Sin calificativos (y III)

Pero en el intermedio también han sucedido otras cosas no menos curiosas. En primer lugar, la presión sobre Mariano se acentúa: toda esta corrupción del PP que sale ahora en los medios parece que lo hace a la orden. Por poner un ejemplo y como ya me pregunté en otra entrada: ¿desde cuándo sabían en Génova, 13, lo que ocurría en la Comunidad de Madrid, es decir, la Púnica y otras guarreridas? La investigación policial nos dice que la trama comienza a actuar en 2003; por lo que cuesta creer que en trece años no supieran nada en la famosa planta noble. Y ahora aparece toda esa porquería. Lo cual se resume en lo siguiente: Mariano todavía cosecha adhesiones inquebrantables, pero ya hay voces que hablan de sustituirle como candidato para las próximas elecciones, que si se cumple el pronóstico van a ser el 26 de junio.

Por si faltara algo, Mariano sigue cabreadísimo con el Rey porque éste, tras el previsible fracaso del pacto de los hermanos Marx, no le ha vuelto a encargar la formación de Gobierno. Algo que con 123 diputados no puede hacer y, además, porque los demás partidos podrían estar interesados en pactar con el PP… pero sin Mariano. Por lo tanto, como diría Lenin, Mariano no es parte de la solución, sino del problema. Como represalia, se ha dedicado —naturalmente, por persona interpuesta, que es como se hacen estas cosas— a enredar en el caso Nóos, que sienta en el banquillo a la hermana del Rey y a su marido, el ex-duque Engatillado. Ahora todos los encausados dicen, después de haber dicho que «el tejemaneje lo llevaba uno de ellos (Torres)» y que «no sabían nada de nada», que «la Casa Real» (sic) sabía y consentía», lo que es bastante falso, si no del todo, y habrá que deslindar los matices (las acusaciones al por mayor es lo que tienen).

No creo que a Mariano le salga bien la estrategia del ventilador. Entre otras razones, porque el Rey sabe que su mayor activo es la honradez a carta cabal, por mucho que algunos, con sorna, le llamen El Preparao (también a su padre el asesino Carrillo le llamaba con la misma sorna El Breve… y lo hemos aguantado tantos años como a Franco). Por ello, lo último que le interesa es verse pringado y lo que hace es mantenerse dentro de la ortodoxia constitucional más estricta. Lo cual enrabia lo indecible a Mariano, por supuesto, porque le pone en la posición del chiste: pacto (susto) o elecciones (muerte), cuando él querría, more suo, no tener que hacer nada y dejar que las cosas se pudrieran por sí solas.

Lo malo es que en la parte contratante de la segunda parte contratante (enorme doblaje de José María Ovies) estamos en las mismas: Mariano no quiere ni oír hablar (por lo menos, de puertas para afuera) de pactar con Pdr Snchz. Ni Grosse Koalition, ni pepinos en salmuera, oigan. Ni siquiera para sacar a España del atolladero institucional en que está metida aunque ésa fuera la única solución. Más aún: Susana sigue afilando la navaja cabritera, unos días más despacio y otros más deprisa, mientras quiere promocionarse como «valedora de la unidad de España» (no hemos oído que contestara a Carme(n) Chacón, cuando dijo que el pacto con C’s «llevaba implícito un referéndum para la independencia»… pero bueno, hagamos como que la creemos).

Menos mal que la Administración funciona porque se aprobaron a tiempo los Presupuestos Generales del Estado. El pueblo (hoy Lagente), ni está, ni se le espera. Como de costumbre, en esta especie de democracia que algunos dicen que tenemos.

Sin calificativos (II)

Continúa la tramoya nacional sin descanso. Recordemos que Mariano estaba cabreadísimo porque el Rey, cumpliendo con su función constitucional, ofreció la formación de Gobierno al segundo de la lista. Mariano debió pensar après moi, des elections. Aparte, Mariano es rencoroso y no se olvida de que Pdr Snchz le tildó de «indecente» en el debate preelectoral —dejemos aparte si tenía objetivamente razón o no—. Y el Rey, a su vez, estaba cabreadísimo porque a Mariano se le escapó que iba a haber elecciones el 26 de junio, como le dijo al premier británico Cameron.

Pues nada, allá que va el espadón de Mojácar a la investidura… que al final se transformó en embestidura. El morlaco le pasó por encima como un trolebús. Ni siquiera le sirvió el contrato de los Marx que firmó con Ciudadanos. En cuanto a Pablo Iglesias, su reacción recuerda a la frase aquella del poeta y dramaturgo inglés William Congreve: «El cielo no conoce rabia como la del amor convertido en despecho, ni el infierno furia como la de una mujer despechada» (Heaven hath no rage like love to hatred turned, nor hell a fury like a woman scorned).

