CIS estival

Por su interés, colgamos este interesante artículo de Alfonso Ussía en La Razón del día de hoy que disecciona la realidad del Gobierno.

Los gobernantes, aislados y rodeados de pelotas e interesados, no se aperciben del cansancio que causan a sus partidarios y sus votantes. Y vienen los sustos. Rajoy ha triunfado en su política macroeconómica al tiempo que asaltaba a mano armada, por medio de los matones a las órdenes de Montoro, a la clase media, la gran creación del franquismo y motor económico durante el reinado de Juan Carlos I. Con una clase media destruida, la macroeconomía no sirve para ganar unas elecciones. Tenemos un Gobierno antipático presidido por un apático. Lo que nos presentan los otros partidos es mucho peor, pero eso no es mérito de Rajoy. A eso se le llama miedo. Y a pesar del miedo, y a pesar de la macroeconomía triunfante, Rajoy desciende en la estimación popular por un motivo tan poco reflexivo como evidente. Millones de españoles que hemos votado a Rajoy -me incluyo-, que hemos confiado en Rajoy y que hemos creído que Rajoy sería un buen presidente del Gobierno, estamos hasta el gorro de Rajoy, de Soraya, de Montoro y de la política almibarada y dulce del Gobierno de España con los destructores de España.

Soraya tejió el plan de fulminar al socialismo, que es un plan rebosado de riesgo. Casi lo consigue, pero el PSOE, como el PP, en momentos puntuales puede alcanzar techos inesperados desde la seguridad que concede el saber que los suelos se mantienen en millones de votos fieles y seguros. El plan de Soraya no fue otro que alentar a «esos desgarramantas» -según Arriola-, de Podemos y agrietar la fidelidad de los votantes del PSOE. Pero el ratón se ha convertido en león. Podemos ha disfrutado de una publicidad gratuita imposible de superar. Las televisiones, las radios y la prensa han regalado a Podemos sus mejores espacios. Resulta inconcebible que en una sociedad del siglo XXI un partido con hechuras de 1918 y fracturas de 1936 a 1939, reúna la ilusión renovadora de cinco millones de españoles. No se trata de un milagro. Esta realidad pavorosa responde al cálculo errado del perverso plan sorayino. Y si a ello añadimos la benevolencia con Cataluña y sus dirigentes separatistas, y la amenaza de la escisión unilateral respondida desde el Gobierno con palabras que ya nadie cree, y la descomposición de nuestras costumbres gracias a las alianzas municipales y autonómicas de Podemos con el peor PSOE imaginable, se entiende el varapalo del CIS al Gobierno del Partido Popular. No es Rajoy un instigador de iras. Pero sí un generador de cansancios, hastíos e indiferencias.

El Presidente de un Gobierno que simultáneamente es el presidente de su partido, carece de la capacidad de oír. La lealtad se oye, pero en el caso de Rajoy la lealtad se resume en un coro interesado de ambiciones y ascensos que nada tienen que ver con la lealtad. Rajoy es un hombre poderoso poderosamente asustado. Y cuando oye, sólo escucha a quienes le dicen lo que saben que desea oír. La clase media no puede ofrecer puertas giratorias, y la política fiscal, brutal e implacable, se ha desahogado, no en los poderosos, sino en los españoles que viven de su trabajo. El milagro macroeconómico viene de la ruina de la clase media, no de la inteligencia de Rajoy y su equipo económico o sus agentes de la Gestapo tributaria.

Pero aun así, y ante el temor de un comunismo bolivariano o un socialismo sostenido por las ansias vengativas de Podemos -el invento de Soraya-, el PP ganaría cómodamente unas próximas elecciones si sus votantes recibieran un mensaje claro de regeneración ética y firmeza constitucional. Y está a tiempo de hacerlo. Pero nadie, exceptuando a sus colaboradores por la cuenta que les trae, confía ya en Rajoy y en su firmeza para cumplir la ley y obligar a los demás a cumplirla. Ante la claridad y la chulería del separatismo catalán, la ley no se ha cumplido. El diálogo y los trapicheos han tumbado al cumplimiento. El cumplimiento de la ley puede ser engorroso y antipático, pero es obligatorio. Se ha llegado a un punto de desconcierto y desánimo, que sólo un gesto de firmeza, puede impedir su expansión.

