondo, de la cosa sigue incólume tras el cambio de formas. Haga el partido de uno bien o mal, uno «es del partido hasta la muerte».

En cualquier caso, no me considero un fanático político. Puedo estar poco informado, puedo divagar; pero en lo posible, espero poder afirmar siempre que mi objetividad no está en venta y que no va al pairo de los acontecimientos. No tanto porque se la deba a nadie, sino porque me la debo a mí mismo. Y además: jugar al escondite con la propia conciencia es muy, pero que muy cansado.

A vueltas otra vez con la Juani

He tardado bastante tiempo en escribir porque había algunos puntos un tanto oscuros en el tema sobre el que escribo hoy. Pero sabedor de que no puedo dejar pasar mucho tiempo sin escribir sobre lo que ya lleva más de una semana indignando por lo menos a media España, me lanzo a ello.

Lo primero, decir que la Juani es precisamente el primer terrorista excarcelado por motivos políticos (de «humanidad», desde luego). El Gobierno de Zapo no ha podido soportar la presión ciudadana y, al mismo tiempo, la de ETA y ha «atenuado» así la prisión del terrorista. Por supuesto, en los think tanks prisoístas se han puesto con entusiasmo inasequible al desaliento, dedicación incansable y fervor acendrado a justificar esa decisión política, que no jurídica, como nos recordaban Maite Pagazaurtundúa y Rosa Díez no hace muchos días.

Primero, bis: aplicando la ley la Juani podría haberse pasado bastante más tiempo en la cárcel. El desgobierno de Zapo, actuando «sabiamente», apartó del caso a aquellos fiscales que podían complicar las cosas pidiendo más años de cárcel para la Juani. Por eso las peticiones finales de la Fiscalía fueron tan «mansas»; tanto, que prácticamente pusieron a la Juani en la calle.

Segundo: Rubalcaba mintió como un bellaco al decir que la Juani «no gozaba de privilegios carcelarios». Los propios policías que custodiaron la habitación desmintieron esas palabras de Rubalcaba e incluso presentaron una orden directa por escrito. Y también, hace pocos días, nos contaron que la Juani gozó (nunca mejor dicho) de comunicación especial íntima (estupendo eufemismo penitenciario para explicar que la Juani se entregó a las dulces artes amatorias) con su novia, compañera o lo que fuese. Y que por orden directa de la «autoridad», a la novia no se la podía cachear. Qué dura es la vida del ministro Rubalcaba, que cuando dice algo hasta sus propios subordinados le desmienten.

Tercero: la Juani en «huelga de hambre». Por lo que se sabe, la Juani podría haber estado de huelga «indefinidamente». El jamón era del hiper de al lado (sólo faltaba que además le dieran los bocadillos de jamón de Jabugo), pero bastó para que la Juani mantuviera un semblante más o menos demacrado. Me imagino a la novia diciéndole: «Iñaki, esconde la tripa, joder, que estas fotos van al Times«. Y él, haciendo lo que pudiese. Porque ése es otro «logro» de la famosa huelga de hambre: «internacionalizar el conflicto», que es además el desideratum de todo terrorista. Conseguir que un medio de comunicación que no es de casa te considere un preso político separatista en vez de un terrorista asesino es todo un logro.

Cuarto: las consecuencias de la bajada de pantalones zapateril. La más obvia, que diez compañeros gudaris han iniciado una «huelga de hambre» como la de la Juani. Otra, menos inmediata, pero tampoco a largo plazo, es el aumento de presión por parte de Otegi, ese terrorista vestido de lagarterana parlamentaria: «Sin Navarra no queremos nada». Probablemente en Navarra sí hayan contestado a esas palabras, pero yo no tengo constancia de lo que se haya dicho al respecto.