Que, por si faltara algo, ahora le han salido unos granos en salva sea la parte. El primero de ellos, la pregunta del millón: ¿quiere seguir siendo una asociación estudiantil universitaria, en la que el voto se riega con toda la cerveza que uno pueda trasegar, o convertirse en un partido institucional, como el PSUV, y de paso convertirse en casta (¡horror!)? El becario black se pelea con su jefe por el control del magma podemita. Cúmplese así aquella retorcida afirmación de Giulio Andreotti (tomada del francés Talleyrand): «Il potere logora chi non ce l’ha».

Pero vamos por partes. La Constitución exige que haya una primera votación de investidura, cuyo quórum es de mayoría absoluta (51% de los escaños). Tuvo lugar el 2 de marzo y Pdr Snchz no la superó. En ese caso la Constitución, apostando por la seguridad institucional, permite aún una segunda votación, si bien esta vez se necesita únicamente mayoría simple (más síes que noes). Los despechados Mariano y Pablo juntaron armas y el pobre Pdr Snchz quedó más arrugado que un churro mojado en café. Y ello a pesar de que a todos (menos al PP) les prometió lo que querían oír: a los unos, la independencia; a los otros, un programa de progreso (¿qué es «progreso»? ¿Avanzar… hasta 1917? Tengan ustedes una de abusos verbales). Y es que en el intermedio todos se han dedicado a hacer campaña: hasta el pico (bec, en catalán) soviético de Pablo con el diputado catalán no es más que otra pista de por dónde irían los tiros si llegáramos a ese gobierno de progreso.

Sin calificativos (I)

Se acaban los calificativos. En este circo de los enanos, en que algunos crecen y otros siguen igual de enanos, andamos en esa espera sin esperanza —nunca mejor dicho—. Ya llevamos tres meses con un gobierno en funciones y sin perspectivas de que se forme uno que funcione. Si no fuera porque estamos hablando de un asunto muy serio, o que debería serlo (nada menos que el gobierno de un país), el guión representado parece el de uno de aquellos culebrones hispanoamericanos: Mariano, amenazado de sucesión por Soraya, quiere entenderse con Pablo. Ambos no tragan a Albert (y éste a Pablo tampoco), que busca apoyo en Pedro, que a su vez está amenazado por Susana por dentro… y también por Pablo, que por fuera le está comiendo la militancia. La última de este culebrón es que Pedro y Albert han parido un pacto con muchos puntos: treinta, nada menos. Como los setenta puntos que le puso C’s al PSOE en Andalucía —y que Susana se habrá pasado por donde ustedes se imaginan—, pero en versión reducida para que no parezca el contrato de los Marx. O sí que lo parece, pero eso se lo dejo a ustedes.

¡Más madera!, podría gritar Groucho. A Mariano se le escapa en una reunión europea hablando con el Premier inglés que «probablemente haya elecciones el 26 de junio», con el consiguiente y monumental cabreo del monarca, que se siente puenteado en el proceso marcado por el art. 99 CE. Todo lo cual añade más presión al pacto entre Albert y Pedro. Pacto que, por otro lado, Pedro ha intentado que su militancia aprobase como un aval de su gestión interna. La militancia, que no es tonta, no se ha dejado tomar el pelo: tan sólo un 51% fue a votarlo y por lo tanto, le da el visto bueno menos de la mitad. Por si faltara algo, se ha conocido el dato de que desde que Pedro se sienta en la Secretaría general el PSOE ha perdido 8.956 militantes, lo que hasta para un partido de implantación nacional es poca broma.

Pero la presión no acaba ahí. En el frente territorial hay lío. Cataluña tiene un president pels pèls: no sólo por la mopa que lleva en la cabeza, sino porque fue designado por Mas 11 minutos antes de que terminara el fatídico plazo de los dos meses que marca el EAC para convocar elecciones si no se ha formado gobierno. Con todo, lo peor no es eso. Lo peor es que está decidido a llevar adelante la desconnexió de l’Estat espanyol, aprovechando el vacío real de poder y el hecho de que a Mariano se le pondrá cara de recurso de inconstitucionalidad y poco más. Nunca trabajaron tanto los abogados del Estado: debían estar agradecidos, oigan. Por si faltara algo, la flamboyante alcaldesa de Barcelona ha conseguido que se largue de la ciudad una de las primeres peles de los hosteleros: el MWC busca un acomodo menos anticapitalista. Más o menos como lo de la yaya roja madrileña y los chinos, que son comunistas como ella, pero no tontos.