Los marcadores económicos anuncian magníficos resultados, y el Gobierno cae estrepitosamente. No todo es la economía, y España lo demuestra. Rajoy ha cansado. Se ha cansado y nos ha cansado a los demás, propios y ajenos. Y España está en juego por culpa de protagonismos y ambiciones personales. Las vacaciones sirven para eso. Para meditar. En el caso de Rajoy el descanso es innecesario porque está suficientemente descansado. O el PP cambia de imágenes y actitudes o el próximo CIS será un ¡Zas!

 
 

Lo que el ruido esconde (I)

Sepan ustedes en esta democracia de baja intensidad que padecemos hay algo que es de muchísima utilidad. Se llama ruido mediático y sirve a los Gobiernos, como el nuestro, que controlan el flujo de información que discurre por los canales del país. Ahora mismo acabamos de tener una demostración excelsa del uso de ese ruido mediático. Llevamos desde la debacle socialista y las elecciones USA con ese ruido: Trump-Trump-Trump en una sola dirección (qué malo es, es el demonio, nos va a meter en la tercera guerra mundial): diarios, tertulias televisivas, radiofónicas… Un empacho, vamos. Ya dijimos en su momento que donde más importa Trump es en los USA, no aquí; pero quiá: vox clamans.

Luego, se ha muerto Fidel Castro. Otra vez el chumba-chumba mediático, igualmente unidireccional: se nos ha muerto el líder, la revolución, las plañideras… Más ruido mediático. Si a usted, señor, no le gusta la política siempre le quedara el fúrbo con la última ventosidad genialidad de algún astro del mundillo. Y si a usted, señora, no le gusta ni la política ni el fúrbo, podrá disfrutar de las noticias sobre la Pantoja, que por fin ha salido de la trena: el concierto, el disco, la polémica… O de los problemas de algún famosillo de medio pelo con algún exnovio o exnovia. Vamos, que han tenido ustedes dónde elegir.

El caso es que en este tiempo nuestros politicuchos no han perdido el tiempo, valga la redundancia. Les ha ido muy bien que la prensa (a la que en buena parte tienen comprada o acojonada) no les echara un ojo. Mientras todos miraban a otra parte, Mariano se las ha arreglado para ser presidente de nuevo, aunque con una minoría vergonzante. Por eso repetían tanto lo de «Esh la legishlatura del diálogo». A juzgar por cómo van a ir las cosas, «del diálogo y del talante», porque gobernar en minoría sólo para no ir a unas terceras elecciones es lo que tiene: no llevas a cabo tu programa político —en el caso de que tengas uno y le concedas algún valor—, sino el de tu socio, que puede vetar todo lo que no le guste. Pero de eso hablaremos en la entrada siguiente.

Vamos a hacer una ley (y III)

Para concluir esta serie, permítanme una larguísima, pero al mismo tiempo esclarecedora cita de por qué ciertos asuntos, empezando por aquellos a los que se refiere, pasando por el de Rato o Chaves-Griñán y terminando por todo el asunto de los Pujoles y CDC, que es en lo que estamos ahora, van por los carriles que van.

Los casos notorios de corrupción o de irregularidades de comportamientos se cuentan por millares y, a pocas indagaciones que se hiciesen, ascenderían a docenas de miles y, sin embargo, la mayoría quedan impunes. ¿A qué se deben entonces las escasísimas condenas que se producen? Pues desde luego no a la irregularidad de los asuntos sino a razones políticas o a ajustes de cuentas que se sirven cínicamente de los jueces para conseguir sus objetivos. No se sabe, en consecuencia, qué es más grave: si la abundancia de casos que no se persiguen o la rareza de los que se castigan.