Quinto: el desgobierno y el PRISOE, conscientes de que están defendiendo lo indefendible, toman por buena la máxima de que «la mejor defensa es un buen ataque», que debe de figurar en el primer capítulo del libro de texto de dialéctica marxista. Por eso estamos oyendo a Zapo y a Pepiño (y a todos los paniaguados de consigna) todos los días: «Es que cuando gobernaba el PP…». Pero vamos a ver: si según ellos el PP cometió el error de negociar, ¿por qué insisten en negociar? ¿Y por qué, para justificarse, critican en los demás lo mismo que hacen ellos? Además, hay un matiz importante: no es lo mismo negociar cuando está en juego la vida de una persona (caso de Ortega Lara) que negociar cuando lo que está en juego son unas pretensiones políticas totalmente inasumibles.

Quinto y medio: en todo este tiempo hay algo que me llama mucho la atención. Concretamente, la ausencia de declaraciones por parte del PNV. Y me llama la atención porque el PNV comparte con ETA «los fines, aunque no los medios». La consabida teoría del árbol y de las nueces. Recuerdo que antes, en los tiempos de Arzallus, nunca faltaban unas infames declaraciones de Joseba Egíbar en las que se ponía siempre en duda el trato correcto a los presos de ETA (posteriormente, si había lesiones, se podía demostrar que eran el resultado de una autolesión). Tanto Ibarretxe como Imaz han hecho mutis por el foro y quien lleva la voz cantante es Otegi.

Final. Sigue en pie la pregunta: ¿Qué le debe Zapo a ETA?

Arte "moderno"

Recuerdo muy bien una ocasión en la que, queriendo «conocer Madrid», nos aconsejaron a mi padre y a mí que «no dejáramos de visitar el Museo de Arte Moderno». Así que, ni cortos ni perezosos, hicimos un recorrido sentimental por el Madrid que mi padre conoció de joven y que en el ya ahora lejano 1980 tan poco se parecía a lo de antes. Desapareció la Posada del Peine, sustituida al igual que en la canción de Sabina, por «una sucursal del Banco Hispano-Americano» (o de un banco cualquiera: las sucursales bancarias son como las setas, que aparecen donde y cuando uno menos se lo espera).

Y entre tanto recorrido sentimental hubo tiempo para visitar el Museo de Arte Moderno. Era un museo como otro cualquiera: inmaculado, silencioso, con sus bedeles… y sobre todo, sus cuadros. No recuerdo muy bien qué autor exponía, pero muchos de sus cuadros eran «óleos sobre aceite», de tal suerte que, unidos, hubiesen compuesto un excelente catálogo de pinturas de brocha gorda. Pero no era ésa la única genialidad. Me acuerdo también de que un cuadro contenía cinco huellas de la mano de Joan Miró, si no me equivoco. En distintos colores. Muy profundo. Muy filosófico. Y muy caro, por cierto: 250.000 pesetas de entonces. Y otra aún más genial: un «tríptico» de lienzos de 2 x 1,5. En el primero se veía una raya más o menos larga. En el segundo, otra raya más corta. Y en el tercero, una rayita de nada, que casi daba pena ver el lienzo tan en blanco. ¿Título del tríptico? «Esperanza de vida de un condenado a muerte».

Aquella visita me curó para siempre del «arte moderno». Por eso cuando, en la última exposición de Arco, veo que una silla con las patas rotas es «arte», me acuerdo siempre del cuento del «traje nuevo del emperador». Y aunque he mencionado el arte plástico, lo mismo se puede decir del musical. Probablemente John Cage tendrá obras estimables; pero francamente, para titular una obra 4:33, que dure todo ese tiempo y que además lo sea de silencio, no hace falta estrujarse mucho la materia gris. Por no hablar de esos compositores cuyas obras consisten en un amasijo sonoro informe y chirriante. Las oigo por la radio. Normalmente son ejecuciones (nunca mejor dicho) en directo. Cuando termina la obra, se oyen unos correctos y educados aplausos. Nada más. Ninguna emoción.