En Navarra la cosa no va mejor: gracias a los votos del PSN, un gobierno bilduetarra ha iniciado la euskaldunización de la parte castellanohablante gracias a que ningún Gobierno, ni siquiera el de Aznar, se atrevió a derogar la Transitoria Cuarta de la Constitución. Eso permite margen de maniobra a los nacionalistas del Anschluss vasco, de forma muy parecida a lo que ocurrió en los Sudetes checoslovacos, Konrad Heinlein y su Sudetendeutschenpartei. Tampoco a Mariano parece preocuparle el asunto: más bien está pensando en el que venga detrás, que arree.

Circolegislatura (y III)

Después de la pequeña interrupción que ha supuesto el artículo que les compartí en la entrada anterior, retomamos la marcha. Les decía que quedaba un tema, que ahora se ha puesto en sordina: la sucesión. ¿Dónde? En los dos grandes partidos. Se empezaba a hablar de ello, pero de golpe ya no se habla.

En el PP y como es natural, tras la pérdida de 60 escaños de una sola tacada (más o menos en paralelo a CiU, ahora Democràcia i Llibertat) la capa superior de la militancia empieza a dudar de las capacidades del líder para el liderazgo. En la empresa privada, en general, si un señor hace una pifia le echan. Mucho más si la pifia cuesta mucho dinero. Pero en política española no ocurre así. Un señor candidato pierde 60 escaños y, como controla al órgano que rige los destinos del partido (quis custodiet ipsos custodiet), nadie se atreve a decirle que se vaya.

No me resisto a citar el chiste que corrió no hace mucho, comparando a Rajoy con Stalin (comparación que no valdría sólo para Mariano). Murió el dictador de un ataque de apoplejía, quedando tendido en el suelo de su despacho. Los gerifaltes del Partido, pasadas unas horas, estaban seriamente preocupados y nadie se atrevía a entrar en el despacho del padrecito, por miedo a interrumpirle y que éste los mandara a Kolymá. Al final, quien entró después de veinticuatro horas de angustiosa espera (curiosa paradoja de las dictaduras) fue el valiente camarada Beria, el jefe de la NKVD, la terrorífica policía política de Stalin.

Para la militancia de bajo nivel y la votancia (que para los de la planta noble de Génova, 13, son asimilables), empieza a correr la idea también. Se oyen voces (no, no llamen a Íker Jiménez) de que a lo mejor habría que llevar adelante un Congreso. Pero Mariano se planta y dice que no. Él es el mejor candidato (pese al bofetón electoral) y por tanto nadie dentro del partido le va a discutir su derecho. Der Führer hat immer recht. Por si faltara algo, las ruedas que dicen que se movían para tentar la sucesión se han parado en seco después de aflorar el caso Acuamed, del cual los medios se han encargado de machacar que «afecta al número 3 de Soraya». Oli en un llum y aviso a navegantes. Los nombres de Feijóo y de Cifuentes, de momento, guardados en el cajón.

En Ferraz la cosa no anda mejor. Ya les decía que Pdr Snchz tira por un lado (presidente a todo trance, pactando con quien sea) y los barones por otro (no pactamos con el PP, que es el enemigo, pero tampoco con Podemos, que amenaza con fagocitarnos al igual que a IU). La vieja guardia, les decía también, ha querido dejar de ser un jarrón chino y decir algo. Posiblemente tengan razón; pero ni César Luena ni su jefe están para escuchar la voz de la experiencia, a pesar de haber horadado el suelo de Rubalcaba. Justamente eso les decía en la entrada anterior: qué raro suena que sea la vieja guardia socialista, la de Felipe, la que hoy no pinta gran cosa en el PSOE salvo como consejo de ancianos (en el peor sentido de la palabra), la que advierta de los peligros que acechan al candidato Snchz. Y todo ello poniendo cara de patriota nacional.

La situación es de enroque en ambos partidos. Para meter más presión, se emite un vídeo en televisión de origen desCNIonocido. En ese vídeo se ve a representantes tanto de Pablemos como de la CUP (aparece en él hasta Anna Gabriel, la egipcia) en el avión de Estado de presidencia de Venezuela. No sabemos qué negoci tiene la CUP con Maduro; pero el vídeo se emite con la clara intención de despejar dudas. Barrita el paquidermo venezolano y chillan los de aquí. También despeja dudas el comentario de uno de los periodistas que emite el video, Sandra Golpe: «Nos van a dar pero bien». Despeja dudas sobre el estado de la libertad de expresión cuando no se habla de los líos del mundo del petardeo (o del fúrbo) y se mete uno en lo que los partidos hacen cuando creen que nadie les ve.