Piénsese en lo que sucedió con Mariano Rubio, el tristemente famoso director del Banco de España. Su comportamiento era público y, no obstante, tolerado por el Gobierno hasta que llegó una coyuntura política que aconsejaba «dar la impresión» de que se estaba haciendo justicia, y más con los poderosos. A tal efecto, de la noche a la mañana, se desbloquearon los frenos del expediente y el señor Rubio —después de haber sido humillado ante las cámaras de televisión— fue a dormir entre rejas. Ahora bien, una vez conseguido el objetivo moralizante, regresó a su casa y se descubrió que buena parte de los delitos imputados ya habían prescrito.

El caso de Pascual Estevill no es menos escarnecedor. Hasta el último abogado de Barcelona, y buena parte de sus empresarios, conocía las prácticas delictivas de este juez y, sin embargo, no sólo se detenían las denuncias que contra él se presentaban sino que por recomendación de un político-abogado catalán (Joan Piqué Vidal, abogado de la famiglia), hecha suya por un partido nacionalista al que nada se escapa de lo que allí sucede, fue promocionado al Consejo General del Poder Judicial. La estupefacción que produjo tal nombramiento fue mayúscula; pero no pasó nada hasta que, sobrevenida una coyuntura política en la que interesaba poner en evidencia al partido indicado y a sus socios, se «descubrió» el escándalo y en un tiempo también brevísimo se desbloquearon los frenos del proceso y el señor Pascual Estevill dio con sus huesos en la cárcel ante una opinión pública desconcertada por el hecho de que con indicios delictivos al parecer tan notorios, eso no hubiera sucedido antes. Y sobre todo: ¿por qué en ese momento preciso? ¿Quién aflojó el freno y por qué razón? Pero ¿es que la Justicia puede bloquearse cuando interesa? Así parece y así es.

Alejandro Nieto, La «nueva» organización del desgobierno, p. 211,

7ª impresión, 2010

Sólo nos queda una pregunta: ¿qué pueden saber en CDC de trapos sucios del PP en Cataluña que impiden que el Gobierno de Rajoy siente la mano con la debida contundencia, más allá del carácter necesario de la participación de los independentistas en el consexo socialdemócrata para la gobernabilidad del Estado? Sólo así se pueden entender ciertas danzas, contradanzas y otras malas costumbres que imperan desde 1978. Malo cuando el ritmo judicial se ajusta demasiado al político.

Resumiendo: no son necesarias más leyes, sino más voluntad para cumplir y hacer cumplir las que ya se han promulgado. Una vez más, el consexo socialdemócrata nos toma por tontos.

Vamos a hacer una ley (II)

Hagamos pues, una ley. ¿Quiere eso decir que en este momento no hay instrumentos legales suficientes para actuar contra Mas y su banda? Claro que los hay. Como expresa Ignacio Gomá, tenemos el art. 155 CE y diversos artículos del Código Penal, como el 410 respecto del incumplimiento de las resoluciones judiciales. No se puede, en cambio, de hablar de sedición aún, porque ésta exige «alzarse pública y tumultuariamente» (544 CP), cosa que aún no ha sucedido. Para ello, Mas debería sacar a pasear las tanquetas de los Mossos por la Diagonal y establecer el toque de queda militar, al modo de Milans del Bosch en Valencia el 23-F. Pero ya se cuidan ellos de no llegar a este punto.

El frente administrativo judicial no avanza a un ritmo más rápido. Para empezar, contemos los pasos: hace dos años L’Avi II confesaba públicamente que durante treinta y dos años había sido un ladrón. Da igual si lo hizo para acallar su conciencia —dudoso— o para proteger a la famiglia —mucho más probable— y evitar en lo posible que sus hijos oliesen los barrotes. Que al parecer podrían todos. Sin embargo, sepan ustedes que es notoria la diferencia entre Juan Español (o Joan Català) y un hijo de Pujol. Si Juan Español está en situación de cometer  y comete un delito de apropiación indebida, delitos societarios varios e incluso evasión y blanqueo de capitales, lo primero que se hace es retirarle el pasaporte y bloquear sus cuentas a medida que la investigación policial avanza, así como atornillarle (dentro de la ley, por supuesto), para que confiese.