Por eso me enfada que, ya se trate de pintura o música, traten de venderme esos engendros hijos del resfriado ingenio de algún vividor como «arte». Esos artistas y marchantes de arte saben perfectamente que siempre habrá un nouveau riche dispuesto a pagar lo que sea por parecer de lo más «avanzado» y quiera mostrar a sus amistades lo «atento» que está a las «últimas tendencias». Y no menos me enfada que los críticos (o algunos de ellos) les den palmaditas en la espalda mientras van desgranando chorradas solemnes: «Con esta obra (un conjunto amorfo de hierros retorcidos y a ser posible oxidados), el autor se ha superado a sí mismo pretendiendo mostrar el horror de la guerra. Observemos que uno de los hierros está enhiesto, lo cual se puede interpretar como un dedo acusador…».

Quizá esté un poco anticuado, pero el arte más «moderno» que conozco fue el del período de entreguerras del siglo pasado. Ninguno de estos «artistas» superará jamás la Madona de Port Lligat de Dalí. Para tomaduras de pelo valemos casi todos; para el Arte (con mayúsculas) no tantos, aunque el negocio sea el negocio.

Libertad

Cada vez estoy más convencido de algo. Cuanto más «vieja» se hace la democracia española, menos se parece a una democracia. Mucho menos ahora, que el inquilino de la Moncloa es un radical (tanto, que ni siquiera a sus propios les gusta mencionarlo). En este sistema político o coyuntura política en la que vivimos, en la que priman los intereses privados (legítimos o bastardos, pero intereses) y el «qué hay de lo mío» en vez del interés general, hemos perdido la inocencia. La política ya no es el arte de regir los destinos de una nación (o de una «nación de naciones»), sino el de enriquecerse con cargo a los bolsillos del sufrido compatriota.

Yo estoy en que el período de libertad mayor que vivió España fueron los cuatro años que gobernó UCD el país (1977-1981). Quizá porque «todo era nuevo» para una generación relativamente joven, que no había vivido realmente la posguerra y sí había crecido con la opulencia del desarrollismo y los Polos de Desarrollo franquista (todo eso de lo que los progres se ríen para quitar méritos al dictador). Muerto y enterrado Franco, España dejaba el blanco y negro y se vestía de color con Alfredo Amestoy y su Canto de un duro, para afrontar las restricciones energéticas derivadas de la segunda guerra árabe-israelí (1973).

En aquella España muchos hombres levantaron un altar a Pío Cabanillas, Sr., por legalizar el destape «por exigencias del guión». Los guionistas, que antes se las ingeniaban para pasar la férrea censura franquista, se las ingeniaban poco después para crear situaciones en que la actriz o vedette de turno (señaladamente Nadiuska, Susana Estrada o Victoria Vera; pero muchas otras más también) enseñase algo más que las pantorrillas.

Eran los tiempos de Marisol (ahora Pepa Flores) y su posado en traje de Adán en Interviú, de toda la vida más conocida por sus desplegables centrales que por sus páginas de crítica política. Eran los tiempos del Lib y del profesor Cojonciano. Eran los tiempos de Pepi, Luci, Bom… de Almodóvar. Sólo en aquel «desfile de los monstruos» que era la movida madrileña por las noches pudo nacer esa película. Eran los tiempos de…

Tiempos que el tejerazo borró de un plumazo. Ya nada volvería a ser como antes. Después llegó Felipe y poco a poco nos fuimos alejando, alejando… sobre todo de la libertad.

Érika Ortiz

Fallece Erika Ortiz Rocasolano, hermana menor de la Princesa de Asturias
Acabo de leer un post de mi amiga Diablesa. Seguramente esta reflexión ya la hemos hecho otras veces y enfocándolo desde otros ángulos; pero creo que en este blog no podía faltar al menos un «apunte» sobre el deceso de la semana: Érika Ortiz, hermana de la Princesa de Asturias.