En resumidas cuentas, la situación comienza a parecerse a la de Bélgica, que estuvo un año sin Gobierno porque flamencos y valones no se entendieron. Y a falta de otra cosa, las instituciones siguieron funcionando porque el Gobierno puede estar en funciones, pero la Administración no. A Dios gracias, hay unos presupuestos aprobados y eso, al menos, significa que hay acción de gobierno cuando menos, publicada. Mientras tanto y dado que nos obligan, habrá que estar pendientes de este circo, más allá de las apelaciones a la seriedad de algunos.

Circolegislatura

Con la mayor de las perezas me dispongo a abordar el asunto del circo que se ha montado en el panorama político nacional tras el 20-D y la rentrée en la vida política tras el período vacacional, que nuestros políticos todavía no se han atrevido a rebautizar como «vacaciones de invierno». Para más inri, es doblemente vacacional, porque los períodos de sesiones de las Cámaras son dos: de septiembre a diciembre y de febrero a junio. Luego sus señorías estarían aún de vacaciones cuando el resto del país ya hace rato que funciona.

Es un tiempo apasionante para los tertulianos: pueden decir cualquier barbaridad sin consecuencias acerca de lo que va a ocurrir en España en los próximos meses: «porque si el partido A pacta con el B, puede pasar esto. Y si el partido C pacta con el B y hace un arreglo con el A, pasará esto otro. Yo creo que…». Y venga a marear la perdiz. He perdido toda afición a las tertulias desde el momento en que supe que los tertulianos se imponían y se vetaban en la cadena X o Z, dependiendo del color político de la misma (viva la objetividad periodística y el artículo 20 de la muerta).

Pero partamos de donde hemos de partir: los resultados electorales. Vistos los cuales, no nos queda sino repetir algo fundamental, pero que a los trolls y los palmeros pro PP les sienta como a un vampiro el agua bendita: «Gana quien forma gobierno, no la lista más votada». Si al menos se leyesen la LOREG (Ley Orgánica 5/1985, de Régimen Electoral General)… Vamos, que les reto a que encuentren un artículo de la LOREG en que se especifique que es la lista más votada la que gana. Pero no: la LOREG exige que, para ganar, uno haya obtenido la mayoría absoluta (es decir, al menos el 51% de los escaños, que no de votos). Y es extremadamente generosa respecto a la formación de pactos para llegar a esa mayoría, pero nada más.

A partir de esos resultados electorales, que demuestran de sobra que no ha ganado nadie, se mueven las maquinarias de los partidos alrededor del artículo 99 de la Constitución. Transcribo el primer párrafo del precepto porque ésa es la fase en la que estamos ahora:

Después de cada renovación del Congreso de los Diputados, y en los demás supuestos constitucionales en que así proceda, el Rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno.

Antes de eso, no obstante, quiero referirme a un momento anterior: el de la constitución de las Cámaras. Esa fase previa nos ha deparado dos de los espectáculos más lamentables de la nueva legislatura (por ahora): la falta de respeto de los neocomunistas hacia la Cámara y el mercadeo de escaños entre formaciones políticas (que en algún caso ha fracasado y en otros no).

Es hasta cierto punto lógico que esos neocomunistas, que hablan del capitalismo como su mayor enemigo pero que no se descuelgan de su iPad 3 y su iPhone 6S («o sea, ¿saes cómo te digo, tía?»), no le tengan respeto alguno a la Cámara cuando aspiran a cerrar la barraca. Lo que les gustaría es que su Líder Brillante tomara el poder por medios legales e hiciera lo que hizo Hitler el 30 de marzo de 1933. Pero por ahora y gracias a Dios, no tienen aún el peso ni la masa crítica necesarios para llevar a cabo semejante proyecto. Para ser suficientemente progres y modernos, dejemos a un lado las cuestiones indumentarias y pediculares:


Éstos son los que se enfadan cuando uno les llama simplemente guarros y no «señorías» (uno se acostumbra rápidamente a lo bueno). Pero es lo de siempre: si al hemiciclo uno acude con rastas, un jersey, unos vaqueros y unas deportivas, no se le puede tomar por «señoría». Siendo benevolentes, habrá que tomarle por turista o así. Y sí, es una falta de respeto al recinto. Poco importa que fuera Celia Villacandycrush la que se lo afease, con lo mucho que tiene que callar. Cuestión de formas: antes los delincuentes iban de traje y ahora no se molestan en disimular. Nueva política, ya saben.

Igual falta de respeto mostraron en la jura del cargo. No podían limitarse a jurar defender la Constitución. Qué va. Tenían que dar el mítin:

—¿Jura o promete usted ejercer fielmente las obligaciones de su cargo, con lealtad a la Constitución y al Rey?