Pero si uno tiene suerte y es hijo de Don Giorgio, no le pasará absolutamente nada. Todo lo más, que tendrá que ir a declarar ante el Parlament, o sea ante unos señores de quienes Papi sabe muchos trapos sucios o, porque son recién llegados, se les puede tapar la boca con un «ustedes no saben nada porque son nuevos en la plaza». Sobre todo si Papi ya tuvo que declarar ante ellos y además acabó abroncándolos (tots muts i a la gàbia, increíblemente).

Tampoco es que Hacienda se dé mucha prisa con ellos. No creo que ustedes conozcan a ningún particular o empresa cuya situación de embargo de bienes dure 5 años y no se haya ejecutado lo que se tenga que ejecutar. Pues eso es lo que ocurre con CDC. Nadie entiende por qué Montoro, además de soltar pasta cada equis tiempo a la Generalitat (que no «a los catalanes»), no ha dado luz verde a los correspondientes trámites para que el erario público se haga pagar lo que CDC le debe. Pero lo mejor son las declaraciones del propio Montoro, que dice que lleva siguiendo el rastro a la familia Pujoldesde 2000. Si consideramos lo que Hacienda tarda en levantar una paralela a Juan Español cuando advierte la más mínima discrepancia entre sus datos y los de la declaración tributaria, uno acaba concluyendo que «es otro nivel». Y si consideramos que a Pujol se le pudo echar el guante desde 1983 (caso Banca Catalana, carpetazo de Alfonso Guerra), es normal que crezca la indignación.

Vamos a hacer una ley (I)

Estamos en lo que los pedantes llaman la rentrée (y Martes y Trece, más castizos, llamarían el retonno). Y nada podría empañar la alegría que se respira en la Plaça de Sant Jaume, Barcelona: «Somos la preocupación número uno del gobierno españolista del PP». O quizá no lo dicen, pero se les nota en esa sonrisa de satisfacción que cruza su cara de oreja a oreja. Porque vamos, el día que no lo son se les ve de capa caída, pobrets meus y se quejan de que el Gobierno do Hamlet das Rías Baixas les ignora. ¿Cómo se atreve, oigan?

Sea como sea, en Madrid las cosas discurren al ritmo pausado del fluir del río Lérez por Pontevedra. Por ello, y después de pasarse tres años y medio hablando de economía y esgrimiendo como mérito «habernos salvado del rescate» (que es cierto: nos salvaron del que se avecinaba en 2012; pero nadie dice que no podamos volver a caer en esa sima), lleva desde el 30 de marzo promulgando y reformando leyes como si fueran octavillas revolucionarias. Los trabajadores del BOE deben estar echando el bofe con tanto esfuerzo proveniente de las altas esferas. Y de los de la Secretaría General Técnica del Ministerio de Justicia (los que elaboran los Anteproyectos de Ley), tal vez alguno de los funcionarios haya considerado la posibilidad de tomarse un año sabático ante la sobrecarga y el estrés.

Todo esto ha convencido a esa tropa de leguleyos encaramados al poder que la ley, por sí misma, tiene un poder taumatúrgico suficiente para modificar la realidad y hacer que su cumplimiento sea imperativo. Sin embargo, nadie sabe por qué, eso no funciona en Cataluña. Las leyes no se cumplen, sin más, o son objeto de cumplimiento oblicuo (técnicamente, lo que se conoce como fraus legis). Lo mismo se diga de las sentencias de los tribunales: ahí, el criterio fue fijado por la alcaldesa podemita Ada Colau, respecto a no cumplir las leyes y/o sentencias «injustas».