Lo primero, dejando aparte su condición de miembro de la Casa Real, son las circunstancias de su muerte. Al parecer, Érika estaba recibiendo ayuda psicológica debido a problemas que jalonaban la etapa que estaba viviendo. Qué duda cabe que la presión mediática pudo haber influido en el agravamiento de sus condiciones vitales.

Los consabidos «programas del corazón» patrimonializan de un modo escandaloso la intimidad de ciertas personas que por su posición o las circunstancias que las rodean llamamos «famosos». Y no sólo eso. La norma de actuación de estos medios de «comunicación» no es muy diferente de lo que antaño se decía respecto de las prostitutas: «caída una vez, caída para siempre».

Bien es verdad que quien quiere estar al abrigo de los focos inclementes de esos medios puede hacerlo. Podría ser el caso, por ejemplo, de Antonio Banderas. Podrán gustar o no las películas que dirige o en las que actúa (Locos en Alabama me parece una película muy estimable, por cierto); pero que yo sepa, no ha dado que hablar fuera de lo que es su trabajo y su profesión. Y así es como debería ser para todo el mundo.

Sin embargo, no todo el mundo está tan bien preparado para resistir esa presión. Parece que hay que «asumir» que cuando eres pariente o amigo de famoso, estás obligado a soportar la misma presión. «Todo el mundo» quiere saber de tu vida: qué haces, en qué trabajas, con quién sales, cómo te diviertes… etc. O peor: si te emborrachas, si «pones una raya en tu vida» o con quién te metes en la cama. Así, pues, si la princesa Letizia está bajo los flashes de las cámaras, los «reporteros» de la cosa asumen que todo el que esté relacionado con ella (principalmente familiares) puede ser «objeto de caza».

Supongo que puede haber gente que acceda a entrar en ese circo mediático. Tal vez creen que no se les irá de las manos, que lo podrán controlar. Yo, desde luego, no me prestaría a ello. Mi vida no es nada «interesante» y mucho menos mentiría para poder cobrar la exclusiva «falsa». Podría ir a algún plató de televisión y decir que «me acosté con Fulana de Tal (famosa o famosilla de turno)» y todos los días tendría paparazzi de guardia en el portal de mi casa. Y cobraría mis buenos dividendos aunque fuese mentira, habiendo sabido vestir bien la muñeca.

Por eso me encantó la putada (perdón por el vocablo, pero no me voy a resistir a decirlo) que le gastaron al mundillo ése con el asunto César Sicre. Contrataron a un aspirante a actor y casi modelo (si no lo era, poco le faltaría) y les sacó los colores a los supuestos «periodistas». Y ahí se vio lo que muchos nos sospechábamos: que todo era petardeo y rumor. Y que todo valía para conseguir una «buena exclusiva». Y que a falta de exclusivas políticas o económicas que vender (al parecer, los políticos y los empresarios sí tienen vida privada), se le puede hincar el diente al mundo de la farándula. Que además, a ellos «les viene bien», porque «estar en el candelero aumenta el caché». Es el tradicional y españolísimo bien me meto con quien puedo. Y digo yo que si esos periodistas (algunos lo son, otros no) trabajaran igual de bien para sacar a flote los trapicheos económicos de algunos y las mentiras de otros, tal vez otro gallo nos cantara en España.

Érika Ortiz no tenía ninguna intención de pertenecer a ese circo. Bastante tenía con vivir su propia vida, como muchos millones de personas en España. Descanse en paz.

Sarre, 1935

El Sarre es una región de Alemania, rica en materias primas para la industria. Sin embargo, en 1935 estaba en manos de Francia, en virtud del humillante Tratado de Versalles, impuesto a Alemania por los vencedores de la I Guerra Mundial.

En este contexto aparece Hitler, que después de ganar las elecciones de 1933 fuerza un golpe de Estado y se hace nombrar Führer del pueblo alemán, al que ha de reconducir al lugar que le corresponde entre las potencias mundiales, como Herrenvolk que es. Poco importa que en el camino vaya zurrando a los judíos, declarados oficialmente «enemigos del Reich»; poco importa que los comunistas, los católicos y cualesquiera otros que se opongan al Partido vayan siendo retirados de la circulación (a veces, de forma definitiva).