—Juro que… esteee… voy a trabajar para reformar y derogar la Constitución como expresión de la lucha de clases y de la dominación de la Iglesia, el Ejército y la burguesía sobre las empobrecidas clases trabajadoras por el capitalismo opresor de los mercados. (Pausa. Lo ha dicho prácticamente sin respirar). Ah… y otra cosa: ¡viva la Tercera República!

—Bueno, ¿pero jura o no?

—Eeeeeh…, sí, juro, juro.

«Ni de coña me pierdo el áipad, el áifon y la conexión gratis a Internet», piensa el imberbe y flamante padre de la patria.

En cuanto al mercadeo de escaños, ha ocurrido en la Cámara Alta. El PSOE ha cedido cuatro escaños para que los secesionistas, enemigos de España en tanto en cuanto quieren reventarla, puedan formar grupo parlamentario propio en vez de ser relegados al Tártaro del Grupo Mixto. Se ha levantado alguna vocecilla en contra, pero parece ser que el espadón de Mojácar ha hablado y ha sido como la Blasa: tós pa casa. Pero de eso hablaremos en la entrada siguiente.

Always look on the bright side of (y III)

En mi modesta opinión, no veo factible una grosse Koalition. Los votantes sencillamente no la entenderían por mucho que se pareciese a las líneas finales de Rebelión en la granja. No son creíbles unos partidos que, después de 30 años de vivir muy bien instalados en el turno, saquen ahora el esqueleto de la «unidad nacional» sólo porque parece que les van a cerrar la barraca. Peperos y sociatas dándose de tortazos en las redes sociales… ¿y ahora van sus jefes y se entienden? No lo veo ni de coña. No obstante, cabe la posibilidad: la transformación del PP en partido socialdemócrata se completó en las municipales del pasado mayo y por ahí podría caber el entendimiento, ahora que se han desembarazado de los molestos Ignacio González y Esperanza Aguirre (igual que antes desarbolaron las sucursales vasca y catalana) y el PP valenciano ha quedado desautorizado por la corrupción galopante que gastaban.

Si me permiten una pequeña apuesta, les diré algo que sí veo factible, siempre y cuando la guerra de Ferraz termine o, por lo menos, dé un respiro: PP-PSOE-Cs, actuando éste último como fulcro. Es indiferente cómo lo configuren. Da igual si los otros dos partidos entran en el Gobierno o se limitan a ejercer exclusivamente un control parlamentario. Que es verdad que Sánchez ahora mismo no quiere ni oír hablar de ello… pero puede que con la rentrée y con el exclusivo fin de que Podemos no gane más peso político, se avenga a algún tipo de apaño.

Finalmente, quedamos nosotros. Ustedes y yo. «La gente», antes llamada «el pueblo». A nosotros, como dijo la Trinca:

—Ep, i el poble?

—Al poble que el donin pel… subidubiuauàaaaa…

Pero, ¡ay! Ya no estamos en 1977 y ya no nos quedan ni les conferències de Sant Vicenç de Paül, porque ahora la moda es lo laico. No obstante lo anterior, nosotros somos por derecho propio los verdaderos protagonistas de esta escena:


(aquí el texto).

Always look on the bright side of… (II)

Pista nacional

A nivel nacional la cosa no va mejor. En la entrada anterior les comentaba que tras las elecciones del 20-D la conclusión es que no ha ganado nadie, porque nadie es capaz de formar gobierno por sí solo. Es un tiempo político apasionante, que dicen los tertulianos memos, aplicados como aprendices de brujo a combinar las fuerzas políticas a ver qué alianza es la más estable.

También, como en el caso catalán, existe un rechazo frontal y común a la convocatoria de nuevas elecciones. Anathema sit! Sobre todo, recién llegados los descamisaos de Podemos al Congreso con sus flamantes e incomprensibles 69 diputados (ahórrense el chiste fácil: a quien le van a dar por ahí es a nosotros). La gente que les ha votado comprando su mercancía averiada de comunismo y resentimiento no ha escarmentado en cabeza ajena, viendo lo que ha ocurrido en algunas poblaciones y Comunidades Autónomas. Tendrán —tendremos— que sufrirlo en propia carne para darse cuenta de que no era una buena opción. Pero mientras tanto se come un el marrón.

El PP, con sus raquíticos resultados, no puede pesar en seguir incólume con su acción de gobierno. Pero como Mariano es quien es, ya ha tenido la caradura de decir que «ahora sí que va a gobernar». Y seríamos del género tonto si creyéramos que va a hacer con la ayuda de algún partido (o dos) lo que no hizo cuando no tenía que pactar con nadie. Ahí está el pobre Fernández Maullido machacando las palabras «estabilidad», «gobernabilidad» y bla-bla-bla que deben formar parte del argumentario fabricado para estos largos y tortuosos días de negociación. ¿Hablamos de Congreso? Claro… pero para marzo. La renovación, sobre todo si va a afectar a tu barba, cuanto más tarde mejor.