Así que ahora, para seguir manteniendo la tramoya, Mariano ha decidido que es momento de hacer una ley para convencer a Artur Mas y al Capità Enciam II (el comunista madrilenyo de vía estrecha reconvertido a independentista Romeva; nada que ver con Pep Parés, el primer Capità Enciam, que aunque es de las mismas ideas al parecer, tiene el buen gusto de estar callado) de que es mejor para ellos seguir dentro del marco constitucional y no fuera. Como si no supiera Mariano que la postura de Mas es irreconducible, como nos chivó Revilla tras hablar con el Rey.

Nariz tapada (y II)

Der Fall Rato, no obstante, presenta una peculiaridad: el fuego amigo. Aparentemente, no es la oposición quien dispara, ni el famoso contubernio judeomasónico internacional. Han sido sus propios correligionarios quienes han ido a por él. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y lo que les decía en la entrada anterior acerca de la política y las casualidades, es curioso que la defenestración y martirio televisados de Rodrigo Rato coincidan en el tiempo con las filtraciones relativas a la muy irregular situación de Montoro en relación al equipo económico habitual. Continuar leyendo «Nariz tapada (y II)»

Ducha escocesa 2

La copia batueca: de lo pintado a lo vivo.

Para tener la referencia de lo que pasa en las Batuecas, tomemos inicialmente esta cita del profesor Alejandro Nieto:
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Ducha escocesa

Será por el parentesco céltico –o no, vayan ustedes a saber–; pero me reconocerán ustedes que nuestro ínclito Gobierno es experto en esa forma de masaje llamada ducha escocesa: primero, una de agua hirviendo y luego otra de agua helada. E logo depende. Pero vayamos por partes, que diría Jack el Destripador.
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Errores preliminares

Como les decía en una entrada anterior, el nuevo PP (que no «el PP de Aznar», como Rajoy y sus mariachis han vendido en campaña) no ha entrado con buen pie en el Gobierno de la nación. Naturalmente, los tamagotchis del PP dicen que son «cuestiones menores» (o «de protocolo», que manda huevos) y que lo importante es «ponerse a trabajar para sacar adelante el país».

Más allá de lo que se machaque en las redes sociales, es cierto que no hemos dado a Rajoy los 100 días, queja común entre los adoradores marianistas. Claro que no se los hemos dado: nemo dat quod non habet. No tenemos tiempo. Y aunque es cierto que la corrupción de 7 años no se puede borrar de un plumazo o en dos semanas, ya que no disponemos de esos 100 días, podrían haber tomado algunas decisiones con más tino, porque algunas de ellas chirrían en los oídos de algunos que finalmente nos dejamos llevar por el sonsonete hay que desalojar a ZP.

Según el Gobierno, parece que todos los países de nuestro entorno nos meten prisa: Francia, para que nuestro déficit no lo tengan que pagar ellos (a escote, pero pagarlo, según Sarko). De ahí que Montoro se haya dado prisa en arrearnos un impuestazo (Los Clones ya han rebautizado el IRPF como «Impuesto de Rajoy Para Fastidiarnos»). Impuestazo que, naturalmente, recae sobre las castigadas espaldas de los mileuristas (a los ricos es mejor no espantarlos, que se van), anteriormente conocidos como «clase media»; sí, ésa en la que nuestros políticos no creen a pesar de ser su mayor granero de votos.

Parece ser que nadie le ha dicho a Montoro y a su equipo que en una nave que hace aguas, lo primero es achicar y tapar las vías de agua. Traducido a román paladino: cortar los gastos superfluos, poner firmes a las CC.AA. (a todas) y racionalizar el gasto en todo el espectro administrativo. Que no falte de lo necesario (Sanidad, Justicia, Educación) y que se corte lo absolutamente extravagante (embajadas). A las CC.AA. habrá que recordarlas que no son mini-Estados, sino partes integrantes de la Nación española, que conforme al art. 2 de la Constitución se rige por los principios de autonomía y sobre todo, de solidaridad entre sus territorios (más apremiante en los tiempos que corren). A no pocos municipios (de todos los colores) que ahora están tiesos pero que hace 5 años gastaban lo que no está en los escritos, lo mismo. Sin embargo, Montoro ha preferido empezar por los contribuyentes y sus familias. Claro: «bien me meto con quien puedo». Se le entiende todo, D. Cristóbal.