En el año concreto en que nos situamos, hay un referéndum en el cual, curiosamente, un 90% de los sarrenses decide reincorporarse a la patria alemana. Detrás de ese 90% hay una intensa campaña de amedrentamiento: se envían cartas amenazadoras a los tibios y a los opositores antinazis informándoles de las aterradoras consecuencias de su voto contrario a la vuelta al Reich. El Frente Patriótico («marca» del partido nazi en la región) ofrecía papeletas contraseñadas a los tibios para que éstos, una vez ganado el referéndum, pudieran demostrar que habían votado en la forma correcta.

Por supuesto, no sirvió de nada. Una vez bajo control alemán, la Gestapo saldó las cuentas precisamente con los tibios, puesto que los antinazis se habían puesto a salvo al otro lado de la frontera. Los «indecisos» cayeron como «espías de Francia», «separatistas» o «víctimas de los indignados patriotas» en el curso de linchamientos «espontáneos» organizados cuidadosamente por la Gestapo.

Ahora, hagamos el siguiente ejercicio. Cambiemos «el Sarre» por «Navarra» y tengamos en cuenta lo siguiente: el 80% de los navarros quiere seguir siendo independiente de los vascos. Hace unos pocos días, unos «energúmenos» atentaron contra el Ayuntamiento de Pamplona. ¿Suena todo lo anterior? ¿Repetimos la historia?

Ea, ea, ea…

Que sí, que ya lo hemos oído otras veces. Sobre todo en Cataluña. Zapo se está lamiendo aún las heridas de la manifestación del 3-F. No sabían cómo «desacreditarla». En otro post hablábamos de la «marea rojigualda» que hubo en aquella manifestación, lo que hizo que al desgobierno de Zapo le faltaran reflejos. Eso y no otra cosa fue la salida de tono de Diego López Garrido («la derecha se quiere apropiar de los símbolos de todos los españoles»), que a nadie engaña porque aquél que toma algo que otro ha abandonado, ni se apropia ni roba. Eso lo debería saber el señor López Garrido porque viene en su manual de Derecho romano. Las rei derelictae, que decían los romanos.

Pues nada, que ahora asistimos a otra genialidad de Pepiño. No sólo ha «prohibido» que ningún cargo socialista acuda a los programas de las televisiones públicas controladas por el PP (especialmente Telemadrid), sino que ha dado un paso más: querellarse contra el Foro Ermua por «enaltecimiento del terrorismo».

¿Cuál es el fondo de la querella? Al parecer, unos «cánticos» dirigidos a él de forma no demasiado apropiada. En Cataluña ya lo hemos visto antes. Jordi Pujol «travestía» los ataques dirigidos a su persona en «ataques a Cataluña», como si él representase a toda Cataluña. Siempre hemos mantenido que los malos gobernantes (o para ser más compasivos, los gobernantes «en horas bajas») se envuelven en el manto acogedor de la colectividad, donde pueden esconder mejor los fallos debidos a su gestión.

Así pues, resulta que unos cánticos un tanto subidos de tono se transforman por arte de magia y birlibirloque en un gravísimo «enaltecimiento del terrorismo». Naturalmente, el juez de la Audiencia Nacional, competente para entender de estos delitos, le ha mandado a… la Audiencia Provincial, probablemente porque de sustanciarse serán más bien un «honesto» delito de injurias o calumnias. Pero hay más. Resulta que al señor Mikel Buesa «no le consta» haber oído esos cánticos. Y como creemos que el señor Buesa dice la verdad cuando le preguntan y no tiene por qué mentir, habrá que pensar que fue un montaje para desacreditar nuevamente la manifestación. Sin embargo, he aquí que a Pepiño las cosas no le salen bien. Y luego pasa lo que pasa…

Ea, ea, ea,
Pepiño se cabrea…

Rojooscurocasibermejo

Decíamos en el anterior post que «se nos fue el canario» y que, a cambio, nos han metido a Silvestre (que no es un lindo gatito, por cierto). Lo que sí parece es «silvestre» en la peor acepción de la palabra. Parece que el mayor mérito del susodicho es su acendrada fe socialista (él mismo lo ha dicho: que es de izquierdas y como tal actuará).