No está de más apuntar también que ya cansan los peperos con el lloriqueo y la cantarella de que «debe gobernar la lista más votada, bua-bua». De entrada hay que recordarles que existe una norma, que es la LOREG, de 1985 (perpetrada el día antes de perpetrarse una de las mayores fechorías felipistas, la LOPJ). Y que, salvo error u omisión, esa ley no dice que tenga que ser así. La dichosa LOREG no impide que haya pactos postelectorales en el que el segundo y el tercero se unan para quitarle el triunfo a la lista más votada, que no es el ganador de las elecciones, como quieren hacer ver. Yo lo he dicho muchas veces: si quieren que eso sea así, modifiquen la LOREG. Otra cosa que pudieron hacer y no hicieron porque, como me dijo un palmero pro bono del PP que ejerce de economista, «Claro. Vamos a cambiar las reglas a mitad de partido, ¿no?». Pues no, señor: llevamos ya cuarenta años con el mismo partido y ya vemos que así no se gana. Pero la regla no escrita dice que el consexo socialdemócrata no se toca.

Y con la puntilla de que todavía podrían perder un escaño si el diputado por Segovia, un quídam llamado Gómez de la Serna (qué diferente al homónimo Ramón) es expulsado del partido sin que entregue el acta. Cosa que no hará casi seguro porque el aforamiento es en España el salvoconducto de los sinvergüenzas. Prefiere aferrarse indignamente a su escaño antes que ser juzgado por el juez ordinario predeterminado por la ley a causa de sus pifias.

Por otro lado tenemos al PSOE. Un PSOE con dos problemas que lo incendian de parte a parte: primero, el desagradable descubrimiento de que se puede horadar el suelo de Rubalcaba (de 108 a 90), a pesar de haber sacado al santo (Felipe) en procesión laica y haber ejecutado la rogativa del voto. Y el segundo, la incómoda posición de su secretario general, que está a puntito de que desde el Palacio de San Telmo le muevan la silla. El mantra socialista ahora son «líneas rojas». Las espadas están en alto y parece que va a ocurrir una especie de Nacht der langen Messer.

No obstante, tanto Pedro Sánchez como Susana Díaz tienen un serio problema de credibilidad. Por muchas apelaciones enfáticas a la «unidad de España», tenemos la memoria muy fresca. Primero, la de un señor que dijo lo de «el concepto de Nación es discutido y discutible». Segundo, la chorrada de «eliminar el Ministerio de Defensa» del propio Pedro Sánchez. Chorrada que, si bien entra dentro de la ortodoxia de nuestra pedestre izquierda, repugna a unos cuantos socialistas honrados y no ha conseguido que los votos que se ha llevado Podemos vuelvan al redil socialista (fichar a un ex-JEMAD es sin duda mayor éxito que a una comandante, por muy acosada de género que fuese). Y tercero: ¿cómo va a encabezar la «regeneración política» alguien que sigue manteniendo la tienda del régimen autonómico más corrupto de España, con permiso de los Pujoles?

Hubiera sido preferible, en términos de «gobernabilidad» y «estabilidad» que los 69 diputados los hubiera sacado C’s, que en principio parecen menos zascandiles que los gamberros de Podemos, más prestos a destruir y a proteger a la familia que a mantener las cosas para que podamos salir del hoyo de estos 40 años. Pero habría que preguntarles a Soraya y a Carmen Porfavor el porqué de esa feroz campaña mediática contra C’s, que no ha hecho sino beneficiar a quienes quieren destruir hasta los cimientos lo que ahora tenemos, que aún tiene remedio. Y además, destruir sabiendo que lo que quieren implantar ya ha fracasado en su país de origen y en todos los demás donde se ha intentado implantar. Eso, unido a algún que otro patinazo de cosecha propia, ha provocado que las expectativas de C’s se rebajaran hasta los 40 diputados reales.

Siembra, barbecho y cosecha

Como siempre les digo, los períodos electorales son una bicoca para los medios de comunicación, aunque estén tan demediados como los españoles, en los que hay cosas que no se pueden decir y cosas que se impone que digan desde arriba. Porque en toda contienda electoral, que dicen los pedantes, hay tres fases, como en el fúrbo: el previo, el partido en sí y el tercer tiempo. En las tres fases los tertulianos se dedican a marear interminablemente la perdiz acerca de la marcha de cada partido (previo) y de los pactos a los que pueden llegar unos y otros (partido y tercer tiempo).