Por su parte, los USA al parecer también han tenido mucha prisa en decirle a Mariano lo que tenía que hacer. «O te pones las pilas con el tema de la piratería informática y cultural, o te ponemos en la lista negra (de países con los que no se hacen negocios)». Dicho y hecho. En campaña hablaban de «suprimir el canon». Bien: lo han «suprimido». Ahora hablan de «compensación por copia privada»… que en el fondo es lo mismo, pero más explicado.

De las medallitas mejor ni les hablo, porque ustedes y yo nos empezaríamos a cabrear y, como decía el gran Pazos, «vamos a llevarnos bien…». Que también tiene mucha guasa que los tamagotchis del PP intenten justificar la concesión de las famosas medallitas (a Dios gracias no pensionadas) como una «cuestión de protocolo». Produce irrisión (cuando no irritación) leer el art. 1 del RD 2395/1998, que contiene el Reglamento de la Orden de Isabel la Católica, concedida a ZP:

La Orden de Isabel la Católica tiene por objeto premiar aquellos comportamientos extraordinarios de carácter civil, realizados por personas españolas y extranjeras, que redunden en beneficio de la Nación o que contribuyan, de modo relevante, a favorecer las relaciones de amistad y cooperación de la Nación española con el resto de la comunidad internacional.

En estos casos, como se suele decir, «sin comentarios». Hay una afrenta añadida, que es la de que a un masón (que además se ha distinguido por estorbar a la Iglesia tanto como ha podido) se le conceda una condecoración advocada por la más católica de nuestras reinas. Pero en fin, supongo que eso Mariano no lo tuvo en cuenta. Como tampoco debió de tener en cuenta que la política de ZP se orientaba en todo a echar de la vida pública al PP (antes de cambiar, claro) y también a toda la disidencia enfrentada a su proyecto totalitario, ya fuera mediante cordones sanitarios (Luppi dixit), pactos tinellescos y leyes de desmemoria histérica. Por tanto, no se entienden ni la «cortesía» ni el «protocolo» con los miembros y miembras del Gobierno más nefasto de la democracia.

Finalmente, el affaire
Vela. La señora Carmen Vela, científica pero sobre todo zejatera de pro, ha sido promovida a sucesora de Cristina Garmendia, que ya podrá dejar de aburrirse en los Consejos de Ministros y volverá su Donosti del alma. Dos cuestiones se plantean ante semejante nombramiento:

  1. De lo que va trascendiendo sobre esta señora (envidias profesionales excluidas), parece que lo que más ha pesado en la decisión de Guindos ha sido la intima amistad de la susodicha con la esposa del ministro, dado que sus capacidades científicas no bastan por sí solas, al parecer, para garantizarle semejante promoción.
  2. Segundo y más sangrante. El PP da la matraca constantemente con los 700.000 afiliados que forman sus huestes. La pregunta es: ¿no había, entre esos miles de afiliados, algún científico que pudiera suplir o incluso superar las capacidades políticas (pues político es el cargo para el que se la ha designado) de la señora Vela? Vaya por delante que lo que nos preocupa no es tanto que esta señora no sea militante del PP, sino que lo sea de la pesoe. Un topo más a la vista.

Repito: no podemos dar a este Gobierno los famosos 100 días. Y han empezado con mal pie y tropezando. Deberían hacerse a la idea de que son pilotos de aviación: a 10.000 metros de altura el piloto no tiene derecho a equivocarse, pues cualquier equivocación puede ser mortal. Porque para actuar como los socialistas, que van por la vida con venia errandi, era mejor que siguiesen ellos. Siempre es mejor el original que una mala copia.

Vicepresidenta Soraya Simpson

(Vía Noatodo)

No dudo que Mr. Groening y sus guionistas tendrían un gran futuro aquí… como asistentes de la Vicetodo y Madre Superiora (¿Bene Gesserit?) Sáenz de Santamaría.

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