No es para nada buen augurio que un Ministro de Justicia, que procede además de la carrera judicial proclame con tantas campanillas su adhesión inquebrantable al régimen zapateril. Son palabras que dejan entrever bien a las claras el rencor (el mismo que debió sentir cuando quiso empapelar a José María Michavila y no pudo), en vez de la ecuanimidad que se supone norma de la casa.

Digo bien: se supone. Porque el nombramiento de Bermejo como Ministro de Justicia no refleja sino un doble fenómeno que venimos constatando desde hace tiempo: la judicialización de la política y la politización de la justicia. Vemos con demasiada frecuencia a jueces de Altos Tribunales pronunciarse ideológicamente a través de su pertenencia a asociaciones «progresistas» o «conservadoras», cuando por simple preservación de la independencia judicial no deberían formar en ninguna. Y asistimos casi con igual frecuencia a la presentación de querellas entre políticos por cuestiones que nunca debieran llegar a los Tribunales.

El siguiente párrafo se dedica al que podríamos llamar «gran ausente»: Baltasar Garzón Real. Don Baltasar se ha quedado fuera por segunda vez fuera del baile…

… como aquel ladrón
que busca su fortuna
por un callejón
por donde nunca pasa nadie…

Probablemente, en el PSOE tienen memoria histórica (para lo que les conviene). Y se acuerdan muy bien de la primera vez, en que Garzón se dejó querer por Felipe pensando que éste le iba a dar el Ministerio de Justicia por su cara bonita. El Ministerio se fue para otro juez (Belloch) y Garzón no se conformó con la consolación del Plan Nacional de Drogas. Recuerdan también el tiempo que le faltó para salir a escape de la política y volver a ponerse la toga para hacerles la vida a cuadritos con lo del GAL y algunos asuntillos que todavía colean (aprendieron la lección: legislaron después que tendrían que pasar dos años para poder retomar la magistratura).

Dicen que a cualquier gobernante hay que darle cien días. Pero si Bermejo es tan radical como dicen sus antecedentes, no tardará ni un mes en demostrarlo.
Pensamientos al vuelo

Ideas, intuiciones y otras cosas que se me pasan por la cabeza

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Las cuatro esquinas del mundo

Nadie entre sin aumentar la entropía

Mirando hacia arriba...

Reflexiones sobre cosas que pasan en los cielos

El vuelo del albatros

Pensamientos diversos a vista de pájaro

Cuatro amiguetes y unas jarras

Ya que no podemos arreglar el mundo, hablaremos de lo que nos interesa: la política y los políticos, el fútbol, el cine, y todo lo que nos molesta, acompañados por unas jarras de cerveza. Bien fresquitas, por supuesto

General Dávila

Nada hay como el soldado español y mi única aspiración siempre ha sido estar a su altura

VIA LIBRE

Escribo y difundo lo que me interesaría leer. Para todos los públicos

Verdades Ofenden

"Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga" Diderot. / "El que tiene la verdad en el corazón no debe temer jamás que a su lengua le falte fuerza de persuasión" Ruskin – (Bitácora-Biblioteca virtual y PERSONAL, recopilatória de aquellos artículos que despiertan mi interés)

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La Imagen Reflejada

El Patito se vió reflejado en el agua, y la imagen que ésta le devolvía le cautivó por su hermosura: era un magnífico Cisne

Es war einmal...

"Los dogmas del quieto pasado no concuerdan con el tumultuoso presente." (Abraham Lincoln)