Así que, sin marear la perdiz, vamos a ir al grano. Primera idea: no ha ganado nadie. Ninguno de los cuatro grandes puede formar gobierno por sí mismo. Ganar es formar gobierno, no «ser la lista más votada», como repiten los palmeros de turno. El dictamen inapelable del pueblo (otra de las expresiones consagradas que se dicen en estos casos) va en el sentido de que necesariamente ha de haber pactos. A propósito de las urnas y de la «fiesta de la democracia» (otra expresión), quisiera recuperar una frase de Pérez-Reverte, muy certera: «De nada sirven las urnas si el que vota es un analfabeto». Le llamarán «fascista» (por supuesto) y «elitista de mierda» (alguno que tenga algo más de nivel), pero tiene razón.

Al hilo de esa idea de «no ha ganado nadie», lo que pasa a primer plano es el interés. Es decir: vamos a asistir al espectáculo deleznable del chalaneo programático. Esas partes de programa que se aplicarán o no dependiendo del interés, sobre todo externo: «Si tú haces esto… Esto no te lo voy a dejar hacer… En esto otro vamos a medias…». Y así. Por eso me parece que los pactos postelectorales son una burla al censo electoral. Por ponerles un ejemplo: si en las municipales los votantes socialistas madrileños hubieran sabido que su voto iba a servir para dar a Doña Rojelia la vara de mando, Carmona hubiera terminado su recorrido municipal antes de empezar. Le hubieran votado sus cuatro o cinco fieles y poco más. Igual que le hubiera ocurrido a C’s en Andalucía: de haber sabido antes de votar que Juanillo Marín iba a apuntalar el régimen más corruto e ineto de España (con permiso de los Pujoles), a C’s le hubiera votado la señora madre de Albert Rivera, malagueña de pura cepa, y poco más.

Pero todo tiene su por qué. A diferencia del señor de los talentos (Mt 25, 14-30), se recoge de lo que se siembra y no se puede recoger de lo que no se ha sembrado. Si hiciéramos una lista de todas las pifias que han cometido todos para llevarnos a donde estamos ahora, esta entrada tendría 20 páginas como mínimo. Como algunas de las pifias ya las hemos ido desgranando en este blog mío y de ustedes, les remito a las entradas correspondientes.

Aquí solamente les voy a comentar una, a mi parecer importante, para no hacer la entrada demasiado larga. En mi modesta opinión, la palabra ESPAÑA se ha oído muy poquito. Se han oído los nombres de los candidatos, los de los partidos y los de los contrarios. Hemos oído mucho lo de «Vamos a ganar al partido X» o «Vamos a echar a Fulano de la presidencia» a tono natural o en plan Nürnberg 1934. Lo que indica que a los partidos, o a su núcleo duro, lo que les importa de verdad es el partido. Los españoles les quedan lejos; y la Nación, no digamos.

Y es que eso tiene una razón fundamental. Por compararnos con el motor de Europa (aunque habría que hablar largo y tendido de esa condición), Alemania, vean ustedes. Los políticos alemanes son primero alemanes y después de la bandería que se trate. No importa si son de la CDU o del SPD: Deutschland über alles. Alemania, por encima de todo. Diferentemente, en las Batuecas la casta política se ha dividido en dos bandos:

a) aquellos que no sienten España como su «patria común e indivisible» (art. 2 CE), lo que les acerca a una situación de apatridia de facto. Por si fuera poco, padecen la enfermedad de la melancolía respecto del régimen asesino de 1931-1939, que nos metió en una guerra civil. Da la impresión de que no les importaría volver a meternos en ella si creyeran que pueden ganarla.

b) aquellos que, frente al ataque de los primeros, no hacen absolutamente nada. Nadie sabe por qué no hacen nada: si porque tienen miedo o porque, en el fondo, coinciden con su objetivo de convertir España en lo que quería el nefasto ZP, a saber, en un conglomerado celuloso de nación de naciones. De su boca no salen más que excusas para no hacer lo que tendrían que haber hecho si fueran conscientes de lo que se juega España y no ellos.

De todo ello, lo cierto es una cosa: el gallego y su cuadrilla (o quizá primero la cuadrilla, a la que después se ha unido el gallego) han tardado diez años, pero han conseguido lo que se habían propuesto: han destrozado un partido que en 2004 estaba bien vertebrado y que en ese momento era el único que podía garantizar la unidad territorial de España, pese a algunas concesiones (importantes) al nacionalismo y a la corrupción que ya entonces operaba. Hoy ese partido ya ha desaparecido literalmente en dos regiones españolas (Cataluña y Vascongadas). Deberían pensar en hacer algo. De los hotros un servidor ya no espera nada; pues, como dijo aquél, a España no la reconoce ni la madre que la parió.

Reflexiones para el día de mañana

Ya sé, ya sé que hoy tenemos eso que llaman jornada de reflexión, que es una antigualla de la LOREG, al igual que otros puntos importantes de la misma Ley que ni siquiera el PP se ha atrevido a tocar aun teniendo mayoría absoluta. Total, si vamos a la realidad nos encontramos con dos discrepancias fundamentales entre ésta y la realidad:

a) Una —la primera en la frente—, porque de campaña en realidad no estamos los 15 días que dura según la Ley, sino todo el año and beyond. Noten ustedes que, en realidad, la campaña para estas elecciones comenzó, en realidad, el 25 de mayo de 2014: es decir, al día siguiente de las europeas. Todos los movimientos, acciones, fintas y complots dentro de complots han ocurrido con la vista puesta en las «próximas generales», primero sin fecha y después con ella.

b) La segunda es la llamada jornada de reflexión. Otra antigualla de la LOREG, que quizá en 1985 tendría algún sentido; pero que hoy, con la infoxicación masiva de hunos y hotros ha perdido toda su funcionalidad. Cómo será así que la izquierda se la salta de todos modos y, al modo de los niños en el patio, dice a la JEC: «Y ahora, si tienes narices, sancióname» (saben de sobra que no lo harán porque es sabido que las izquierdas tienen bula). Otra cosa sería que lo llamaran algo así como Día Nacional sin Brasa Electoral, que sería más ajustado a la realidad. Por otro lado, será raro que existan personas que a estas alturas no tengan decidido su voto después de toda la matraca electoral recibida. Aunque su voto sea el de no ir a votar.

Pero todo esto va más allá si nos damos cuenta que se está intentando convertir el duopolio político de cara a la galería en una doble pareja (no, no es un título de una película pornográfica, aunque podría). Un paripé muy bien montado en que unos se presentan como los viejos y otros como los nuevos, si bien sus hilos están manejados por los de siempre. Ésos, justamente, son los que ganan las elecciones. Los que justifican la existencia de puertas giratorias entre el ámbito de lo público y de lo privado de altísimo nivel (puestos directivos en que los señores que los ocupan no saben hacer la O con un canuto).

Los ausentes

Se ha hablado de los debates en esta campaña. Debates a dos y a cuatro. Hemos visto el deleznable nivel de unos y otros. La campaña misma ha sido la apoteosis del «quítate tú pa ponerme yo» y del insulto, la descalificación a falta de ideas. En fin, que para los creyentes de todos los partidos, que hubiera dicho Hayek, resultaba difícil diferenciar un debate político de un Sálvame Deluxe. Puede que por influencia de la telebasura, a «la gente» le guste que los políticos se tiren los trastos a la cabeza. A otros no nos gusta, ni mucho menos que un candidato se lleve un puñetazo en toda la cara, por poco que nos guste ese candidato.

Pero en esos debates, destinados a convencer al censo-establo de que existe «pluralidad democrática» (una sucia mentira, como todas las del consexo socialdemócrata) faltaron, a mi entender, dos ausentes cualificados. El primero de ellos con representación (UPyD), que por lo tanto, hubiera debido pasar por delante de los nuevos, puesto que ninguno de ellos tiene representación a nivel nacional. El segundo, VOX, sin ella, que es una opción tan legítima como las otras cinco y que representa el voto conservador católico que huyó del PP tras el viraje de éste a la socialdemocracia (es indistinguible hoy del PSOE de Felipe González hasta en la corrupción).

Simplemente por eso no voy a votar a ninguno de los presuntos cuatro grandes. Porque ninguno de ellos, a pesar de las encendidas soflamas en defensa de la «unidad nacional», no tienen intención ninguna —más allá de vagas propuestas que a nada comprometen y que pueden tirarse a la basura en cualquier momento— ni de defender la vida dependiente, ni de defender la familia —célula básica de la sociedad y por tanto, de la Nación—y ni mucho menos de promocionar una educación como es debido. Sigue interesando una ciudadanía estabulada e idiota, que no comprenda lo que está sucediendo ante sus narices y que acabe balando: «Nosotros no podemos hacer nada. Hay que dejar hacer a los políticos».

Mi filosofía de voto se resume en lo siguiente:

Si votas en blanco, les da igual.

Si votas nulo, les da igual.

Si no vas a votar, les da igual.

Si vas a votar y tu voto no es para ellos, eres el enemigo.

Ante las próximas elecciones 2 (I)

Si la semana pasada hablábamos del acuoso Rajoy (incoloro, inodoro e insípido), toca hoy comentar algo de Pdr Snchz. Continuar leyendo «Ante las próximas elecciones 2 (I)»

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